Tras décadas de luchas y reclamos el empleado público recibía aumentos y cambios en su compensación salarial mediante diversos mecánicos como aumentos por ley, nuevos planes de clasificación y retribución, la otorgación de diversos pasos por méritos o productividad. Todo esto como parte de la necesidad inherente de compensar al trabajador, mejorar su calidad de vida y promover la retención en el empleo. Claro está, esto no estaba exento de injusticias, basado en discrimen políticos o arbitrariedades.

Desde el reconocimiento de la quiebra del país y las medidas de austeridad, las primeras víctimas fueron los empleados públicos a quienes se les congeló sus salarios, dejaron de recibir aumentos, su productividad dejó de ser reconocida, y quedaron paralizados sus reclamos en diversos foros como consecuencia de la aprobación de la ley Promesa.

Ese terrible cuadro contribuyó a la pérdida de empleados públicos, con renuncias o retiros adelantados, buscando nuevas oportunidades, sin olvidar la ley 7 que provocó el despido de miles de empleados, teniendo como consecuencia la crisis actual en los servicios por la falta de empleados en múltiples agencias de Gobierno.

Recientemente se han dado distintos acontecimientos relacionados con los salarios de los empleados públicos. La batalla en la calle por parte de las maestras y maestros del Departamento de Educación provocó un aumento a su salario, el nuevo plan de clasificación del Gobierno central provocó aumentos de sueldo a unos sectores pero también, grandes injusticias como, por ejemplo, a los empleados del Departamento de Justicia y la absurda escala salarial de las Consejeras y Consejeros en Rehabilitación de la Administración de Rehabilitación Vocacional, además los reclamos constantes de los policías, bomberos y enfermeras.

Las injusticias siguen en la Rama Judicial cuando un inmenso grupo de empleados solo recibieron un raquítico aumento de sueldo, convirtiéndose de esa forma el plan de retribución en una gran injusticia.

Si en la Legislatura quieren hablar de aumentar salarios, hay que comenzar con los miles de empleados públicos del Gobierno que hoy lidian con la inflación y el aumento en el costo de vida. Si en la Legislatura quieren hablar de aumentar salarios también hay que instituir un plan nacional de salud universal que los proteja y devolver los retiros dignos. Esa es y tiene que ser la agenda y calendario de trabajo.

Más columnas de Denis Márquez Lebrón:

La Junta de Control Fiscal ha desembolsado más de $1,500 millones de fondos públicos del pueblo de Puerto Rico— una cifra sin precedentes en nuestra historia— para el pago de servicios profesionales de consultoría en diversas áreas de las finanzas, la contabilidad y el derecho prestados a dicha entidad.

Relacionado a ese hecho, la organización Espacio Abiertos (EA) publicó un informe— de enorme interés público— con el detalle de los desembolsos registrados hasta la fecha para el pago de tales servicios de consultoría prestados desde el año 2017 hasta el presente, así como la participación de empresas e individuos con base de negocios, tanto en Estados Unidos como en Puerto Rico.

El desglose de los pagos a las empresas en el informe de EA revela, cuando menos, una gran “generosidad”, laxitud y falta de rigurosidad de parte de los que han autorizado dichos desembolsos. Saltan a la vista en las tablas del referido informe, cifras de cientos de millones pagados sin que se revelen los parámetros utilizados o la metodología empleada, para justificar el monto de dichos pagos.

A pesar de los esfuerzos realizados por EA, dirigidos a obtener la información que justifique el desembolso puntual de cada uno de los pagos detallados en su informe, la entidad no ha recibido respuesta alguna.

En un país en quiebra, con una entidad fiscal impuesta a raíz de una ley antidemocrática como es PROMESA, resulta alarmante y, en gran medida, inexplicable e injustificable que la cifra desembolsada durante dicho periodo, para colmo, supere por mucho los pagos realizados en otras experiencias recientes de quiebra en la jurisdicción de los Estados Unidos. No sería descabellado anticipar que, cuando culmine el proceso de quiebra en Puerto Rico, a cargo de la Junta, la cifra de desembolsos sea casi diez veces mayor que lo pagado en otras jurisdicciones.

Se trata de una jauja imperial subvencionada por la colonia a costa del presupuesto de nuestro país, de los dineros de nuestra gente, para beneficiar a un sector, pagar a los bonistas en perjuicio del país.

Más columnas de Denis Márquez Lebrón: