Llegó el segundo domingo de mayo -uno de mis días favoritos en el calendario-, y en esta fecha siempre escribo pa’ que ustedes se identifiquen, pero en esta ocasión quiero dedicar mis letras a la madre más importante de mi vida. Tengo que ser sincero y decirles que esto para mí no es fácil, pues desde esta oración mi corazón se va a quebrar para escribir sobre la autora de mis días. También necesito hacerlo, pues quiero decirle a los míos lo que siento por ellos ahora que los tengo vivos.
Su nombre es Miriam Ivette Vélez Ocasio, la hija de Rita y Gilberto, la hermana de Wanda, Yolanda y Nancy. Esta galla de pelea nació en Ponce -en una sospechosa fecha que ella cambia a conveniencia- y se crió en el residencial Portugués, siendo la mayor de cuatro hembras. Básicamente, mami era “María la del barrio”, pero calzando las chancletas “Puerto Rico” y con una libra de pan debajo del sobaco, mientras buscaba su príncipe azul por toda la calle Comercio.
Tengo que destacar algo de mi mamá: era una jeva, al punto que participó en un concurso de belleza en “la ciudad señorial” para presumir de su encanto, porque roncar está en nuestra sangre. Gracias a Dios, después de eso mami no robó nunca en alguna tienda del casco urbano porque sino yo sería el primer Baby Luar La L. También sé que cuando mami lea esta línea me va a regañar, pues esta hembra nació con alma de policía. Ya que estamos aquí voy a decir que mami es una Lisharanger… y todos sabemos quiénes son ese tipo de señoras.
Mi mamá quedó huérfana de ambos padres cuando era una adolescente, y en aquellos tiempos en que los golpes te hacían madurar más temprano, esta pana tuvo que sacar la cara por su familia y se convirtió en la tutora de sus hermanas más pequeñas, aunque ella apenas estaba empezando a vivir. Miriam tuvo que crecer y madurar antes de tiempo porque La Vida a veces puede ser más indiferente que La Muerte… pero Dios sabía que esta guerrera nunca iba a rendirse. Mami tiene una historia digna de World Vision una serie de Netflix, y ella no sabe con cuánta admiración y amor la miraba cuando me contaba la historia de su vida, mientras caminábamos un sábado desde el pueblo -luego de haber almorzado unos hot dogs de carrito- a casa de Güela en Bélgica.
Mami siempre trabajó fuertemente, y nos mantuvo con su oficio criando niños en casa; también cogimos cupones y vivimos por Sección Ocho, pero esta brava mujer repitió una y otra vez que nuestra condición algún día cambiaría… y también nos recordó que Dios no nos dejaría atrás. Desde que soy niño vi a mi mamá fajarse para que nosotros tuviésemos algo mejor, así que fue ella el mejor ejemplo de meterle ganas a algo pa’ seguir progresando. Miriam utilizó los recursos que tenía, y como leona hizo todo lo que pudo para echar a sus cachorros pa’ lante. Mami nos cuidó aún cuando su mundo se derrumbaba, y sacó comida de su plato para dársela a sus hijos. Ni el Papa se siente tan protegido por la Guardia Suiza como yo detrás de los brazos de mami.
Recuerdo las veces cuando algunos clientes no le pagaron por su encomiable trabajo cuidando bebeses, entonces mami ni siquiera dejó de dar su servicio, pues ella tiene algo que es superior a su disciplina: un gran corazón. También me acuerdo de esos momentos en que algunos cabrones papás le mintieron prometiendo saldar sus deudas y se marcharon sin darle ni un peso, porque hay gente que nació sin honor, pero mami nunca le deseó el mal a quien le falló porque esta majestuosa mujer nació con el don de perdonar, algo que yo no heredé.
También me acuerdo de esas veces que tuvimos que coger fia’o en el colmado de Baldín en Caobos, de la mala racha cuando papi no tenía trabajo, y del tiempo en que la cena era pan sobao de Ponciana con aguacate y Malta India. Mi memoria no es selectiva, y tampoco me olvido de todas las mamás solteras que ayudaste sin tú tener mucho, ni de esas veces que diste tu sincera amistad y no te correspondieron de la misma manera. Mami siempre dio todo de ella, y si alguna de sus clientas le decía que tenía un problema, esta pana iba a intentar resolverlo aunque ella estuviera rota.
Mi penepé madre trabajó desde las cinco de la mañana hasta bien tarde en la noche para dejar atrás los cupones y “el mantengo mentality”, y su misión resultó tan exitosa que ella fue mi ejemplo para convertirme en un independentista de derecha. Mami me demostró que hay que meter mano y punto, que la queja es inacción y que nada pasa solo sentándose a esperar un milagro. De hecho, mi mamá está tan dura que parió a una niña genio: a mi hermana Alys… y Alys parió a una artista genio: a mi hermosa sobrina Adrianna… porque con todo orgullo digo que las Vélez tienen sangre de diosas. Mami, algún día yo voy a contar toda tu historia, pero hoy quiero decirte algunas cosas.
Mami, extraño mucho aquellos días en que cogíamos carro público hasta Centro del Sur Mall, los sábados comiendo pizzas de Kmart y los regaños que me dabas todos los domingos en la iglesia Santísima Trinidad. Extraño esas noches en que pedíamos el delivery de Kentucky Fried Chicken, cuando alquilamos películas en el videoclub de Quijote Cash & Carry, y esas tardes que me traías pasquines de Condorito y cómics de los X Men.
Tampoco olvido cuando me dijiste que siempre había que leer el periódico y esas veces en que pagaste enciclopedias a plazos para que mi hermana y yo estuviésemos educados. Quizás no te diste cuenta, pero por ti soy un hombre de letras, pues me diste la instrucción de devorarme todas las palabras que me pusieran de frente, y fielmente seguí tus órdenes, al punto que todavía nadie ha podido sacármelas del cuerpo. 🦍
Mami, gracias por todas las noches que fuiste a verme al supermercado para preguntarme si había comido, por las veces que me dejaste pizzas de Sbarro en la nevera porque salí tarde de Pueblo, por enseñarme que el trabajo duro es un gran valor y por acercarme a Papa Dios; y aunque por años intenté retar tu conocimiento, el tiempo me dio muchas lecciones que me hicieron comprender que tú siempre tuviste la razón. Sí, sé que esa línea te va a encantar, pues a las madres les fascina decir “yo te lo dije”. Una vez mami me advirtió que mi boca me metería en problemas… y no sabía que mis manos también lo harían. Discúlpame por todos los malos ratos que te hice pasar, necesitaba pasar por todo eso pa’ ser el tipo que soy hoy.
Mi mamá es una mujer fuerte, una amazona ‘del case’, una galla puesta pa’l problemón. Estoy seguro del porqué soy un bolita de fuego porque mami es un fokin volcán; de hecho, mi mamá también fue el ejemplo de que uno puede ser su propio jefe, y no se hizo “la empoderada”, sino que metió las espuelas y ejecutó sin roncar mucho. Mami me pagó el colegio porque quería cuidarme, ya que sabía que yo siempre fui un loco, y cuando se vio apretá no titubeó en tirarse pa’ Island Finance pa’ resolver los problemas… porque eso era ella: metía mano sin miedo cuando apretaba la candela.
Mami, no sabes cuánto orgullo siento por ser tu mejor cesárea. A veces quisiera pichar to’ el trabajo que tengo y estar contigo en la fuente de la plaza de Ponce comiéndonos unos helados de los chinos y chismeando sin mirar el reloj. Ya no hablamos tanto, pero quiero que sepas que todos los días pienso en ti, en papi, en Alys y nuestros tiempos en la J5 de Caobos. Mami, sé que no te agradan mucho mis tatuajes, ni que te gusta que tome tanta cerveza, ni que diga malas palabras, pero solo puedo prometerte cambiar una de ellas… y cumpliré mi promesa, pues hasta un escritor sabe que las palabras se respaldan con acciones.
Mami, mi mayor derrota es que no pude darte una casa -yo tampoco aún tengo una-, pero si fuera millo compraría la que vivimos en Los Caobos pa’ regresar como reyes al hogar que forjamos con tanto amor y que un día tuvimos que abandonar sin quererlo… y por eso necesito que me dures muchos años más porque lo voy a hacer. ¿No me crees?
Mami, tu nieta va pa’ la Uni y regresa pa’ Pe Erre, tu otra nieta está paLtiendo pequeñas tarimas al otro la’o del charco, mi hermana es el orgullo de la familia y yo no salí tan descarrilado como pensabas que iba a ser, así que quiero decirte que hiciste un trabajo de respeto. Mami, tu sacrificio fue la zapata pa’ que nuestra gente siga echando pa’ lante… y por eso te admiro más que al mismísimo Leonidas, pues tú con menos gente hiciste que nos sintiéramos como los 300 espartanos.
Mami, aún te debo muchas letras, pero por hoy quiero recordarte que todos los días celebro haber nacido de un mujerón como tú. Ah, y si tu agenda no está muy apretá, saca un día pa’ que tengamos un ‘date’ en Ponce comiendo pizza de guaguita y darnos una vueltita por la plaza, como en los tiempos en que tu mano nunca soltaba la mía.
Te amo, tu hijo, Ale.
PD: ¿Viste, mami, que puedo cumplir mi promesa? No puse “ni una mala palabra” en el escrito.