Cada año se producen más de 278 mil muertes en el mundo a causa de las grasas trans, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). ¿Pero quién es este asesino?
Las grasas trans suelen pasar desapercibidas en nuestra dieta, son sigilosas y cautelosas, pero muy peligrosas.
La industria alimentaria crea estas grasas al añadirle hidrógeno a los aceites vegetales a través de la hidrogenación, con el propósito de alargar la vida útil en la alacena o alterar los alimentos.
Las muertes y las condiciones cardiovasculares suelen estar asociadas al alto consumo de grasas trans porque obstruyen las arterias, incrementan los niveles de triglicéridos y aumentan el colesterol “malo”.
Tanto así que un estudio reciente de la OMS descubrió que aumentar el consumo de estas grasas, también aumenta el riesgo de padecer enfermedades cardiacas en un 25% y muertes en un 14%.
A pesar de lo mucho que nos gusta comer en fast foods y pararnos en la panadería a comprar dulces y galletas, las grasas trans se encuentran en margarinas, manteca vegetal, panes comerciales, pasteles industrializados y comida frita. ¡Uy, uy, uy!
Los gustitos de vez en cuando son buenos, pero, la Asociación Americana del Corazón, (AHA, por sus siglas en inglés), recomienda que no más del 1% de las calorías totales consumidas al día provengan de ácidos grasos trans. Por lo que, para un consumo promedio de 2,000 calorías al día, el consumo de grasas trans debe ser menor de 2 gramos (g).
¡A que no sabías! Antes se pensaba que las grasas trans solo eran de origen vegetal, pero se comprobó que los ácidos grasos trans también se encuentran de forma natural en la carne de las vacas, ovejas, y cabras, así como en algunos de sus productos lácteos.
La OMS recomienda sustituir estas grasas sigilosas por:
- aceite de oliva
- mantequilla en barra
- panes artesanales
- maníes, nueces, almendras, quinoa y pistacho
- aguacate
No confíes en la leyenda cuando leas “libre de grasas trans” porque probablemente algún porcentaje tenga.
