Tuesday, July 29, 2025
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Ojo: Si dejas de hacer estas ocho cosas el Windows de tu PC podría andar más rápido

Windows es un sistema sencillo de usar, pero mantenerlo fresco y veloz implica algo más que no tocar el registro o borrar archivos del sistema. El rendimiento se degrada con el tiempo si acumulamos software innecesario, ignoramos actualizaciones o descuidamos hábitos básicos.

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Aquí encontrarás ocho fallos comunes que, al corregirlos, harán que tu equipo vuelva a sentirse tan rápido como el primer día.

Instalar aplicaciones sin límites

Probar cada programa llamativo puede costarte caro. Cada instalación altera el registro de Windows y deja restos de archivos cuando desinstalas.

Con el tiempo, ese cúmulo de entradas huérfanas y ficheros desperdigados convierte al sistema en un corredor de obstáculos, ralentizando el arranque y la respuesta general.

No mantener espacio libre suficiente

Aunque tu disco SSD o HDD sea grande, no debes usarlo al máximo. Windows requiere varios gigas libres para gestionarse como memoria virtual y completar operaciones internas. Cuando el espacio baja de 20 GB, empiezan los tirones: abrir carpetas, cambiar de ventana o ejecutar tareas básicas se vuelve un suplicio.

Ignorar las actualizaciones de Windows

Más allá de las novedades estéticas, las actualizaciones de Windows incluyen mejoras de rendimiento, correcciones de errores y parches de seguridad. Saltártelas es como seguir circulando con un coche sin pasar la ITV: tarde o temprano, notarás un fallo grave o vulnerabilidad que podría haber sido evitado.

Desactivar Microsoft Defender y prescindir de antivirus

Microsoft Defender forma ya parte del sistema y apenas consume recursos. Reemplazarlo por soluciones de terceros o desactivarlo no te hará ganar velocidad; solo dejará tu equipo expuesto a malware que, al ejecutarse, puede hundir el rendimiento mucho más que cualquier antivirus.

Usar siempre cuenta de administrador

Trabajar con privilegios permanentes es cómodo, pero peligroso. Cualquier software malicioso que logre colarse gozará de permisos de administrador y podrá alterar archivos de sistema, configuraciones y hasta instalar más amenazas que lastren tu PC.

Para tareas diarias, emplea una cuenta estándar y reserva la de administrador solo para cambios puntuales.

No hacer copias de seguridad

El almacenamiento corrupto o el fallo de disco pueden dejar tu equipo inservible. Confiar únicamente en tu unidad interna es un error: un backup periódico en la nube o en un disco externo no acelera directamente Windows, pero evita el desastre y los procesos de recuperación que pueden colapsar el sistema.

No elegir el plan de energía adecuado

Windows ofrece perfiles de energía: Equilibrado, Alto rendimiento y Ahorro de energía. Si mantienes siempre Alto rendimiento, tu CPU y ventiladores trabajan a tope aunque no hagas nada exigente, generando calor, ruido y consumo extra.

Para el uso diario, el plan Equilibrado ajusta la potencia al instante y ayuda a que todo fluya con más suavidad.

Cifrar el disco sin necesidad

Si bien cifrar tu disco es esencial en portátiles que transportas a diario, activar BitLocker sin preverlo puede añadir una capa de encriptación que ralentice las lecturas y escrituras de disco.

Antes de cifrar, asegúrate de que tu hardware y CPU admiten aceleración de cifrado; de lo contrario, notarás baja en velocidad al copiar o abrir archivos grandes.

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Corrigiendo estos ocho hábitos, tu Windows volverá a sentirse ligero y ágil. A veces, basta con un poco de orden y sentido común para redescubrir ese rendimiento con el que disfrutabas cuando tu PC salió de la tienda.



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