Sunday, June 8, 2025
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El circo de las redes: ¡Se soltaron los monos! 🍌

¡Sobrinitooooos! El señor Minofén -el mismo que odia a los sorullitos de maíz con la furia que mis tías machorras Graciela y Wilda detestan la maceta genitalia masculina- una vez más está en su casa: El Calce, el medio que lleva DIEZ AÑOS haciendo lo que le da la gana. Aquí está el columnista más entretenido de 🇵🇷 porque to’s ustedes saben que leer a los otros colegas es como darse una copa con jugo de menstruación un lunes en la mañana. Oye, andamo’ desde los foros -pa’l 2004 con Gazoo Starr, Mattel y Old Colony- metiéndole caliente, y en el 2025 mi letra sigue siendo candela 🔥.

Yo NO quiero roncar, pero cuando mi hija era una bebé profeticé que sería el más duro en esta pendejá, y está bien cabrón que ahora que soy un doño cuarentón, miro pa’ atrás y veo to’ el fuego que he rafagea’o por to’ el camino… y sigo aquí siendo el escritor favorito de Pe Erre🦍. ¿Quién carajos dijo que me iba a bajar el de’o? ¿QUIÉN? En tiempos que nadie lee, tengo que decir que mi PALABRA tiene más peso con el pasar de los años ✏️. ¡La bendición a Tío! Levanto mi 🍌 y brindo con los míos… porque no hay nada mejor que celebrar por haber cumplido lo prometido. NoJotrosno roncamos, simplemente repasamos la historia con la frente en alto. 🫡

Antes de que los anuncios peguen a joder, pongan el celular en modo de avión pa’ que no les inunden la pantalla. By the way, yo soy el único columnista que puede decir malas palabras y nada pasa… ¿sigo roncando? ¡Tú sabes que síiiii, lo estoy haciendo! Ustedes están bien claros que yo soy amante de la cafrería, pero alguien tiene que decirlo, y quién mejor que el gorila del lápiz, el que con una barra de letras pone a los macacos como Jorge Pabón a comer sushi con cuchara. Corillo, la cafrería en Internet se está saliendo de control.

Yo no sé qué carajos pasó en las redes sociales, pero desde que Welchito, Némesis, Benny Benni, Gallo, Gringo, Arte Cardé, Baby Alien y el resto de los simios con Seguro Social son el tema de conversación, hasta los puntos de Credit Karma le han bajado a la mayoría de los puertorriqueños. Esto es como un nivel más porquería que el de los influencers sin talento, porque aquí lo que hay es bochinche de esquina, en donde gente cutre de cunetón son el foco de un reality show. Y sé que los trabajadores sociales se van a encojonar con esa línea, pero pasarle la manito a los estúpidos nunca resuelve el problema.

El nuevo contenido que se está yendo viral es una locura: una mujer dice en un live que ch*ng*b* tenía coito con el exmarido con un menor en los brazos (luego añade que le echó leche materna en el pene como postre); un reguero de señores con sed de atención haciendo tiraeras en reggaetón -con la misma energía que un corillo de adolescentes brutos se enorgullecen de haber pasado una clase con D- y otra tiktokera está amenazando a una colega pa’ llamarle al Departamento de la Familia, sugiriendo que el estado le quite a los hijos por fleje. Seamos sinceros: es como si se hubiesen soltado todos los monos a la vez.

Hace muchos años atrás descubrí que la gente prefiere la atención antes que el dinero y la paz. Cabrones, yo fui el responsable de hacer viral a Raffy Lind y a La Vampy -entre otras criaturas del Internet y Twitter fue testigo de lo que digo- durante el tiempo que esa palabra de “viral” nadie la usaba. En ese momento aprendí que algunos utilizarán las redes a su favor, pero solo si realmente tenían algún talento. Raffy usó el suyo para conseguir guisos como músico (este pana fue la guitarra en “El doctorado” de Tony Dize, entre otros palos) y buscar una vida feliz en Colombia; mientras que Dagmar La Vampira llegó a montar un fracasado kiosko de limonadas y terminó haciendo bailes con la teta por fuera cuando los views comenzaron a decaer. Uno se la jugó bien porque tenía un skill verdadero y la otra estiró su fama lo más que pudo hasta caer en el olvido.

A mí me vuela la cabeza cómo la gente está desesperadamente buscando atención, y ni siquiera temen meter su vida personal alegando que “son figuras públicas”, como si estos antropoides fueran una especie de “The Truman Show”. Lo vimos con Lisha y nadie aprendió la lección. Cuando mi full time era en una redacción, siempre leía en los comments del page en el periódico que no les interesaban las noticias de la hija de Adamari López, pero nosotros podíamos monitorear toda la actividad en el site y esos eran los artículos más vistos. De hecho, una vez Metro hizo una sección llamada “Dime algo bueno” -creo que era así- en donde se publicarían noticias positivas, y aquello lo vieron menos que las veces que mis tías Wilda y Graciela fueron la musa de una erección masculina.

Me sorprende ver como estos simios modernos hacen lo que sea por atención, y cuando la tienen -por las razones más monas 🐒- juran que los demás “los envidian”, como si el título de “pendejo del momento” fuera una razón para sentir orgullo. O sea, estos cabrones nunca entendieron la diferencia de que se rían contigo a que se rían de ti, jajajajajaja, ¡que jodios estúpidos! Lo mejor es que esto no aplica solamente a la nueva generación de cafrinfluencers, esto le cae perfecto a paL de gente que hace lo que sea por “ser tendencia”.

Nunca entendí la obsesión de las personas por ser famosas, ya que el reconocimiento trae más cosas malas que buenas. Sí, se puede sentir bien el que sepan quién eres, aunque te van a juzgar con más intensidad que al resto, entonces no entiendo el porqué hay záganos que se someten a un escrutinio público solo por el vicio de ser vistos. Famoso puede ser cualquiera… ¿pero por qué es que quieres ser reconocido? Me acuerdo cuando el arte o el sacrificio de un estudiante o un deportista era la razón para ser admirado… ahora cualquier retarda’o piensa que el clímax del éxito es que hablen de ti.

Sobrinitos, la fama es efímera en mil vidas… tener una sola vida plena es algo eterno. No comprendo el porqué la gente cree que tener el ojo de atención sobre ellos es algo brutal. Yo no sé si los años me alcanzaron -estoy seguro que sí-, pero cuando to’a esta pendejá de las redes se formó, vi que era la oportunidad de que muchos creativos pudieran demostrar su talento pa’ probar de qué estaban hechos, como dijo Tito Auger. Eso pasó… pero ahora me encojona que el talento se pierda por estar dándole foro a un montón de monos -alegando ser creadores de contenido- que hacen cualquier estupidez y la consumimos como si fuéramos personajes en “Idiocracy”.

¿Saben qué está bien cabrón? Que si ves un exagerado capítulo de South Park de 2017, te das cuenta que presentan como hipérbole todo lo que está pasando ahora mismo con normalidad. ¿De quién es la culpa? ¿De los zánganos que nos inundan el feed o de nosotros que apoyamos la estupidez? ¿Por qué Welchito es más tendencia que la bestia peluda Juan Pablo Díaz? ¿Por qué Jay Fonseca recurre tanto al clickbait y Alexandra Lúgaro fuerza tanto su “yo calle”? ¿Por qué hay tanta gritería en los programas de radio y las emisoras, como si el modelo dominicano de Alofoke fuera el norte? Al parecer, la nueva norma no es que haya sustancia, sino mucho ruido.

Corillo, la fama es una mieLda… vivan la vida bien cabrón, disfruten cada segundo y sean agradecidos por respirar. En verdad, este es un tiempo bien jodío pa’ los creativos, pero yo espero que la gente se dé cuenta de la diferencia entre la gente verdaderamente talentosa y los simples “famositos”, como mis tías Wilda y Graciela alguna vez se dieron cuenta de que el carrucho es mejor que las albóndigas. Esperemos que junio nos traiga mejores cosas que las porquerías que mayo nos ofreció. 🦍🍌



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