Thursday, November 21, 2024
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Este modelo permite a un ordenador comprender las emociones humana

Muchas personas se han preguntado si los robots o programas computacionales podrán en algún momento tener sentimientos y es una cuestión que aún no podemos resolver, pero lo que ahora sí sabemos es que existe un modelo que puede comprender las emociones humanas.

Investigadores de la Universidad de Jyväskylä (Finlandia) desarrollaron recientemente un modelo computacional que permite a los ordenadores interpretar y comprender las emociones humanas utilizando principios de psicología matemática.

De acuerdo con sus creadores, este avance podría mejorar significativamente la interfaz entre los seres humanos y las tecnologías inteligentes, incluidos los sistemas de inteligencia artificial, haciéndolos más intuitivos y sensibles a los sentimientos del usuario.

“Mi hipótesis es que, en general, como los humanos son capaces de llevarse bien gracias a la comprensión de las emociones de los demás, esta comprensión de las emociones por parte de la máquina facilita el alineamiento entre la IA y los humanos”, explicó a Metro Jussi Jokinen, catedrático asociado de Ciencia Cognitiva en la Universidad de Jyväskylä.

El modelo podría ser utilizado por un ordenador en el futuro para predecir, por ejemplo, cuándo un usuario se va a sentir molesto o ansioso. En tales situaciones, el ordenador podría, por ejemplo, dar al usuario instrucciones adicionales o redirigir la interacción.

“A diferencia de los humanos, los ordenadores no desarrollan de forma innata esa sensibilidad a los estados mentales y las emociones humanas. Esa sensibilidad debe programarse en los ordenadores”.

Jussi Jokinen, catedrático asociado de Ciencia Cognitiva en la Universidad de Jyväskylä

El proyecto de investigación dirigido por Jokinen utiliza la psicología matemática para encontrar soluciones al problema de la desalineación entre los sistemas informáticos inteligentes y sus usuarios.

“Nuestro modelo puede integrarse en los sistemas de IA, otorgándoles la capacidad de comprender psicológicamente las emociones y así relacionarse mejor con sus usuarios”. afirma Jokinen.

La siguiente fase de este proyecto explorará las posibles aplicaciones de esta comprensión emocional. Metro habló con Jussi Jokinen para conocer más sobre este modelo.

Entrevista

Jussi Jokinen,
catedrático asociado de Ciencia Cognitiva en la Universidad de Jyväskylä.

P: ¿Por qué ha considerado pertinente desarrollar un modelo que permita a un ordenador comprender las emociones humanas?

–Por dos razones. En primer lugar, por la sintonía entre los seres humanos y las tecnologías inteligentes. Los humanos son capaces de colaborar y, en general, llevarse bien entre sí, porque se entienden. Si me muestras una taza lejana, puedo deducir que quieres beber de ella. Puedo pasarte la taza para ayudarte. Pero si la copa está vacía, puedo decir “Está vacía, deja que te la llene”. Del mismo modo, somos sensibles a las emociones de los demás. Podemos predecir cómo se sienten los demás en función del contexto y ajustar nuestro comportamiento en consecuencia. Si mi amigo tiene un problema informático frustrante, puedo intentar ayudarle, pero con cuidado para no aumentar su frustración.

A diferencia de los humanos, los ordenadores no desarrollan de forma innata esa sensibilidad a los estados mentales y las emociones humanas. Esa sensibilidad debe programarse en los ordenadores. Nuestros ordenadores de sobremesa y portátiles no tienen porqué entender nuestras emociones, pero a medida que se desarrolla la inteligencia artificial, corremos el riesgo de desajustar la inteligencia humana y la artificial: debido a las diferencias fundamentales entre estas inteligencias, nada garantiza que una IA tenga una comprensión real de la emoción humana. Mi hipótesis es que tal comprensión sólo puede proporcionarse a la IA si implementamos una teoría de la emoción en la IA. Además, mi hipótesis es que, en general, como los humanos son capaces de llevarse bien gracias a la comprensión de las emociones de los demás, esta comprensión de las emociones por parte de la máquina facilita el alineamiento entre la IA y los humanos.

La segunda razón es la investigación básica: para mí, como científico cognitivo, cualquier aspecto de la vida humana plantea un reto específico: ¿puedo entenderlo tan específicamente que pueda crear un modelo matemático de ello? La emoción es un reto muy interesante para mí.

P: ¿Cómo puede este modelo permitir a los ordenadores interpretar y comprender las emociones humanas?

–Para dotar a los ordenadores de una teoría de la emoción humana, ésta debe implementarse como un programa informático, un algoritmo que pueda, “in silico” (es decir, dentro de los cálculos internos del ordenador), simular el proceso de la emoción humana. Los humanos tenemos una teoría intuitiva de las emociones, y la psicología tiene teorías algo más rigurosas de las emociones, basadas en estudios y experimentos científicos. Ambas parecen funcionar bien en sus respectivos casos de uso: la teoría cotidiana para llevarnos bien con los demás, y las teorías psicológicas para entender la vida humana. Para los ordenadores, necesitamos un tercer tipo: un modelo computacional que implemente las mejores percepciones de la intuición humana y las teorías psicológicas.

P: ¿Podría hablarnos de los principios de psicología matemática que utiliza este modelo y de cómo funcionan?

–La teoría psicológica de la emoción que utilizamos se llama “teoría de la valoración”. Considera la emoción como un proceso que evalúa el significado de un acontecimiento para los seres humanos. Un acontecimiento es evaluado por la mente humana en múltiples pasos de complejidad creciente. Muy rápidamente (unos 100 milisegundos) tras el inicio de un acontecimiento, evaluamos su novedad. Después, en unos cientos de milisegundos, nuestra cognición evalúa si el acontecimiento es bueno o malo para nuestros objetivos, como el bienestar. A continuación, en menos de un segundo, nuestra cognición empieza a determinar si podemos hacer algo al respecto. La teoría de la valoración especifica muchas de estas evaluaciones que se producen de forma secuencial y recursiva en la mente humana, y especifica una serie de “emociones modales” (modales como en frecuente, a veces también se denominan emociones básicas), como la alegría, la ira, el miedo, etc.

La ventaja de la teoría de la valoración es que ofrece un esquema muy detallado y respaldado neurocientíficamente del proceso de las emociones humanas. Al ser tan detallado, era posible intentar crear una simulación informática de este proceso. Esto es lo que yo, junto con mis colegas y estudiantes, nos propusimos hacer. La gran pregunta, sin embargo, era: ¿cómo especificar el entorno del ser humano que experimenta emociones? Las emociones se producen como evaluaciones de acontecimientos que suelen ser externos a nuestra cognición.

La respuesta a esta pregunta fueron los ordenadores. Sus entornos de tareas son totalmente conocidos, porque sabemos todo lo que ocurre en el ordenador. Además, todo lo que el usuario humano hace con el ordenador queda registrado. Así pues, necesitábamos simular al usuario humano y su proceso emocional, y “conectarlo” a un modelo computacional de valoración. Además, necesitábamos un modelo de resolución de problemas humanos e integrarlo con el modelo de emoción. No fue fácil, pero nuestros experimentos preliminares, que ya se han publicado, avalan la capacidad de nuestro modelo para predecir las emociones humanas en tareas informáticas concretas.

P: ¿En qué situaciones podría utilizarse este modelo?

–En la actualidad, nuestro trabajo es todavía inicial en el sentido de que no se generaliza automáticamente a cualquier entorno de tareas. Debido a que nuestro modelo de emoción está tan estrechamente vinculado a un modelo de resolución de problemas humanos, todas las tareas en las que queremos predecir la emoción humana deben modelarse primero explícitamente. Esto requiere mucho tiempo. En el futuro, esperamos que esta parte de la construcción del modelo pueda automatizarse, por ejemplo, con la ayuda de un gran modelo lingüístico. En ese momento, el ordenador podría predecir las emociones del usuario en cualquier situación interactiva.

P: ¿Qué hace el modelo una vez que identifica la emoción humana?

–Actualmente nos detenemos en eso, pero es el siguiente paso de la investigación. Obviamente, queremos intervenir, pero la pregunta es: ¿qué es una buena intervención? ¿Cuál es la medida del éxito de una intervención?

De hecho, yo replantearía ligeramente la pregunta: queremos adaptar la interacción a las emociones antes de que se produzcan, así que en lugar de identificar, queremos predecir. Digamos que predecimos que el usuario se sentirá frustrado si la interacción sigue su trayectoria actual. Hemos fijado el objetivo de evitar la frustración, así que el ordenador utiliza su modelo de emoción para simular los resultados emocionales de varias intervenciones que puede aplicar al estado actual de la interacción.

Qué intervenciones son buenas depende del usuario individual y de la tarea específica. Un ordenador que predice que el usuario se va a frustrar pronto podría dirigir o empujar la interacción en una dirección diferente, intentar resolver preventivamente el problema que causará la frustración o proporcionar al usuario algún medio para responder a él antes de que cause demasiados problemas. El escenario óptimo sería que el usuario ni siquiera se detuviera a notar que el ordenador “entiende” sus emociones. Lo que el usuario debería notar es que la interacción es menos frustrante, o aburrida, o más alegre, o cualquier resultado emocional que queramos especificar para el éxito de la interacción persona-ordenador.

Posibles aplicaciones del modelo, según sus creadores:

-Con el modelo, un ordenador podría predecir preventivamente la angustia del usuario e intentar mitigar las emociones negativas.

-Podría utilizarse en diversos entornos, desde entornos de oficina a plataformas de medios sociales, mejorando la experiencia del usuario mediante la gestión sensible de la dinámica emocional.

-Las implicaciones de esta tecnología son profundas y permiten vislumbrar un futuro en el que los ordenadores no sean meras herramientas, sino socios empáticos en la interacción con el usuario.



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