VILLEPINTE, Francia (AP) — Su reacción a una derrota no fue enojo o frustración, sino orgullo. Mucho orgullo. Su camino no se parece al de ningún otro deportista olímpico, que ha visto en París 2024 cristalizar sus primeros sueños. Ni su apellido es australiano.
Con Tiana Echegaray nada es lo que parece. Y nada podría hacerla más feliz.
Hija de un padre argentino —”nunca he ido a Sudamérica, pero me encantaría”— y madre de las Islas Cook, un archipiélago de 15 islas en el Pacífico Sur, Echegaray cayó el martes en su primer combate en peso pluma (54 kilogramos) de los Juegos Olímpicos.
La derrota no fue siquiera apretada, y no le importa. Incluso con una tarjeta de 5-0 y un paso fugaz por la justa olímpica, Echegaray, sabe que su historia es una de inspiración con una clara moraleja: Nunca es demasiado tarde.
“No crecí soñando con venir a Juegos Olímpicos”, dijo sonriente, demasiado sonriente para alguien que acaba de ser dominada sobre el ring. “Empecé a boxear cuando tenía 25, 26 años, mi primera pelea fue en 2021 y estar en los Juegos Olímpicos es un logro increíble y estoy orgullosa de haber llegado hasta acá”.
Menos de cinco años después de haberse puesto los guantes por primera vez, Echegaray —quien atribuye su capacidad atlética a su herencia materna— llegó a la cúspide de su deporte. Y esa es sólo la mitad de la historia.
“Sinceramente, tuve un trabajo bastante mediocre de 9 a 5 la mayor parte de mi vida y nada de lo que hacía parecía tener mucho sentido”, relató. “Decidí hacer algo distinto, dar un giro total a mi vida y empecé a hacer ejercicio y se sintió bien moverse”.
Y se mantuvo en movimiento. No se detuvo hasta llegar a donde muchas boxeadoras jamás llegan. Eso explica su sonrisa incluso en la derrota 5-0 ante la turca Hatice Akbas. Quizás porque no se siente como tal.
“Cada vez que peleo con alguien tan talentoso como ella me hace darme cuenta de lo mucho que he logrado”, señaló. “La curva de aprendizaje en el boxeo es interminable y por eso me encanta, porque es tan desafiante”.