Luego de que su gatito Sam Sam the Kittycat Man desapareciera hace once años, Jennifer Ravenel no podía sostener otro gato en su regazo. Su corazón nunca pudo superar la pérdida de aquel gatito silvestre que había rescatado del hueco de un árbol en su granja de Carolina del Sur.
Pero ahora Sam ha regresado al regazo de Ravenel, gracias a su decisión de ponerle un microchip.
El Servicio de Control Animal del condado Charleston encontró a Sam este mes, flaco y alimentándose de las sobras que comía una manada de gatos callejeros a menos de un kilómetro y medio de la casa de Ravenel. Escanearon su microchip y Ravenel recibió una llamada casi increíble.
“Realmente pensé que me estaban gastando una broma, porque no podía ser posible. Pero esto es un milagro”, dijo Ravenel a los trabajadores de la Sociedad Protectora de Animales de Charleston.
Llevaron a Ravenel a un cuarto en el que Sam se encontraba en una jaula. Lloró en cuanto lo vio.
“¡Sam, Sam the Kittycat Man! ¡Te he extrañado tanto! ¡11 años!”, exclamó la mujer.
Cuando todos se aseguraron de que Sam estaba bien, Ravenel pudo tenerlo nuevamente en su regazo. Lo apretó, le dijo que era su niño y notó lo flaco que estaba.
“No he tenido un gato en brazos desde que se fue —11 años— porque me rompió el corazón. Sentir el tenue latido de su corazón ahí dentro, oh, cielos, es lo más loco que me ha pasado”, dijo Ravenel en un video proporcionado por la Sociedad Protectora de Animales.
Sam probablemente pesaba 6,8 kilos (15 libras) cuando desapareció, y al ser hallado había perdido la mitad de su peso, dijo Kay Hyman, vocera de la Sociedad Protectora de Animales.
En un principio Ravenel halló a Sam en una manada de gatos callejeros tras oír maullidos silenciosos procedentes de un hueco en un árbol. Él se sentaba en su regazo y la seguía por la granja.
Pero un día llegó un perro y ahuyentó a Sam, y ella ya no pudo encontrarlo.
“Busqué y busqué por el bosque. Pregunté a todos los que vivían a nuestro alrededor y nadie lo había visto. Pero es un sobreviviente”, dijo Ravenel a los trabajadores de la sociedad mientras acariciaba a su ya viejo amigo.
El reencuentro hubiera sido imposible sin el microchip implantado justo debajo de la piel de Sam. La Sociedad Protectora de Animales dijo que esto demuestra lo importante que es contar con ese tipo de identificación permanente para las mascotas.
Ravenel le contó al personal del refugio que Sam pasa la mayoría del tiempo a los pies de su cama y no quiere volver a salir.