Thursday, October 3, 2024
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Cuando el fanatismo religioso se convierte en una amenaza a la democracia

COUNCIL BLUFFS, Iowa, EE.UU. (AP) — Miles cantaban, vitoreaban y oraban mientras varios predicadores declaraban que Donald Trump era el candidato favorito de Dios para derrotar a lo que uno llamó las “fuerzas de la oscuridad”.

Los ponentes principales denunciaron a la demócrata Kamala Harris —rival de campaña de Trump— como influenciada por demonios y el espíritu de Jezabel, la malvada reina bíblica.

Los asistentes se pusieron de pie y recitaron al unísono el “Decreto del Vigilante”, que invoca un gobierno que honra a Dios y tiene leyes “rectas” y fallos judiciales “bíblicos”. Se comprometieron a “recuperar y controlar permanentemente” los puestos de liderazgo en sectores como el gobierno, los negocios y la cultura.

“Rompemos toda maldición contra Donald Trump —rompemos todo encantamiento satánico contra su presidencia—”, declaró Hank Kunneman, el predicador anfitrión, en la conferencia anual Opening the Heavens (Abriendo los Cielos), celebrada a mediados de septiembre en el estadio Mid-America Center en la ciudad de Council Bluffs, Iowa.

La conferencia es una de varias de su tipo en todo el país este año electoral, con un culto exuberante y discursos de predicadores influyentes. Representa un ala altamente politizada del cristianismo carismático, un movimiento más grande que enfatiza dones espirituales como las curaciones, la profecía y el hablar en lenguas que desconocen o son inteligibles.

Como muestra de la influencia de este movimiento, el candidato republicano a la vicepresidencia, JD Vance, apareció recientemente en una conferencia similar llamada Courage Tour (Tour del Valor), en Pennsylvania.

Los objetivos de la conferencia incluían conseguir el voto para Trump y sus aliados, y movilizar a los creyentes para orar y participar en lo que se proclama como una guerra espiritual literal en torno a la elección.

“Salgan y voten. ¡Tomen su voz y álcenla!”, declaró Kunneman, quien es pastor en la iglesia Lord of Hosts en la cercana Omaha, Nebraska, con su esposa, Brenda. “Que caiga todo demonio… Rechazamos cualquier intento de robar el poder ejecutivo”.

La conferencia surge de un movimiento que enfatiza la dirección autoritaria de líderes considerados apóstoles y profetas modernos. También incorpora el nacionalismo cristiano, una fusión de la identidad estadounidense y cristiana.

Los críticos ven el movimiento con alarma, y lo consideran antidemocrático y en apoyo a un candidato con ambiciones autoritarias y una retórica incendiaria. Muchos de sus líderes respaldaron las afirmaciones de Trump de que las elecciones de 2020 fueron robadas a pesar de la abrumadora evidencia de lo contrario.

“La actitud de cara a 2024 es: ‘Los demonios probablemente intentarán robar esta elección otra vez, por lo que debemos hacer una guerra espiritual por adelantado para prevenir eso’”, dijo Matthew Taylor, autor del nuevo libro sobre el movimiento, “The Violent Take It By Force: The Christian Movement That Is Threatening Our Democracy” (El violento ‘Tómalo por la fuerza’: el movimiento cristiano que amenaza nuestra democracia).

“Es muy difícil tener una democracia pluralista”, expresó Taylor, cuando muchos desconfían del sistema electoral.

Varios líderes de este movimiento estuvieron presentes en manifestaciones en Washington en protesta por la victoria presidencial de Biden antes y durante el 6 de enero de 2021, agregó Taylor.

Los líderes no estaban entre los alborotadores del Capitolio, pero algunos emitieron decretos y oraciones para que se bloqueara la certificación de la victoria de Biden y Trump regresara para un segundo mandato.

Esa ideología “es uno de esos hilos dorados” en las redes sociales de muchos participantes de las manifestaciones del 6 de enero, expuso Taylor, académico protestante del Instituto de Estudios Islámicos, Cristianos y Judíos, con sede en Baltimore.

Los predicadores más renombrados de la conferencia en Council Bluffs hablaron repetidamente de estar en una verdadera guerra espiritual, y fusionaron decretos de victoria política y avivamiento cristiano.

El “favor del Señor” está con Trump, sostuvo Dutch Sheets, un predicador. “Estados Unidos se va a salvar, y creo que esta elección es parte de ello”.

Su hermano Tim Sheets, también predicador, contó que tuvo una visión de un ángel guerrero que disparó una flecha que cayó frente a la Casa Blanca y reclamó el territorio para Dios.

“Debemos avanzar en la batalla por el Señor”, dijo. “Los tambores de la guerra espiritual están sonando”.

Los predicadores denunciaron repetidamente el aborto —uno lo describió como un derramamiento de sangre ansiado por los demonios— y la “mutilación” de niños al describir un tratamiento de afirmación de género para jóvenes transgénero.

El estadio parecía un poco más de la mitad lleno, con miles de asistentes provenientes de varios estados. Muchos llevaban camisetas con lemas como “Defensor del Territorio” y “Nosotros, el Pueblo, Confiamos en Jesús”, mientras que varios se abrigaban con mantas de tela sintética polar con la imagen de la bandera estadounidense en medio del aire acondicionado frío.

Los participantes en la conferencia de Council Bluffs, en su mayoría blancos, aunque no exclusivamente, se alinearon con el apoyo cristiano evangélico más amplio de Trump.

Aproximadamente 8 de cada 10 evangélicos blancos apoyaron a Trump en 2020, según AP VoteCast, una encuesta nacional del electorado. La encuesta de votantes validada del Pew Research Center (Centro de Investigaciones Pew), un grupo de expertos que brinda información sobre actitudes, tendencias y problemáticas de Estados Unidos y el mundo, encontró niveles de apoyo similares en 2016.

Este año, aproximadamente 7 de cada 10 protestantes evangélicos blancos ven al candidato republicano de manera favorable, encontró una encuesta del The Associated Press y el Centro NORC para la Investigación de Asuntos Públicos, una organización apartidista de investigación.

Detrás de esa supermayoría hay un evangelicalismo diverso. La exuberancia carismática y el enfoque en lo sobrenatural contrastan en tono con el enfoque relativamente moderado de grupos como los bautistas del sur, aunque ellos se han aliado en su conservadurismo político y su oposición al aborto y los derechos LGBTQ+.

Y el movimiento carismático tiene su propia diversidad. Esta rama fuertemente politizada enseña que, en la actualidad, Dios ha restablecido los antiguos roles bíblicos de apóstol —un líder autoritario— y profeta —alguien que emite proclamaciones divinas.

El movimiento no es una denominación religiosa. Las iglesias y los ministerios operan en gran medida de manera independiente, incluso cuando sus líderes hablan en las conferencias de los otros, respaldan los libros de los demás y participan como invitados en las transmisiones de los otros.

Como un ejemplo de la superposición, la conferencia Opening the Heavens (Abriendo los Cielos), en Council Bluffs, presentó un segmento llamado FlashPoint Live —una versión en persona de un programa de televisión que mezcla el cristianismo carismático y la política conservadora—. Es una de las muchas conferencias FlashPoint Live de este año cuyo anfitrión es el pastor Gene Bailey. Su reciente entrevista con Trump demostró los estrechos vínculos entre el movimiento y el expresidente.

La gira ReAwaken America (ReDespertar de Estados Unidos), iniciada por Michael Flynn, el ex asesor de seguridad nacional de Trump, ha combinado de manera similar la política con mítines de estilo avivamiento y ha presentado a miembros de la familia de Trump.

Si bien una variedad de evangélicos sirvieron como asesores religiosos de Trump durante su administración, los líderes carismáticos fueron especialmente prominentes.

El movimiento de apóstoles y profetas se superpone con dos ideas populares relacionadas: el “dominionismo”, que dice que los cristianos deben estar a cargo de la sociedad, y el “Mandato de las Siete Montañas”, que especifica siete áreas en las que los cristianos deben liderar: la política, la religión, los medios de comunicación, los negocios, la familia, la educación y las artes y el entretenimiento—.

Bailey dirigió la recitación del Decreto del Vigilante en Council Bluffs, que incluía una promesa de “controlar permanentemente las posiciones de influencia y liderazgo en cada una de las siete montañas”.

Bailey y Kunneman declinaron las solicitudes de entrevistas a través de un representante ante los medios.

Taylor dijo que, según esta corriente de teología carismática, los cristianos infundidos del Espíritu Santo tienen el poder no solo de pedirle a Dios resultados, sino de decirlos para que se hagan realidad.

“No se trata solo de recitar o decir oraciones”, explicó. “Creen que están cambiando la realidad con estos Decretos del Vigilante”.

Y agregó: “Parece una locura cuando te topas con ello, pero es muy popular y muy peligroso”.

Separado de los organizadores de la conferencia de Council Bluffs, pero con un elenco de oradores superpuestos, está el Tour del Valor. Es liderado por Lance Wallnau, quien popularizó el concepto de las Siete Montañas y fue uno de los primeros impulsores de la candidatura de Trump en 2016.

El tour se ha realizado en los estados más reñidos que decidirán la elección, con mezclas de adoración, oraciones por curaciones milagrosas y política abierta —incluido un llamado a los cristianos para que se conviertan en trabajadores electorales u observadores electorales para “luchar contra el fraude” en los estados decisivos—.

Taylor dijo que esto parece sentar las bases para una campaña que deslegitimice los resultados de las elecciones de 2024 si Harris gana.

Si bien los líderes del movimiento hablan de guerra espiritual —es decir, ángel contra demonio en lugar de humano contra humano—, Taylor advirtió que esa retórica puede incitar a algunas personas a tomar el asunto en sus propias manos.

Expuso que no es de extrañar que algunos alborotadores en el Capitolio en 2021 rezaran en voz alta y mostraran símbolos cristianos.

“Realmente me preocupa que quizá veamos mucha más violencia política”, dijo.

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La cobertura religiosa de The Associated Press recibe apoyo a través de la colaboración de la AP con The Conversation US, con financiamiento de Lilly Endowment Inc. La AP es la única responsable de este contenido.



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