Corrían los primeros años de la década del 90 cuando el género tropical, aunque menguante, aún coronaba las ondas radiales en Puerto Rico.
Eran los tiempos del asentamiento de la llamada generación X, el umbral de la masificación de la internet y la plena gestación de lo que hoy el mundo conoce como el reguetón.
La salsa, que ya venía luchando por su supervivencia desde los años 80 cuando géneros como el merengue y el pop acrecentaron su presencia, prácticamente se sostenía de los exponentes -vivos o fallecidos- de aquella época de gloria de los años 60 y 70. Hacía su llegada también, para complicar las cosas, el notorio canal de televisión MTV que impulsó en sus inicios a géneros como el pop y el rock norteamericano y transformó la industria de la música.
Ante ese panorama, como poco estéril para la salsa, un adolescente de apenas 15 o 16 años apareció en escena: Gerardo Rivera Rodríguez, conocido artísticamente como Jerry Rivera.
El niño o bebé de la salsa, como fue bautizado, arrancó su carrera musical sin mucha grandiosidad. Su primera producción, Empezando a vivir, si bien representó un respiro y la introducción de una cara fresca para un género en declive, no tuvo, ni de lejos, el mismo éxito que otras producciones musicales lanzadas en años posteriores.
Abriendo puertas, Cuenta conmigo y Cara de niño, fueron sin duda los trabajos discográficos que sirvieron de plataforma al entonces novel cantante para cimentar una exitosa carrera por tres décadas y media. Un hito en sí mismo, particularmente cuando gran parte de esa generación a la que pertenece Jerry Rivera, ya había emprendido la marcha en la búsqueda y el desarrollo de su propia identidad musical, el underground, más adelante reguetón o, en su forma evolutiva y contemporánea, el género urbano.
Canciones como Qué hay de malo, Cara de niño, Casi un hechizo y Cuenta conmigo –por mencionar algunas- conquistaron a la juventud puertorriqueña y latinoamericana. Y Amores como el nuestro, la canción insignia del consagrado salsero, se convirtió en uno de los éxitos musicales representativos de su generación.
Fue con esa proeza de haber emprendido una carrera artística con todos los pronósticos en contra -y sostenerla por los pasados 35 años- que Jerry Rivera llegó hasta el Coliseo de Puerto Rico, José Miguel Agrelot, la noche del sábado para recorrer su trayectoria por la música.
Alrededor de las 9:45 de la noche las luces del Choliseo se apagaron y acompañado de una orquesta con sobre veinte músicos y coristas, el orgullo de Levittown inició la función con los temas Dime, Esa niña y Nada sin ti.
“¡Saludos Puerto Rico, mi casa! Hoy es el día más grande de mi carrera […] Es una noche histórica, parece que fue ayer cuando comencé en la música y acabamos de cumplir 35 años de carrera. Nació todo aquí en Puerto Rico, mis mejores éxitos, mi carrera, mi música”, fueron sus primeras palabras a los espectadores.
El primer invitado de la noche fue el cantante Luis Enrique y juntos interpretaron el tema del nicaragüense, Tú no le amas, le temes. Finalizado el mismo Luis Enrique canto su éxito, Yo no sé mañana mientras Jerry realizaba su primer cambio de vestimenta. En ambas interpretaciones el público se volcó en vítores y aplausos.
Me estoy enloqueciendo por ti, Loco de amor, Solo tú, Un amor verdadero, Ese y Me estoy enamorando fueron algunos de los temas interpretados por el tres veces nominado a los Premios Grammy antes de subir al escenario el segundo invitado de la noche, el cantante Farruko, para juntos entonar el éxito Qué hay de malo en una nueva versión que incorporó ritmos y sonidos urbanos.
El tercer y último invitado de la noche, ya entrando a la parte final del espectáculo, fue el merenguero Elvis Crespo que junto a Rivera interpretó su éxito, Nuestra canción. La presencia en tarima del creador de Suavemente y Tu sonrisa -temas que también interpretó- encendió al público presente.
Finalizada la participación de Elvis, Jerry Rivera cerró la función con las interpretaciones de los temas Casi un hechizo y Amores como el nuestro mientras gran parte del público bailaba y coreaban las canciones.
“¡Gracias Puerto Rico! ¡Los llevo en el alma, que viva mi isla del encanto!”, expresó el artista para culminar la función.