De cara al 2028, el Partido Popular Democrático (PPD) casi casi presenta oficialmente a su candidato a la gobernación con el anuncio de que el licenciado Pablo José Hernández Rivera tomará la presidencia de la colectividad.
Su notificación es a destiempo para algunos. ¿Necesita el licenciado Hernández Rivera tomar control de la colectividad ahora? Entiendo que no, a menos que…
De ordinario, asumir tan temprano la presidencia de un partido con intención de correr para la gobernación no es aconsejable porque expone a esa figura a ataques constantes y puede llegar lacerado y fatigado. Es natural dar malos pasos, y mientras más tiempo se esté en el puesto, más oportunidades hay para cometer errores y ser “acribillado” mediáticamente. Para 2013, tras la derrota de Luis Fortuño en las elecciones del 2012, el entonces comisionado residente, Pedro Pierluisi, anunció que buscaría la presidencia del Partido Nuevo Progresista (PNP). El análisis fue el mismo, que estaba a destiempo. No obstante, si Pierluisi no daba el paso en ese momento, el candidato natural para la presidencia era Thomas Rivera Schatz. Si la presidencia caía en manos de este, no iba a ser para él servir de “pararrayos” y luego entregar a otro la candidatura a la gobernación luego de haberse “achicharrado” por tres o cuatro años. Pierluisi no hubiese tenido break para el 2016 si Rivera Schatz hubiese tomado control de la colectividad en ese momento. Por eso, para él era indispensable echarle mano a la presidencia penepé tan temprano. Hernández Rivera no tiene esa amenaza.
Por su ascendencia, Hernández Rivera tiene más oportunidad de obtener más votos que lo que tuvo Jesús Manuel Ortiz en las pasadas elecciones. El comisionado sacó más votos que la gobernadora Jenniffer González en noviembre pasado; no obstante, eso no tiene mayor peso en análisis si recordamos que igual ocurrió con Aníbal Acevedo Vilá sobre Sila María Calderón en el 2000, Pierluisi sobre Alejandro García Padilla en 2012, con Jenniffer González sobre Ricardo Rosselló en 2016, y sobre Pedro Pierluisi en 2020. En ese sentido, no es que Hernández Rivera sea un fenómeno político por eso; es lo que ha ocurrido en el 70% de las elecciones desde el año 2000.
¿Es Pablo José otro candidato más dentro del PPD? No lo es. Tiene buenos atributos, unos por circunstancias de la vida y otros por mérito propio. Ser nieto de Rafael Hernández Colón tiene el mayor peso de sus posibilidades de éxito con el factor reconocimiento, aunque eso no lo es todo. Fue un ángulo que él capitalizó y al que le sacó provecho en la pasada elección, recordando al electorado que era el nieto de…
Hernández Rivera también lució como un joven maduro, serio, preparado y capacitado, al menos para el puesto que ganó. Es su primera oportunidad para que el pueblo pueda validar si lo que se proyectó en la campaña es real y evalúe su desempeño como funcionario público para entonces considerarlo como un potencial candidato a la gobernación.
El pasado lunes, en Jugando Pelota Dura, se le cuestionó si realmente es una buena estrategia tomar la presidencia de la pava tan temprano en el juego, por lo que les expliqué. Obviamente, su respuesta estaba preparada y pensada antes de la pregunta. Fue una respuesta segura y madura. “Los líderes que este país más respeta y admira cogían las presidencias de su partido temprano porque tenían que hacer un trabajo. Hay personas que ven un problema y huyen. Y habemos personas que vemos un problema y nos acercamos con deseos de resolverlo. Ahora mismo, el Partido Popular tiene un serio problema histórico, y yo siento que, a raíz del resultado en el que yo prevalecí, quiero traspasar lo que yo hice en esa campaña para el partido como institución y posicionarlo para ganar en el 2028″.
Como les digo, muy buena respuesta. No obstante, más adelante, para fortalecer su argumento, puso como ejemplo a Luis Muñoz Rivera, Acevedo Vilá, Fortuño y Pierluisi. Tomemos los de tiempos recientes. Cuando Acevedo Vilá se echó el partido encima por primera vez, en 1997, no aspiró a la gobernación en las próximas elecciones. Cuando, sí, aspiró fue en 2003, un año antes de las elecciones porque Calderón decidió no correr y José Alfredo Hernández Mayoral, luego de anunciar su aspiración, retiró su candidatura. Fortuño tampoco tomó la presidencia cuatro años antes de las elecciones. La ocupó ocho meses antes, después de una primaria con Pedro Rosselló. Pierluisi, sí, tomó la presidencia del PNP comenzando el cuatrienio del 2013 y perdió la primaria del 2016. En 2020, tomó la presidencia cinco meses antes de las elecciones. No fueron los mejores ejemplos para fortalecer su argumento. Con la respuesta inicial, era más que suficiente.
Una candidatura o campaña para comisionado residente es muy distinta a una a la gobernación, en términos de estrategia. El licenciado Rivera Hernández se manejó muy bien en la pasada contienda, pero habrá que ver su juego de pies en las grandes ligas.
Aunque tiene un gran reto, probablemente se le haga menos complicado que a Ortiz enderezar el partido.
Siendo un candidato que, al momento, no tiene controversias, y aspectó bien, imagino que la estrategia del PNP será traer nuevamente el tema del estatus y otro invento de plebiscito porque es el tema que tanto huyó el PPD y el PIP en la pasada elección. ¿Cómo lo manejará Pablo José? No importa si al pueblo le importa o no el tema, el mismo servirá más para medir su aceite como candidato que para lograr algún avance en el tema. Pero anticipo que el escudo será “el estatus no está en issue”. Ese mensaje puede calar porque, como he dicho, el PNP ha abusado del electorado tomándole el pelo con la expectativa de que cada plebiscito acerca más la estadidad a nuestras costas. La estadidad no va a llegar nunca de la mano de un partido que solo la usa para ganar elecciones y que “coge de…” hasta a sus propios electores. Ahí sería el PNP el que le daría balas a Hernández Rivera para neutralizar el tema. Ya veremos.
Lo que podemos anticipar es que, con Pablo José Hernández, los ojos no van a estar puestos exclusivamente en Juan Dalmau como oposición principal, menos si la alianza independentista llega débil al 2028.