“Por la encendida calle antillana va Tembandumba de la Quimbamba –rumba, macumba, candombe, bámbula–…”, dice el poema Majestad Negra, de Luis Palés Matos, declamado al ritmo del sicá, uno de los más reconocidos en la bomba puertorriqueña. Además del sicá, otros ritmos como el yubá, el holandé y el cuembé, nacieron en Santurce. En la tradición de la bomba, el bailador y el tocador establecen una conversación donde el baile habla y las manos, golpeando el barril, responden.
Para la instructora de bomba, actriz y profesora en la Escuela de Artes, Diseño e Industrias Creativas de la Universidad del Sagrado Corazón, Sara Cristina Cruz Cepeda, los ritmos cangrejeros han ido transformándose en los pasados años, pero conservan su esencia.
“La bomba ha cambiado muchísimo en la última década, incluso después de la pandemia. Los ritmos característicos de Santurce, como el yubá y el cuembé, se mantienen muy vivos en términos generales, pero hoy se están tocando más rápido o hay variaciones dentro de esos ritmos que ya no se están escuchando”, indicó.
Cruz Cepeda resaltó la importancia de la educación sobre cada ritmo, pues cada uno se caracteriza por su forma de tocarse y bailarse, y por sus variaciones. El holandé se describe como un ritmo animado, ya que se toca con mayor rapidez que los demás y expresa entusiasmo, y el yubá como uno sombrío y espiritual. El Conservatorio de Artes del Caribe, por otra parte, caracteriza el sicá como el ritmo más conocido de la bomba, compuesto de cuatro golpes, y el cuembé como uno similar al sicá pero con un golpe adicional; cada ritmo tiene su esencia.
“Para preservar algo, tienes que conocerlo, tienes que conocer de dónde viene y todo lo que lo compone”, enfatizó la profesora.
Cruz Cepeda destacó que los ritmos de la bomba tienen un trasfondo histórico que debe explorarse a profundidad para continuar su legado y evitar la desinformación. La bomba, más que ser un género musical, también fue un símbolo de protesta que utilizaron los esclavos hace 400 años atrás.
“Hay mucha bomba que se toca en los pubs o en negocios que usualmente se enfocan en disfrutar la música en el momento y no tanto en profundizar, conocer las diferencias de cada ritmo o cómo se bailan. A veces se baila un sicá o un yubá como si fuera un seis corrido (un ritmo de Loíza), y se van perdiendo todas esas riquezas que caracterizan esos ritmos”, argumentó la experta.
Por otro lado, el cantante y poeta del verso negro Michael Cruz Rodríguez, mejor conocido como Dulce Coco, resaltó la historia detrás de este género y cómo la comunidad afroantillana santurcina ha trabajado para mantener la tradición.
“Son bien importantes esos ritmos en la bomba, ese compás que marca toda esa ancestría, esas personas del pasado que cultivaron lo que es la bomba puertorriqueña… Los ritmos de San Mateo de Cangrejos, que es el nombre original de lo que se conoce como Santurce, son un orgullo negral”, indicó Cruz Rodríguez.
Ritmos como el sicá se han popularizado y se han fusionado con otros géneros, como lo hicieron los compositores cangrejeros Rafael Cortijo Verdejo e Ismael Rivera con la salsa entre las décadas de los cincuenta y los setenta.
Según el poeta, Santurce ha sido una fuerza principal para que la bomba tomara auge luego de que se viera en riesgo a perderse debido a la discriminación, el racismo y el rechazo hacia las raíces negras.
“Esta comunidad ha traído a la luz estos temas de negritud. Si no hubiese sido por el trabajo de don Rafael Cepeda Atiles o todas las personas que sintieron ese llamado, la bomba hubiese sido olvidada”, dijo Dulce Coco. La familia Cepeda fundó en 1977 la Escuela de Bomba y Plena Rafael Cepeda Atiles, la primera y única escuela de bomba durante años.
“La comunidad de Santurce ha traído en estos tiempos estos temas y ritmos de negritud, que son de importancia para nuestra cultura. ¿Cómo combatimos el racismo? Con educación y elegancia, y qué mejor que con la bomba puertorriqueña”, añadió.
La bomba está presente en diferentes espacios dentro y fuera de Puerto Rico. Por ejemplo, existen actividades como el Día Nacional de la Bomba, gestado por la Escuela de Bomba y Plena Don Rafael Cepeda Atiles, donde se comparte esta práctica y se escuchan los ritmos desde su lugar de crecimiento. Además, exponentes como Jesús Cepeda Brenes, Modesto Cepeda, Tata Cepeda y agrupaciones como Taller Tambuyé, Barrileras del Ocho de Marzo y La Bomba Va contribuyen a la preservación y la difusión de la bomba.
“La bomba todavía tiene un margen de crecimiento grandísimo. Veo que el pueblo está muy entusiasmado; le gusta a los niños, a las personas mayores, a la juventud también, y hay mucho que aprender y aportar”, concluyó Dulce Coco.
Adieluz N. Mattos Boria es estudiante de Periodismo en la Universidad del Sagrado Corazón. Esta publicación es producto de una colaboración con el programa EntreMedios, de la Escuela de Comunicación Ferré Rangel. La historia fue publicada originalmente en La Península.