Detrás de la humeante taza de café que llega a la mesa, existe una compleja cadena que permite que el producto viaje desde la plantación hasta el supermercado o la cafetería. Múltiples factores se combinan y explican también el alza de precios que se viene registrando desde 2021.
La causa más evidente tiene que ver con la crisis climática y fenómenos como las prolongadas sequías, inundaciones, tormentas y huracanes que perjudican las cosechas. A la menor oferta se suman mayores costos operativos y de transporte, incertidumbre en el mercado y una demanda cada vez mayor. Así, el comportamiento y las expectativas de oferta y demanda internacionales determinan el valor que se fija históricamente en la bolsa de Nueva York.
Brasil es el mayor productor anual, responsable del 35 %, seguido de Vietnam (15 %). Juntos producen la mitad del café que se consume en el mundo. A nivel latinoamericano le siguen Colombia, Honduras, Perú, Guatemala y México.
Los mayores productores, Brasil, Vietnam, Indonesia, Colombia, algunos países africanos y los centroamericanos en conjunto, marcan la disponibilidad y la oferta, explica a DW Jorge Mario Martínez, director de la sede subregional de la CEPAL en México.
En el encarecimiento reciente han sido clave “las condiciones secas y calurosas de Brasil y Vietnam, y las lluvias excesivas en Indonesia en los últimos años, que provocaron pérdidas y daños en las plantaciones y cuya recuperación no es inmediata, así como mayores costos de producción por el mantenimiento de los cafetos”, detalla.
Las exportaciones globales, consecuentemente, mostraron un descenso. En enero de este año cayeron un 14,2 % con respecto al mismo mes de 2024, según datos de la Organización Internacional del Café (OIC).
Junto al impacto del clima, Víctor Bautista, director de la oficina comercial de Procolombia para Europa Central y del Este, con sede en Fráncfort, menciona los altos aranceles impuestos por Estados Unidos a Vietnam. “No se sabe si son a largo o mediano plazo. Esto trae inestabilidad, lo que no es bueno para los mercados. La planificación de las cosechas y del proceso productivo necesitan estabilidad”, dice a DW.
Cada vez mayor demanda
El café es la segunda bebida más consumida en el mundo, después del agua, y su demanda va en aumento, tras una baja en pandemia. Martínez indica que también han cambiado las características de la demanda: exigencias de sostenibilidad o uso de fertilizantes orgánicos implican mayores costos y esfuerzos de inversión.
“A nosotros nos conviene más vender a Europa, porque es un mercado más justo, que apetece y sabe de la calidad de los cafés, y nos pagan todo el esfuerzo selectivo que hacemos”, dice a DW Jorge Utrilla, director general del Instituto del Café de Chiapas (Incafech), en México. La especialidad de la región es la plantación bajo sombra. Utrilla explica que esto ayuda a mantener temperaturas más controladas, reduce la erosión del suelo y facilita la convivencia con la flora y fauna endémica.
En las recientes subidas de precio influyó también la mayor compra por parte de países europeos, para adelantarse a la entrada en vigor de la ley antideforestación. Las fluctuaciones de precios son propias de este mercado, que también se caracteriza por una demanda inelástica, es decir, el consumo se mantiene a pesar de que esté más caro.
Récord de precios
En 2024, el precio indicativo compuesto (I-CIP) del café verde aumentó un 38,8 % con respecto al año anterior, según la FAO. De acuerdo con el organismo, en Estados Unidos y la Unión Europea (principales importadores), el precio de venta al consumidor subió en 6,6 % y 3,8 %, respectivamente, entre diciembre de 2023 y el mismo mes de 2024.
En febrero de 2025, en tanto, la OIC registró un I-CIP promedio mensual de 354,32 centavos de dólar la libra. Esto es un 14,3 % más que el mes anterior y un 94,6 % más que febrero de 2024: el valor más alto registrado en casi 50 años.
Desde el cafetal, pasando por el comprador o exportador, el transporte, tostado y aduana, hasta el consumidor, cada intermediario agrega trabajo y precio. Una libra (455 gramos) de café, que en verde costó poco más de tres euros puede llegar a rendir más de 50 tazas en una cafetería en Europa, donde el cliente paga más de tres euros por cada una.
“Si vendemos un kilo de café verde a 130 pesos mexicanos, el precio va subiendo conforme la transformación de la materia prima. Una taza de café puede costar 40, 100 o 200 pesos, dependiendo de donde se oferte, la calidad de la cafetería y el país donde se encuentre”, calcula Utrilla.
Ganadores y perdedores
“Este es el año del productor. Para el caficultor local este ciclo de cosecha ha sido excelente porque los precios se fueron al alza. Hoy, como nunca en la historia, es el más beneficiado de la cadena”, opina el director de Incafech.
“Para los cultivadores hay una mayor retribución, lo que es positivo, porque son los que tienen que hacer las inversiones en sus cultivos y procesos productivos, y esto les permite mejorar la competitividad”, plantea Bautista. En Colombia, añade, “el café es casi el 60 % del territorio cultivado. Más de medio millón de familias se dedican a ello. Son pequeños y medianos productores, que dependen de este cultivo y este precio nos ayuda”.
Sin embargo, mayores precios no siempre son algo totalmente positivo, observa. Aproximadamente el 95 % del café que se produce en este país se exporta y los exportadores enfrentan el desafío de la competitividad en medio del aumento de la demanda y frente a compradores que pueden optar por otros mercados que ofrezcan precios más convenientes, en África o Centroamérica.
“Con el nivel de precios actual los más afectados son los consumidores que comprarán un café más caro en mercados minoristas, cafés de grandes marcas y en cafeterías”, advierte Martínez. También en los países productores. “El alto precio en los mercados internacionales, el más alto de los últimos 35 años, ha incentivado la exportación y los productores y distribuidores prefieren vender en esos mercados. Esto presiona los precios en el mercado local”, agrega.
El representante de CEPAL apunta a una particularidad del mercado internacional del café: hay muchos productores y pocas empresas que dominan las transacciones internacionales. Los altos precios actuales benefician al intermediario internacional que logra controlar grandes cantidades de café para su procesamiento y comercio, así como a “productores medianos, grandes y los que pertenecen a cooperativas o asociaciones que tienen mayor capacidad de negociación”.
¿Estabilidad a la vista?
En los últimos meses, en tanto, se observa una leve baja en el I-CIP, el precio indicativo de referencia de la OIC. Las exportaciones, a excepción de Sudamérica, muestran un aumento. “Históricamente, después de alzas de los precios del café sigue un proceso de ajuste a la baja, una vez que la demanda se estabiliza y la producción se recupera. Los datos de marzo y abril pueden indicar que este proceso de ajuste ya comenzó”, observa Martínez.
No obstante, “es incierto si la reducción será rápida o lenta. Lo que se puede prever es cada vez mayor inestabilidad de los precios internacionales debido a factores climáticos en los países productores, donde cada vez son más frecuentes las sequías y las inundaciones”, adelanta.
El creciente consumo de café y la necesidad de aumentar la producción es una oportunidad para los cultivadores, con precios que retribuyen su inversión, “pero también es importante crecer de forma sostenible”, apunta el representante de Procolombia.
“Las condiciones climáticas nos hacen ver que necesitamos hablar de sostenibilidad en el proceso productivo. Estamos muy ligados a seguir buenas prácticas ambientales y tener más certificaciones orgánicas y de comercio justo. Son condiciones importantes para el proceso productivo, así como hacer el marco regulatorio de manera que no incremente seriamente los precios”, subraya.
(rml)