¿Hay algo más emocionante que mirar al cielo y descubrir que el universo es más extraño, más antiguo y más fascinante de lo que imaginábamos? La ciencia espacial no se detiene, y el Telescopio Espacial James Webb (JWST, por sus siglas en inglés) vuelve a sacudir la historia de la astronomía con un descubrimiento que desafía las fronteras del tiempo y el espacio: la galaxia MoM-z14, la más lejana jamás observada.
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Según un estudio publicado el 30 de mayo de 2025, un equipo internacional de astrónomos liderado por investigadores del Instituto Kavli para la Física y Matemáticas del Universo en Tokio detectó la luz de esta galaxia con un corrimiento al rojo (redshift) de 14.32, lo que significa que estamos viendo un objeto tal como era hace más de 13.5 mil millones de años, apenas 290 millones de años después del Big Bang.
Este hallazgo no solo amplía el catálogo del JWST, sino que reescribe nuestras ideas sobre cómo y cuándo se formaron las primeras galaxias. ¿Qué significa esto? ¿Por qué importa tanto? Y sobre todo: ¿qué otras sorpresas nos tiene preparadas el telescopio más potente jamás construido por la humanidad?
Spoiler: lo que antes se consideraba imposible, ahora es historia.
El récord anterior ya era de James Webb
Desde su puesta en operación en 2022, el JWST ha sido una máquina de romper récords. Antes de MoM-z14, el título de “galaxia más lejana” lo tenía JADES-GS-z13-0, con un redshift de 13.2. Eso ya era impresionante. Pero lo de MoM-z14 es de otro nivel.
El redshift o corrimiento al rojo mide cuánto se ha estirado la luz de un objeto debido a la expansión del universo. Cuanto mayor es este número, más antigua y más lejana es la fuente de esa luz. En el caso de MoM-z14, estamos hablando de una galaxia cuya luz ha viajado más de 13.500 millones de años para llegar a nosotros. Eso es más del 95% de la edad total del universo.
El análisis se realizó utilizando el instrumento NIRCam (Near Infrared Camera) del JWST, que opera en longitudes de onda infrarrojas. Estas son clave para observar objetos tan lejanos, ya que la expansión del universo estira la luz visible hacia el infrarrojo.
¿Qué sabemos de MoM-z14?
MoM-z14 es, hasta donde la tecnología nos lo permite, una galaxia pequeña y extremadamente lejana. A pesar de su distancia, brilla con una intensidad sorprendente, lo que sugiere que contiene una gran cantidad de estrellas jóvenes y calientes.
Según el estudio, esta galaxia tiene una masa estelar equivalente a cientos de millones de soles y una tasa de formación estelar mucho mayor de lo que se creía posible para una época tan temprana del cosmos. También presenta señales de polvo interestelar, lo cual es desconcertante: se suponía que el polvo cósmico era un subproducto de generaciones anteriores de estrellas, y en teoría, estas generaciones no deberían haber existido aún.
Este dato sugiere que la formación de galaxias masivas y complejas ocurrió mucho antes de lo previsto por los modelos actuales de evolución cósmica.
Implicaciones para la cosmología
El descubrimiento de MoM-z14 pone en jaque varios supuestos fundamentales sobre el universo temprano:
1. Formación galáctica acelerada: Si galaxias complejas ya existían 290 millones de años después del Big Bang, ¿estamos subestimando la velocidad con la que se formó la estructura del universo?
2. Presencia temprana de polvo cósmico: Esto implica la existencia previa de supernovas, lo que contradice la cronología aceptada hasta ahora.
3. Más galaxias como esta podrían estar ahí fuera: Y eso obligaría a recalibrar nuestras simulaciones del universo primitivo.
“Este descubrimiento indica que hay una población completa de galaxias luminosas que simplemente no habíamos podido ver antes”, dijo Masafumi Ishigaki, astrónomo del equipo de investigación.
¿Cómo afecta esto a nuestras teorías del Big Bang?
En términos simples: el Big Bang sigue siendo la mejor explicación que tenemos sobre el origen del universo. Pero sus consecuencias inmediatas podrían no ser como las imaginábamos.
La formación tan temprana de una galaxia como MoM-z14 sugiere que la materia se organizó en estructuras complejas con una rapidez pasmosa. Esto podría estar vinculado con fluctuaciones cuánticas del universo primigenio, o incluso con procesos físicos aún no comprendidos.
Algunos expertos ya comienzan a hablar de una “fase oculta” de la evolución temprana del universo, en la que las condiciones físicas eran distintas a las actuales. O, más radical aún: que algo anda mal con la constante de Hubble o con nuestra comprensión de la materia oscura y la energía oscura.
James Webb, el detective cósmico
El Telescopio James Webb fue diseñado precisamente para esto: para mirar más allá de lo que cualquier otro telescopio ha podido ver. Opera desde el punto de Lagrange L2, a 1.5 millones de kilómetros de la Tierra, y está equipado con cuatro instrumentos científicos que cubren desde el infrarrojo cercano hasta el medio.
Desde su lanzamiento, ha proporcionado imágenes asombrosas de nebulosas, exoplanetas, cúmulos estelares y galaxias. Pero su principal objetivo es estudiar el universo temprano, y con MoM-z14, se ha superado a sí mismo.
El equipo responsable del hallazgo utilizó 200 horas de tiempo de observación distribuidas en distintas fases entre 2023 y 2025. Además del redshift, también confirmaron la distancia utilizando métodos espectroscópicos, lo que da aún más robustez al hallazgo.
¿Y si MoM-z14 no es única?
Una de las partes más emocionantes de este descubrimiento es que no se trata de una anomalía aislada. El mismo estudio menciona que hay al menos otras dos galaxias candidatas con corrimientos al rojo similares. Si se confirman, podríamos estar frente a una población completa de galaxias en el universo temprano que habíamos pasado por alto.
Esto tiene implicancias para los modelos cosmológicos, pero también para la astrofísica observacional. Significa que tal vez hemos estado apuntando nuestros telescopios a las regiones equivocadas del cielo.
¿Qué sigue?
Los investigadores planean seguir utilizando al JWST para profundizar en el estudio de MoM-z14 y otras galaxias similares. Nuevas campañas de observación ya están programadas para el segundo semestre de 2025 y 2026.
También hay colaboración con el Observatorio Vera Rubin, que comenzará operaciones este mismo año y que permitirá mapear el cielo profundo con una cadencia sin precedentes. La sinergia entre ambos instrumentos podría multiplicar los descubrimientos.
Además, este tipo de hallazgos alimentan la planificación de futuras misiones espaciales, como el telescopio Nancy Grace Roman y los ambiciosos proyectos de telescopios infrarrojos y gravitacionales para las próximas décadas.
Una nueva era para la astronomía
Descubrimientos como el de MoM-z14 nos recuerdan que vivimos en una época privilegiada. Una en la que mirar el cielo ya no es solo un acto de contemplación, sino una forma de entender nuestros orígenes.
El JWST nos ha abierto una ventana a los primeros suspiros del cosmos, y esa ventana no deja de sorprendernos. En esa luz que viajó durante 13.5 mil millones de años hay respuestas a preguntas que todavía no sabemos formular.
Y lo mejor: esto recién comienza.