Durante años, la realidad virtual ha sido ese sueño gamer que parecía estar a la vuelta de la esquina… pero que siempre se tambalea entre promesa y olvido. Aunque la tecnología es impresionante y hay juegos que realmente solo se disfrutan en VR, la industria está en un punto crítico.
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En 2025, todo parece depender de una sola palabra: Valve.
Meta, con su línea Quest, lleva años dominando el mercado de los visores de realidad virtual. Pero en su obsesión por construir el metaverso (sí, esa idea de caminar con un avatar 3D por un limbo digital lleno de oficinas flotantes), ha empezado a ignorar la parte más importante: los juegos.
Y sin juegos, el VR no va a ningún lado.
De promesa dorada a desilusión digital
Todo comenzó con el Oculus Rift en 2012, seguido por su compra por parte de Facebook. Años más tarde, el Oculus Quest se volvió el visor favorito de todos.
Era práctico, potente y económico. Incluso con la llegada de competidores como HoloLens o Apple Vision Pro (que, sorpresa, ni siquiera puede correr Beat Saber), Meta seguía ganando.
Pero entonces, Meta se perdió. En lugar de fortalecer la plataforma para desarrolladores de videojuegos, priorizó experiencias sociales tipo Horizon Worlds. ¿El resultado? Una tienda llena de clones, menos juegos originales y un público cada vez más desconectado.
Desarrolladores como Owlchemy Labs lo dicen sin pelos en la lengua: Meta parece haber olvidado que esto era una consola para jugar.
Valve al rescate: ¿el Deckard será el salvavidas del VR?
Si hay una empresa con el historial, los recursos y la pasión gamer para revivir el mundo VR, es Valve. Ya lo hizo una vez: el Steam Deck cambió por completo el panorama de las consolas portátiles. Antes de eso, también nos sorprendió con el Valve Index y joyas como Half-Life: Alyx.
Ahora, todos los ojos están puestos en el rumoreado Project Deckard: un headset de realidad virtual que funcionaría de forma autónoma (como el Quest) pero con el respaldo de Steam. Imagina tener acceso directo a tu biblioteca de juegos sin necesidad de conectar nada extra.
Es justo lo que el VR necesita: una plataforma pensada por y para gamers, no para reuniones virtuales con tu jefe flotando en forma de avatar.
No es el metaverso, es el juego
Valve entiende algo que Meta parece haber olvidado: los gamers no quieren vivir en una oficina digital. Queremos jugar. Queremos acción, ritmo, emoción. Y sí, también queremos más Beat Saber.
Puede que la tecnología aún no esté al 100%, pero si alguien puede mantener el corazón del VR latiendo, es Valve.
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¿Será Deckard la tabla de salvación que la realidad virtual necesita? No hay nada confirmado, pero si Valve se anima a dar el paso, podríamos estar ante un renacimiento gamer de proporciones épicas.