Thursday, July 10, 2025
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Bad Bunny: del trap al salón de clases

Bad Bunny ya no solo llena estadios ni domina las listas globales: también llena salones universitarios.

El fenómeno musical de Benito Antonio Martínez Ocasio trascendió los márgenes del entretenimiento para convertirse en objeto de estudio académico en prestigiosas universidades, donde se analiza su impacto en la cultura popular, la política, la identidad racial y de género, así como en la economía del espectáculo.

De la tarima al prontuario

La Universidad de Yale, en Connecticut, ofrecerá, este otoño, el curso Bad Bunny: Musical Aesthetics and Politics, impartido por el profesor Albert Laguna. El programa utiliza la discografía del artista como herramienta para explorar la historia política de Puerto Rico, la diáspora puertorriqueña y los vínculos del reguetón con géneros tradicionales como la bomba, plena y salsa.

En Wellesley College, Massachusetts, institución históricamente asociada al pensamiento crítico feminista, se ofrece el seminario AMST 323: Bad Bunny: Race, Gender, and Empire in Reggaetón. El curso examina la figura del artista desde el activismo en las protestas de 2019 hasta su impacto en el empoderamiento queer y la representación racial en los medios globales.

Por su parte, Princeton University, en Nueva Jersey, dictó, en otoño de 2024, el curso Thinking with Bad Bunny: The Cultural Politics of Race, Language, and Empire, que analizó su obra como una estrategia estética y política de subversión frente a las estructuras coloniales y de poder.

Loyola Marymount University en California incorporó a Bad Bunny en sus cursos de estudios latinoamericanos, explorando su rol como símbolo de resistencia puertorriqueña, fluidez de género, política lingüística y activismo cultural.

Objeto de estudio

Más allá de las aulas, el interés académico por Bad Bunny se refleja en estudios y publicaciones.

En 2021, la investigadora Silvia Díaz Fernández publicó, en la revista Investigaciones Feministas, un estudio que analiza cinco de sus videoclips —incluidos “Yo perreo sola” y “Solo de mí”— desde el prisma del posfeminismo y la masculinidad contemporánea. El trabajo sostiene que Bad Bunny subvierte ciertos mandatos de género y visibiliza discursos de empoderamiento femenino, aunque también reproduce lógicas patriarcales.

En el ámbito de los estudios decoloniales, Brianna Leyva (Universidad de Colorado Springs) publicó, en 2023, el artículo El Conejo Malo: How Bad Bunny Embodies Decoloniality in Performance, donde argumenta que el artista encarna la identidad puertorriqueña desde una perspectiva decolonial y anticolonialista, articulando símbolos culturales e históricos a través de su estética y narrativa.

Experiencia sensorial

La relevancia de Bad Bunny también ha despertado interés en otras disciplinas. Un análisis del Colegio de Químicos de Puerto Rico reveló que su música activa neurotransmisores vinculados al placer, la empatía y la cohesión social, como la dopamina, serotonina y oxitocina. Según el informe, escuchar a Bad Bunny puede generar estados de conexión colectiva similares a los que producen experiencias religiosas o festivales masivos. Además, se ha propuesto su música como una plataforma para educar sobre sostenibilidad y responsabilidad ambiental en eventos multitudinarios.

¿Pop o praxis política?

La figura de Bad Bunny genera debate: ¿es simplemente un fenómeno pop global o un agente de cambio sociopolítico? Las universidades parecen inclinarse por lo segundo. En tiempos donde los movimientos sociales se expresan también desde lo estético, la música y el cuerpo, el artista ha logrado un equilibrio entre éxito comercial y discurso crítico, ocupando un lugar poco común: el de ídolo popular y sujeto académico.



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