Friday, August 1, 2025
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La violencia de género y el mensaje de castigo

Ya finalizando el mes de julio, nuestro país se estremece con el feminicidio que arrasó con la vida de otras dos mujeres (13 feminicidios íntimos en lo que va de año). Nos preguntamos qué esfuerzos se están realizando para trabajar con este mal social.

En junio la Oficina de la Procuradora de las Mujeres (OPM) lanzó la campaña titulada: “El maltrato se castiga” con un costo de 300,000 dólares. En la misma se hace hincapié en el aspecto criminal de la agresión y las consecuencias que implican el incurrir en este delito. Esta campaña trae la memoria la “estrategia gubernamental” de “mano dura contra el crimen” la cual fue institucionalizada a partir del año 1993 bajo el gobierno de Ricardo Roselló. En aquel momento éste expresó lo siguiente: “nos han pedido guerra y guerra tendrán, que lo sepa el criminal”.

En el lanzamiento de la campaña de la OPM también se mencionaron otros propósitos: provocar cambios reales y duraderos en quienes crean que el maltrato se puede normalizar, empoderar a las víctimas y apoyar a las organizaciones que atienden estas poblaciones. Precisamente todos estos supuestos fines se encuentran completamente alejados del esfuerzo y trabajo que se requiere para la erradicación de la violencia de género. Pareciera ser que todo el trabajo teórico y práctico que se ha desarrollado en nuestro país durante varias décadas en el proceso de la erradicación de este mal por sectores y movimientos feministas, organizaciones e instituciones universitarias ha sido invisibilizado y hasta silenciado.

Las raíces de la violencia de género están enclavadas en la ideología patriarcal, la cual apoya el principio de un orden jerárquico opuesto a uno igualitario, donde a su vez también se han fomentado estereotipos por género que promueven particulares comportamientos y expectativas a las personas dentro de la relación de pareja. Ese sistema de ideas está unido al sistema sociopolítico y cultural. Las personas vamos encarnando estas ideas en el proceso de socialización. La conducta violenta y la de las personas que reciben la violencia debe ser comprendida y trabajada con responsabilidad, información acertada y profunda sensibilidad.

Por otro lado, es necesario que la violencia de género no sólo sea vista desde el marco individual sino, colectivo porque es un mal que afecta a toda nuestra sociedad. La violencia que ocurre en el contexto de una familia en particular está intrínsecamente relacionada con la violencia estructural. La violencia estructural suele ser más sutil y no evidente y se refiere a las formas de opresión y desigualdad sistémicas que están integradas en las estructuras sociales, económicas y políticas de una sociedad. Sus efectos son profundos y duraderos, ya que perpetúan la injusticia, la exclusión y la privación de derechos básicos para ciertos grupos. Por ejemplo, el proveer ayudas desde lo individual en el manejo de carencias psicológicas o atendiendo a víctimas y victimarios en un contexto de terapia de pareja constituyen prácticas equivocadas las cuales colocan a las víctimas en una situación de mayor riesgo.

La campaña de “mano dura “contra las personas agresoras es una campaña completamente desacertada. El aspecto punitivo a los victimarios no erradicará las conductas de agresión. En un contexto donde se trata de combatir la violencia con el castigo, y la violencia es normalizada e invisibilizada poco efecto tiene la aplicación de la ley sin el trabajo de prevención. Por otro lado, resulta contradictorio e ineficaz mencionar que se está a favor de la erradicación de la violencia, de concienciar acerca de la gravedad de este mal y empoderar a las mujeres sin realizar un trabajo programático y colaborativo con las agencias, corporaciones y sectores que trabajan mano a mano con estas poblaciones. A esto se añade la necesidad de que el gobierno pueda proveer los apoyos financieros (los cuales han sido suspendidos) a estas organizaciones. Es por ello meritorio como así lo menciona el Observatorio de equidad de Género lo siguiente: Exigir al gobierno acciones inmediatas para prevenir y atender la violencia de género, impulsar legislación que regule el acceso y portación de armas de fuego; fortalecer los protocolos de prevención y respuesta en casos de violencia doméstica; financiar y apoyar alberges, centros de servicio y líneas de ayuda para víctimas y sus familias y promover campañas educativas (preventivas que puntualicen las raíces de la violencia) en escuelas, comunidades y medios de comunicación.

Ahora más que nunca es urgente que podamos reconocer la necesidad de trabajar con métodos preventivos de intervención que ataquen la raíz de la violencia y que se realicen esfuerzos colaborativos y de apoyo. Si los esfuerzos son guiados hacia otra dirección la violencia en su mayor medida puede ser erradicada. El mensaje de “la violencia se castiga” entonces debería ser cambiado a “ LA VIOLENCIA SE TRANSFORMA”.



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