La inteligencia artificial, esa tecnología que promete resolverlo todo, tiene un costo real y palpable que se mide en megavatios y miles de litros de agua. Google ha roto el silencio y ha revelado por primera vez las cifras exactas del consumo de su IA, Gemini, y el resultado es una bofetada a la realidad. Detrás de cada respuesta inteligente, hay un monstruo invisible que devora recursos.
El precio de una conversación: De litros a vatios
Según el informe técnico publicado por Google, el consumo de la IA, si bien ha mejorado, sigue siendo significativo. La compañía revela que una sola consulta de texto a su modelo, Gemini, consume:
- Electricidad: 0,24 vatios-hora. Aunque parece poco, es el equivalente a lo que consume una televisión convencional de 100 W encendida por nueve segundos.
- Agua: 0,26 mililitros por consulta. Esto es el equivalente a cinco gotas de agua.
El dato más impactante es que estas cifras solo tienen en cuenta la inferencia, es decir, el proceso de generar la respuesta. No incluyen el entrenamiento de los modelos de lenguaje, un proceso que consume una cantidad de energía y agua que es, según los expertos, decenas de miles de veces mayor que una sola consulta.
El fantasma de los centros de datos
El consumo no es el único problema. El informe de Google también pone el foco en el gran problema ambiental detrás de los centros de datos, esos gigantescos edificios que albergan los servidores de la IA. Estos centros no solo consumen electricidad, sino que necesitan una cantidad ingente de agua para enfriar sus servidores, una demanda que en muchos casos se realiza en zonas con escasez hídrica. La IA, que es una tecnología del futuro, parece estar anclada a los problemas de recursos del presente.
De la ‘nube’ a la realidad: ¿Por qué esto es un problema ambiental?
Aunque Google afirma que ha logrado ser mucho más eficiente, la escala del problema es lo que realmente importa. Con miles de millones de consultas al día en todo el mundo, la huella de carbono total de la IA es descomunal.
Cada vez que alguien le pide a un chatbot que genere un texto o una imagen, se está contribuyendo a un consumo de energía que podría estar alimentando a un hogar entero. El mito de una IA limpia y “en la nube” se ha desmoronado, revelando una realidad incómoda y muy terrestre.