En Japón, echarse una cabezadita durante la jornada laboral tiene nombre: inemuri, que significa literalmente “dormir estando presente”.
Aunque parezca sorprendente, dormir en el trabajo no solo está bien visto, es valorado. Esta práctica funciona como una señal inconsciente de que la persona ha trabajado tanto que apenas puede mantenerse despierta, y en vez de castigarse por ello, se reconoce el esfuerzo.
Microsiestas que encienden tu energía
El inemuri no es una siesta larga ni planeada; son micro-descansos de apenas unos minutos, a menudo tomados en la misma silla del trabajo o en el transporte público. Y no es solo tradición porque la ciencia lo avala. Breves siestas de entre 7 y 30 minutos mejoran la concentración, la memoria, reducen el estrés y potencian la creatividad.
No eres perezosa, solo estas cansada
En occidente, dormirse en el trabajo suele percibirse como falta de profesionalismo o incluso pereza. En Japón, todo lo contrario, porque verse exhausto es símbolo de compromiso. Cuando un empleado se duerme en su puesto sin perder el semblante de estar atento, es sinónimo de que se ha esforzado tanto que merece ese pequeño descanso.
Pero pon atención a esto, no cualquiera puede permitirse practicar el Inemuri sin consecuencias, porque no es una licencia para flojear. Generalmente está bien visto si quien lo hace tiene cierto rango, reputación o antigüedad en la empresa, es decir que, es una práctica más aceptada en un ejecutivo mayor que en un recién llegado, porque este, de hecho, debería hacer méritos para ganarse esa posibilidad.
Sería una valiosa lección para todos
Hoy más que nunca, el mundo necesita encontrar maneras saludables de descansar sin culpas. Japón ya ofrece un modelo, estas microsiestas que respetan el entorno laboral. En empresas de Occidente ya se adoptan ideas similares, como las zonas de siesta en Silicon Valley, por ejemplo, inspiradas por el Inemuri.
¿Te imaginas llegar tan lejos que lo único que necesitas es cerrar los ojos unos segundos? Eso es Inemuri, un pequeño acto humano que nos recuerda que somos seres con límites. Esta costumbre nos permite reconocer que estamos dando lo mejor, y merecemos un respiro. Es como brindarle una pequeña ayuda a tu sistema nervioso.