Friday, September 5, 2025
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El fascismo evangélico

Hace apenas ocho meses la gobernadora inició su gestión proclamando que su gobierno es de Dios. La primera medida radicada en el Senado de Puerto Rico este año fue el proyecto de Libertad Religiosa, que permite, entre otras cosas, que un funcionario se niegue a ofrecer un servicio a una persona por razón de sus creencias religiosas. Ahora, el nuevo gobierno de Dios inaugura la Plaza del Creyente. Una familia nuclear típica de los años sesenta—padre, madre, niño y niña, sin rostros definidos, arrodillada para orar.

Un pequeño detalle es que esa familia nuclear, de la que provenimos mi esposa y yo, ya NO es la típica familia puertorriqueña. Según la “Encuesta de Comunidad” de 2023 del Negociado del Censo, los hogares de parejas casadas con hijos e hijas menores de 18 años representan el 8% de todos los hogares (households), y los de parejas no casadas con hijos/as o hijastros/as representa un 5%. Los hogares con mujeres jefas de familia constituyen el 37% del total, donde la mayoría (29%) está a cargo de menores de 18 años (hijos/as, hijastros/as) y adultos mayores.

Así que cuando el presidente del Senado afirma en la página de este cuerpo que: “La Plaza del Creyente nos recuerda que la fe y los valores son la base de la vida en comunidad.” Y que “Creer en Dios, en la familia, en Puerto Rico y en su gente es lo que nos permitirá seguir venciendo las adversidades, [y] trazando un futuro mejor”, se está refiriendo a una minoría, 13% de las familias del país para ser precisos.

Este discurso ignora la realidad social del siglo veintiuno y nos impone una visión de un mundo inexistente para la mayoría de la población. La mayoría de las familias del país están encabezadas por mujeres y su composición es multigeneracional, con un alto porcentaje de envejecientes a cargo de nietos, de mujeres a cargo de envejecientes y menores, etcétera. La familia nuclear de la Plaza del Creyente es cosa del pasado, la contraparte del monumento al Jíbaro que nos dejó Muñoz Marín.

Es que Dios, sí, Jesucristo, el Dios cristiano se ha convertido en el fulcro del fascismo del siglo veintiuno. Ese autoritarismo que justifica el dominio de la plutocracia (los adinerados) y la kakistocracia en nombre de Jesús. Un Jesús que aboga por el libre comercio, la propiedad privada, el heterosexismo, la primacía del hombre sobre la mujer, el deber de las mujeres de “reproducirse” y el dominio de Dios sobre la sociedad, la economía y la política.

Es una nueva teología, enraizada en el fundamentalismo religioso—que no en el catolicismo ni el protestantismo. Se le ha llamado la Teología del Dominio:

La Teología de Dominio enseña que la Iglesia debe establecer el Reino de Dios como un reino literal y físico en esta tierra. Sólo cuando este objetivo sea logrado, Jesús podrá retornar a la tierra. El Dominionismo también enseña que los creyentes podemos “encarnar” literalmente a Cristo como su cuerpo para establecer su imperio, tomándose atribuciones que la Escritura describe como pertinentes a Cristo solamente. También creen que el hombre puede ser coaccionado a someterse a los dictados de un nuevo orden mundial antes que Cristo venga, y la Iglesia será ese instrumento de coacción.

[https://calvarychapelamistad.org/2009/09/18/]

Y esta nueva teología se ha encarnado en un evangelio fascista, autoritario, dictatorial, de DOMINIO, literal. En este nuevo cristianismo se obra contrario al principio de Jesús: “Porque el que no es contra nosotros, por nosotros es” (Lucas 9:40). Esta nueva doctrina obra según el principio de quien no es como nosotros está contra nosotros y debe ser cancelado, suprimido, demonizado. De ahí la xenofobia, el racismo, la aporofobia (odio a los pobres), la homofobia y todos los demás odios y fobias que lo caracterizan.

En las Américas los portaestandartes del Dominionismo son líderes autoritarios, neofascistas como Donald Trump, Nayib Bukele, Jair Bolsonaro, Keiko Fujimori y José Antonio Kast (católico), entre otros. En Puerto Rico esta tendencia fue propulsada por el Proyecto Dignidad, liderado por el doctor César Vázquez. Se dice que el Partido Nuevo Progresista absorbió al PD. Por el contrario, la derecha cristiana se tragó al PNP, moviéndolo de un partido social progresista que coqueteaba con evangélicos y la comunidad LGBTT, a un partido de derecha Cristiana que reclama gobernar en nombre de Dios, bajo un régimen de corrupción y mala gobernanza. El PD ha infiltrado al PNP a tal grado que su liderato, pecaminoso y corrupto se ha convertido al Dominionismo trumpista. (¡!)



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