En el corazón de la “Ciudad del Pecado”, este próximo 13 de septiembre no será un día cualquiera para el boxeo, cuando el Allegiant Stadium se convierta en el epicentro de un evento que trasciende las fronteras de los encordados para convertirse en una verdadera epopeya deportiva.
El mexicano Saúl “Canelo” Álvarez, rey indiscutido del peso supermediano, se medirá ante Terence “Bud” Crawford, el mago del boxeo libra por libra que decidió escalar hasta la tierra de los gigantes en busca de la inmortalidad; al subir dos categorías.
The time has come.@Canelo, you’re in my way… and I’m not leaving Vegas without that win.
See you September 13 at the Riyadh Season Card in Las Vegas.Streaming live on Netflix 🌎@fatalfury_pr#CaneloCrawford #RiyadhSeasonCard pic.twitter.com/IrbG2b0lBb
— Terence Crawford (@terencecrawford) June 10, 2025
Esta pelea es un choque de realidades; por un lado, Canelo, el pugilista que convirtió su nombre en una marca global, el campeón que dominó su división con una combinación de potencia, precisión y una defensa impenetrable.
Su legado está cimentado con victorias sobre nombres de la talla de Gennady Golovkin, Caleb Plant y Billy Joe Saunders, su presencia en el ring es sinónimo de un espectáculo masivo, cifras de audiencia multimillonarias y de una devoción de aficionados que lo ven como un ídolo nacional.
En la otra esquina; para los puristas del boxeo, “Bud” es una obra de arte, un peleador ambidiestro, con un “IQ” boxístico que le permite leer a sus oponentes con facilidad.
Crawford forjó su leyenda en categorías de peso más ligeras, dominó por completo las divisiones wélter y superligero, unificó títulos en ambas y dejó un rastro de rivales que simplemente no pudieron descifrar su estilo escurridizo y contundente.
El cruce de caminos entre ambos parecía improbable hasta hace poco; Canelo, una fuerza natural del peso supermediano, y Crawford, un estratega formidable, pero que luchó toda su carrera con un peso notablemente menor.
La decisión de Crawford de subir dos divisiones de peso para este desafío es una declaración de intenciones; lo dejó claro: “la pelea es por el legado, no por el dinero”.
Aunque la bolsa económica es la más grande de su carrera, 50 millones de dólares, su objetivo es convertirse en el primer campeón indiscutible en tres divisiones, un logro que lo pondría en un pedestal reservado para muy pocos.
El Allegiant Stadium, hogar de los Las Vegas Raiders, será el escenario de este evento; con una capacidad para más de 65 mil espectadores, este es un escenario que rara vez se utiliza para eventos de boxeo.
La magnitud de la taquilla ya superó récords, al colocarla como la tercera más grande en la historia de este deporte, solo por detrás de los legendarios combates de Floyd Mayweather.
La cifra es aún más impresionante si se considera que no hay necesidad de un sistema tradicional de Pago Por Evento (PPV), pues la pelea será transmitida en exclusiva por Netflix para sus millones de suscriptores alrededor del mundo.
Este acuerdo de transmisión representó un terremoto en el mundo de los deportes de combate, una movida que busca captar a una nueva generación de aficionados.
En el análisis de la pelea; Canelo, con su potencia y la ventaja de peso, buscará dictar el ritmo del combate, cortando el ring y forzar a Crawford a pelear en la corta distancia, su gancho al hígado y su potente izquierda serán armas clave para desgastar al estadounidense.
Por su parte, Crawford apostará por la velocidad, el movimiento de pies y su capacidad para contragolpear; si logra mantener a Canelo en el centro del ring y aprovechar su velocidad, podría frustrar al mexicano y llevar la pelea a las tarjetas de los jueces, donde su habilidad técnica podría darle la victoria.
Las declaraciones de ambos peleadores reflejan el respeto mutuo, pero también la confianza que se tienen.
Canelo es cauto al hablar de su rival, reconoció que Crawford es “uno de los mejores libra por libra”, pero mantiene la firmeza de que él es el rey de las 168 libras. Crawford se enfocó en el reto histórico que representa la pelea, con un mensaje claro: “Lo hago por la oportunidad, por el legado.”
La controversia giró en torno a las cifras económicas y a las declaraciones de los promotores; sin embargo, la atención se centró rápidamente en lo que realmente importa: la acción en el ring.
La expectativa es máxima, y los aficionados de todo el mundo cuentan las horas para presenciar, lo que promete ser un clásico instantáneo.
Más allá del resultado, es la pelea que redefinió el modelo de negocio, la que demostró que el legado es un motor más poderoso que el dinero, y puso a dos de los mejores talentos de su generación en un mismo ring.