Thursday, September 18, 2025
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María desde la montaña: cómo los centros de salud operaron ante la emergencia

Ocho años después del paso del huracán María, que dejó rastros aún percibidos, varios proveedores de servicios de salud en las zonas rurales recuerdan cómo la experiencia propició cambios en la industria.

Entre las instituciones de salud que estuvieron disponibles para atender a las comunidades lejanas del área metropolitana, estaban los centros de salud primaria, conocidos como 330 porque reciben fondos federales de la Sección 330 de la Ley del Servicio de Salud Pública.

Una de estas es Salud Integral en la Montaña (SIM), que tiene clínicas en Bayamón, Barranquitas, Orocovis, Comerío, Corozal, Naranjito y Toa Alta. El reto mayor en la respuesta pos-María, para esos municipios, según su presidenta y principal oficial ejecutiva, Gloria Amador Fernández, fue la falta de comunicación.

“Retrasó servicios y [cómo] llevar el mensaje a comunidades de qué está abierto, la continuidad de servicios, el acceso y por qué rutas podíamos llegar a facilidades”, dijo a Metro Puerto Rico.

Nunca se interrumpieron los servicios en las instalaciones, salvo unas instancias en Orocovis por un fallo en un generador, y otra en Comerío porque el Río de la Plata entró a la clínica y causó daños en la planta eléctrica. Pero activó las unidades móviles para asegurar los servicios en esas áreas.

Una experiencia similar tuvo el director médico del Hospital General de Castañer, José Rodríguez Ramos, en su institución, el único hospital certificado como centro 330, con clínicas adicionales en Jayuya y Adjuntas. Para no dejar desprovista a su comunidad, al interior del municipio de Lares, mantuvo la sala de emergencias operante con plantas eléctricas que instalaron previo al paso de María.

Aunque no hubo pacientes hospitalizados, dijo, personas vieron el centro como un oasis por la electricidad para continuar diálisis u otras terapias necesarias que requerían energía. Mientras, continuó la operación de laboratorios y rayos X, entre otros servicios. La respuesta no se limitó al espacio físico del hospital, sino que consistió en visitar comunidades de difícil acceso por deslindes o vegetación caída, como Maricao, Las Marías y Yauco.

“Volvimos otra vez a lo que era antes de la medicina”, dijo.

Mejor preparación

Amador Fernández y Rodríguez Ramos, junto al principal oficial ejecutivo del Hospital de Castañer, Giovanni Ortiz Pagán, coincidieron en que sus planes de emergencia pre-María no contemplaban el panorama de los estragos que causó el fenómeno. Según el director médico en Castañer, sus planes abordaban inundaciones y lluvias, pero, desde el 20 de septiembre, comenzaron a redactar propuestas para recibir unidades móviles y vehículos 4×4 para estar preparados.

Ortiz Pagán enumeró más avances: implementación del récord electrónico; triplicación de redundancia de Internet; aumento de capacidad de generación de energía; adquisición de clínicas con generadores móviles; mayores reservas de diésel, que alcanzaron 1,000 galones; introducción de planta de tratamiento para agua y la construcción de un helipuerto, entre otras estrategias de mitigación y preparación.

“Sabemos que las emergencias pueden surgir, pero que no sea por falta de preparación”, puntualizó.

En el caso de SIM, se fortaleció el Hospital Incident Command System, que establece el orden de responsabilidad entre figuras del centro; se desarrolló el hábito de tomar fotografías de espacios para reclamaciones al seguro y, ahora, se recopilan las coordenadas del paciente para dirigir recursos de manera más eficiente. Amador Fernández explicó que mantienen el inventario de suministros básicos, como gasolina, agua y diésel, y hasta respaldo de suplidores para reducir riesgo de quedar desprovistos.

“[María] nos hizo repensar lo que pones en papel”, destacó la presidenta de SIM.

Además de la preparación del centro, los tres representantes apostaron a la educación comunitaria como eslabón necesario en esa fase.

Rodríguez Ramos contó que, en las visitas a comunidades, educaban sobre vacunas, orientaban sobre insulina y dieta, enseñaban cómo limpiar heridas o lesiones e instruían mejores prácticas para guardar medicinas en áreas seguras para limitar la pérdida de medicamentos, que también sucedió durante María.

Para los terremotos del 2020, que impactaron principalmente municipios del sur, en Castañer, pusieron a práctica su plan de contingencia, así como la ayuda entre residentes. “Se comprobó que lo que habíamos hecho funcionaba. No se fue la luz [por los terremotos], pero en comunidades que hubo problemas ya sabían y se pudieron ayudar ellos mismos en lo que nosotros llegábamos, o el gobierno llegaba, a cubrir esas áreas”, explicó.

Inyección económica al sector de salud

Luego de María, la organización sin fines de lucro Direct Relief, especializada en coordinar la logística de entrega de medicamentos y otros suministros, se radicó en Puerto Rico para apoyar en la respuesta. Su asesora ejecutiva, Ivonne Rodríguez Wiewall, relató que, antes de iniciar la coordinación, estructuraron cinco áreas de atención: respuesta a emergencias, energía resiliente o solar, acceso a servicios de salud, vehículos todo terreno y comunidades vulnerables.

“Llegamos aquí por primera vez en crucero y trajimos insulina por bote”, recordó la ejecutiva como uno de los múltiples métodos de transportación que utilizaron para asegurar la entrega de suministros. Estos medicamentos luego se movilizaron con helicópteros de la Guardia Costera a centros 330 y, ya en la isla, empezaron de manera modesta a trasladarse y, luego de años en crecimiento, adquirieron también vehículos todo terreno para alcanzar comunidades lejanas o vulnerables.

Según un estudio de impacto económico que comisionó la organización, que comprendió entre septiembre de 2017 y diciembre de 2023, $81.6 millones se han distribuido para medicamentos, $10.9 millones en poblaciones vulnerables como Vieques y Culebra, $13.2 millones en mejorar acceso a salud, $12.1 millones para energía resiliente, $11.8 millones en ayudas estructurales y $8.3 millones en respuesta a emergencias. En total, $138 millones han sido invertidos para mejorar la infraestructura de salud y otros componentes desde María.

Algunos de los fondos distribuidos se destinaron al Hospital General de Castañer y a SIM, desglosados en el informe. Para el Hospital, las propuestas abordaron el mejoramiento de la infraestructura de telecomunicaciones afectada por María, la compra de un vehículo todo terreno para visitas médicas y la implementación de un programa de diabetes. Mientras, a SIM, la organización apoyó en esfuerzos de vacunación y la construcción de un pozo de agua para asegurar disponibilidad durante interrupción de servicios.

Direct Relief mantiene su apoyo a comunidades con ferias de salud y talleres educativos sobre control de condiciones crónicas, por ejemplo, que son de las más comunes en áreas rurales, notó Rodríguez Wiewall, así como casos de salud mental. Mientras, a las organizaciones, las apoyan a ser más rentables a nivel de negocio, dijo la asesora ejecutiva.



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