A ellos sí los cancelaron. A Woody Allen, y con razón, por lo que denunció una de sus hijas. Ronan Farrow, su hijo, fue su verdugo (y también ejecutor periodístico de la era del Me Too). A bandas como Mötley Crüe por sus excesos, aunque han pedido perdón. A artistas de las eras anteriores del rock.
Y no, no es equiparar a estos hombres, que incluso cometieron crímenes reales, y a los que no se les acabó la carrera- o vean a Kevin Spacey o a Armie Hammer- con las mujeres para exonerarlos. Pero Shakira, con su baile con Beéle, muestra lo que Karol G con +57 y otras: el empoderamiento sirve solo para vender.
O al menos esto es lo que le están criticando ahora mismo. Porque ella hizo una gira mundial entera de cómo la lastimó el infiel de Gerard Piqué. “Las mujeres no lloran, facturan”. Y diez mil canciones al respecto.
Entonces, en el mejor timing del mundo, sale a bailar con Beéle, famoso por su infidelidad hacia Cara, y por el video filtrado con Isabella Ladera, que lo acusa de hacerlo. O le acusan de hacerlo. Aún no se sabe.
Por esto la están señalando en redes como X. Cuestionan el cómo “empoderar a las mujeres” solo funciona si ella solamente factura. Cuando es claro que está bailando un ritmo barranquillero con alguien que le hizo lo mismo que su ex pareja.
Pero Shakira tiene sus defensores.
“Hay que separar la obra del artista”: así defienden a Shakira por bailar con Beéle
Sin embargo, quienes defienden a la cantante afirman que ella no es “policía de la moral” y que ella simplemente colabora con alguien de quien apenas sabe su existencia.
También afirman que hay que separar la obra del artista. Cabe decir que esto jamás pasó en el caso de los artistas mencionados en la era del Me Too y que muchos de ellos al sol de hoy siguen cancelados, aunque también, facturando.