El payaso Remi —José Vega Santana— abrió su corazón y confesó que sus recaídas emocionales lo llevaron a contemplar el retiro.
“Remi había arropado mi vida, no tenía tiempo para mí, mi familia, mis hijos”, reveló con la honestidad de quien se sabe humano antes que artista.
En una entrevista con Yuliana Vargas para Lo Sé Todo (WAPA), recordó la noche en que se quedó a solas con sus preguntas y su fe. “No me pinto más. Esto es lo que me quedaba, tómalo, Señor”, afirmó entre lágrimas el creador del personaje que marcó a generaciones.
Aquella frase, dicha con la voz quebrada, no fue una renuncia, fue una entrega: el acto de poner su vocación en las manos de Dios para discernir el próximo paso.
Remi explicó en un momento que estremeció la conversación que el personaje que ama también lo fue consumiendo sin darse cuenta: agendas infinitas, compromisos, viajes misioneros, el dar y dar hasta quedarse sin aire.
“Remi había arropado toda mi vida. No tenía tiempo para mí ni para mi familia, ni para mis hijos. Estaba todo el tiempo dando y en viajes misioneros”, reconoció sobre el proceso que lo empujó a reencontrarse consigo mismo.
La oración fue su semáforo. “Una noche estaba reflexionando y le dije a Dios: si Tú quieres que yo siga con esto, déjamelo saber; si no, yo te lo entrego…”. Y la respuesta, cuenta, llegó como calma, no se trataba de abandonar, sino de reordenar.
Por eso, Remi no se retira. Al contrario, sigue más activo que nunca con su fundación y con nuevos planes, pero desde otro lugar, uno en el que el maquillaje no tapa el cansancio, la sonrisa no es un mandato y el escenario no devora a la persona.
“Remi sigue, pero de una forma más consciente: Dios, mi familia y mi trabajo”, puntualizó.