Entre lágrimas, abrazos, confesiones y emociones compartidas, Jay Wheeler se adueñó del escenario del Coliseo de Puerto Rico José Miguel Agrelot la noche del viernes con un concierto íntimo que fue mucho más que música. Fue catarsis. Fue memoria. Fue agradecimiento.
Desde antes de que el telón imaginario cayera, el público sabía que no vería un espectáculo urbano convencional. El ambiente hablaba por sí solo: un escenario elegante adornado con girasoles —el símbolo que el artista ha adoptado para representar energía, luz y esperanza—, visuales cálidos y una orquesta sinfónica acompañando su banda. Con solo un piano, un micrófono y un corazón dispuesto a abrirse, Wheeler entró en escena bajo una ovación que estremeció el recinto.
“Necesitaba sentir el calor de mi isla, de mi gente, de todos ustedes, de mis fans. Más que darle un espectáculo a mi tierra, que me vio nacer, es nutrirme de ustedes; de la energía tan linda y tan pura que siempre me han brindado”, expresó el cantante en un audio que marcó el inicio de la velada.
Un recorrido musical con sentimiento
Jay Wheeler, quien ha construido su carrera sobre letras románticas y una conexión sólida con sus seguidores, repasó éxitos que lo han acompañado en su evolución artística. Entre las canciones que interpretó se destacaron “Roma”, “Me enamoré”, “La que me hizo llorar” y “Lugar Seguro”, todas coreadas por miles de fanáticos que parecían conocer cada verso como si les perteneciera.
Lejos de limitarse a cantar, Wheeler conversó con su audiencia, se detuvo entre canciones para agradecer, para recordar, para contar fragmentos de su historia. Era evidente que se trataba de un concierto profundamente personal, en el que el artista permitió que su vulnerabilidad se asomara sin reservas.
Uno de los momentos más conmovedores llegó con “Mejor que tú”, canción que el puertorriqueño convirtió en un homenaje a su madre. Mientras interpretaba el tema, en el escenario se recrearon pasajes de su vida: su infancia, sus inicios, sus luchas y la presencia constante de su mamá como faro inquebrantable. El montaje fue recibido con emoción creciente que culminó cuando ella subió al escenario para abrazarlo.
Entre lágrimas, el artista tomó el micrófono y dijo: “Quiero que sepan que la razón por la cual yo estoy aquí es por todas las oraciones de mi madre. Que si el mundo entero dice que yo soy un cursi, que yo amo como amo, que yo soy humilde, todo eso me lo enseñó mi mamá. Yo estoy en esta tarima representándola a ella, viviendo los sueños de ella. Y si ustedes ven que yo trato a mi esposa increíble, es porque yo siempre quise que a mi madre la trataran así. Te amo con todo el corazón, mami”.
En ese instante, no había teléfono que no estuviera grabando, ni ojos que no brillaran en el Coliseo. El público se puso de pie para aplaudir el momento más íntimo de la noche.
Invitados especiales y colaboraciones inesperadas
Aunque la emoción dominó el concierto, también hubo espacio para las sorpresas musicales. Jay Wheeler invitó a tarima a varios colegas, demostrando el respeto que se ha ganado dentro de la industria y su deseo de compartir logros con otros.
Robi fue el primero en unirse, llenando el escenario de energía juvenil. Luego apareció Chris Lebrón, con quien interpretó una pieza cargada de romanticismo. Brytiago aportó el toque urbano clásico que encendió a la audiencia.
Sin embargo, la sorpresa mayor fue la aparición de la cantante colombiana Ela Taubert, con quien Wheeler interpretó por primera vez en vivo el tema “No supiste cuidarnos”. El dueto, esperado por miles de fanáticos desde el lanzamiento del sencillo, fue uno de los más aplaudidos de la noche.
Además, Wheeler compartió tarima con Kenny, un joven artista firmado bajo su sello Jay W, a quien le dio la oportunidad de cantar por primera vez en el Choli. El gesto confirmó otra dimensión de Jay: la del mentor que abre puertas a otros.
Amor en tarima: Zhamira Zambrano dice presente
Otro instante esperado por el público fue la llegada de Zhamira Zambrano, esposa del artista, con quien interpretó “Dícelo” y “Extrañándote”. La química entre ambos electrizó el recinto y generó una reacción efusiva en los asistentes. Más allá de lo musical, la aparición de Zhamira reafirmó uno de los mensajes centrales de Wheeler: el amor y la familia como pilares de su vida.
Al final del concierto, Jay Wheeler se quedó unos minutos en el escenario observando a su público, como quien intenta capturar ese recuerdo para siempre. Se despidió agradeciendo una y otra vez.
“Gracias por creer en mí, gracias por no soltarme, gracias por estar aquí. Los amo con todo mi corazón”, expresó justo antes de salir ovacionado.
Con esta presentación, Wheeler confirmó que no necesita artificios para brillar. Su fuerza está en lo humano, en lo honesto, en lo que nace del alma.