Thursday, November 6, 2025
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Arte público en pro de la salud mental


Arte comunitario, Río Piedras.

El desplazamiento, la gentrificación y la vulnerabilidad de personas migrantes son algunos de los retos que enfrentan las ocho comunidades aledañas al Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico. A través de la Junta Comunitaria del Casco Urbano de Río Piedras, y en colaboración con el Colectivo Moriviví, vecinos de estas comunidades iniciaron un proyecto de arte comunitario con el que trabajan su salud emocional.

“Ha sido bien bello porque la gente se ha unido no importando las ideologías, no importando religión, no importando nada, nos unimos a pintar y charlamos”, contó Jonathan Martínez Cortés, trabajador social que acompaña a la Junta a través de CAUCE.

Como parte de su labor de participación ciudadana, la Junta atiende a personas de todas las edades en un contexto donde la salud mental en Puerto Rico enfrenta desafíos. Según la Administración de Servicios de Salud Mental y Contra la Adicción (ASSMCA), los jóvenes puertorriqueños experimentan “exposición a ambientes violentos” y “problemas de salud mental” particularmente entre las poblaciones vulnerables, como la comunidad LGBTQ+.

Ante esa realidad, distintas organizaciones exploran el arte como herramienta para fomentar bienestar. Ese es el caso de Río Piedras.


El arte público, en particular, puede mejorar la salud emocional y física de las comunidades, sobre todo cuando participan en su creación. Así lo establece un informe de Housing Matters del Urban Institute Initiative, que destaca además que el arte público es más inclusivo que los museos o galerías, históricamente marcados por la discriminación hacia personas de color. Murales, esculturas y estatuas son algunos de los ejemplos más comunes.

Conforme al doctor Edward Vessel, neurocientífico cognitivo computacional del City College de Nueva York, “cuando las personas se conmueven ante una obra de arte impactante, están obteniendo placer de su capacidad para comprender la experiencia. Ese placer parece provenir de dentro”.

Arte público y comunitario local

“El arte también es político, es social, porque obviamente más allá de que esta pared que quizás ahora mismo se ve fea, se va a ver bonita con el mural, estamos reflejando un sentir. Y no es un sentir vacío. Es un sentir de las comunidades riopedrienses, particularmente este proyecto sobre el derecho a permanecer, y es un reflejo de lo que la gente quiere hacer”, dijo Martínez Cortés.

En Puerto Rico, el Colectivo Moriviví impulsa, desde hace una década, proyectos de arte público y comunitario —principalmente murales— junto a organizaciones y aliados que comparten sus valores de defensa de los derechos humanos. Sus iniciativas son espacios abiertos a toda la población, aunque las mujeres y niñas participan con mayor frecuencia.

“Aquí, en general, hay una recepción bien positiva realmente a pintar, a manifestarse, a expresarse creativamente. Siempre hemos tenido una recepción bien positiva, pero sí, nuestro currículo y nuestros espacios se han ido reduciendo [por] años y pues no es tan fácil quizás recibir, por ejemplo, clases de arte”, explicó Raysa Rodríguez García, cofundadora del colectivo.

“También, la misma práctica que tienen ciertas instituciones puede ser incluso clasista y no ser invitante ni realmente actuar sobre un interés en integrar a las comunidades”, añadió .

El grupo además incorpora la salud mental en su quehacer. En talleres para mujeres sobrevivientes de violencia, colaboraron con la terapeuta de arte Urania Domínguez de Llovio para acompañar procesos de sanación tras experiencias traumáticas. Según la cofundadora Sharon “Chachi” González Colón, el beneficio se extiende también a las artistas.

“El arte comunitario de por sí tiene unas cualidades sanadoras. Son espacios de encuentro, son espacios de reunión. Trabajamos ejercicios con cualidades terapéuticas, ejercicios de atención plena que nos sirven para, como se dice, integrar a las personas en lo que es el proceso creativo, que es algo que está descuidado un poco en los currículos tradicionales y que es parte de la salud mental enriquecernos creativamente,” comentó González Colón.

De cara al futuro, el colectivo aspira a inspirar a otras personas a iniciar sus propias prácticas artísticas, aunque reconocen los retos de sostenibilidad. Uno de los mayores desafíos es el financiamiento. Tanto González Colón como Rodríguez García relataron que, durante años, combinaron el trabajo del colectivo con empleos en museos o proyectos por comisión. Gracias al Proyecto Maniobra del Centro de Economía Creativa —que apoya a trabajadores de industrias creativas con un salario y fondo por tres años— pudieron dedicarse de lleno al arte comunitario. Sin embargo, esa ayuda está por concluir, lo que las lleva a replantear nuevas estrategias de sostenibilidad.

Mientras tanto, el Colectivo Moriviví continuará su labor artística y social.

Este artículo se publica gracias a una beca de HEAL Fellowship de Solutions Journalism Network

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