Genera PR enfrentó ayer un escrutinio severo del Negociado de Energía (NEPR) al intentar justificar una inversión millonaria para reparar y convertir a gas natural las unidades 7, 8, 9 y 10 de la Central San Juan — cuatro máquinas construidas en la década de 1960 cuya vida útil y pertinencia en el sistema eléctrico fueron cuestionadas en sala.
Esto ocurrió durante el seguimiento de las vistas sobre la revisión tarifaria.
Más allá de los tecnicismos sobre financiamiento federal y prioridades de mantenimiento, la discusión dejó al descubierto las dudas regulatorias sobre cargar a los abonados cerca de $125 millones por activos deteriorados, viejos y —en algunos casos— oficialmente destinados al decomiso.
El ejecutivo Joaquín Quiñoy, vicepresidente de Ingeniería de Genera, reconoció que la cifra de $125 millones para reparar y convertir a gas las cuatro unidades es apenas un estimado preliminar, basado en proyecciones de fabricantes y sin un desglose claro entre reparaciones necesarias y costos de gasificación.
“Es un estimado a grandes rasgos”, admitió Quiñoy al ser confrontado por el oficial examinador.
Esa indefinición provocó una reacción inmediata del NEPR, que exige justificaciones numéricas precisas para cualquier gasto que pretenda incluirse en la tarifa eléctrica.
Unidades viejísimas, averiadas y con años fuera de servicio
Genera confirmó bajo juramento que:
- La unidad 7 está fuera por una reparación mayor financiada parcialmente por el Departamento de Energía federal (DOE).
- La unidad 9 es la única en operación, aunque degradada y a la espera de nuevas intervenciones.
- La unidad 8 operaba solo para emergencias antes de la llegada de Genera en 2023.
- La unidad 10 lleva tantos años inactiva que la empresa no pudo precisar su último uso; podría remontarse al periodo posterior al huracán María.
El propio presidente del NEPR, Edison Avilés, tuvo que intervenir para recordar que las unidades 8 y 10 están destinadas al decomiso en el Plan Integrado de Recursos (IRP) y que el contrato de operación no contempla su rescate.
“No es Genera quien decide qué hacer con la capacidad de generación. Esa decisión la toma este Negociado”, enfatizó Avilés.
En uno de los intercambios más reveladores, se comparó la realidad técnica de estas unidades con “arreglar un carro clásico”: cada reparación grande abre la puerta a otra avería inminente.
La discusión sobre eficiencia (heat rate) —el equivalente energético al rendimiento por galón— confirmó que:
- Estas unidades queman búnker C, un combustible más caro y contaminante.
- Su eficiencia es inherentemente inferior a la de unidades modernas.
- La operación requiere más combustible para generar la misma energía.
El contraste entre un “Mustang del 65” y un auto moderno quedó planteado de forma contundente: seguir invirtiendo en equipos tan antiguos podría ser más costoso para los consumidores que invertir en generación nueva.
Fondo federal: entre oportunidades no solicitadas y proyectos “sin esperanza”
Aunque Genera insistió en que busca alivianar la carga del abonado moviendo proyectos a fondos federales, los ejecutivos reconocieron dos hechos importantes: que no todo lo que podría solicitarse, se ha solicitado, y que dentro del propio listado tarifario hay partidas que la empresa describe como “sin esperanza” de recibir fondos federales.
Esto levantó bandera para el regulador: la tarifa podría estar cargando proyectos que, con gestión más diligente, podrían cubrirse con fondos del Departamento de Energía Federal (DOE) o la Agencia para el Manejo de Emergencias (FEMA).
Las vistas continúan esta semana.
