Friday, December 5, 2025
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Pasteles con kétchup: una tradición con sabor… y un debate que nunca termina


Suministrada Pastel con kétchup.

En Puerto Rico pocas cosas provocan tanta pasión —y humor— como la conversación sobre cómo se comen los pasteles.

Y, desde mediados del siglo XX, hay un ingrediente que desató un debate que perdura hasta hoy, el kétchup. Para algunos, es el toque dulce-ácido que realza el sabor del pastel. Para otros, es casi una ofensa culinaria. Pero, como toda tradición boricua, la historia es más sabrosa de lo que parece.

La costumbre tomó fuerza entre las décadas del 40 y 60, cuando las marcas de salsa de tomate comenzaron a formar parte esencial de la despensa puertorriqueña. Su versatilidad en la cocina criolla —sobre todo con frituras, carnes y arroces— abrió la puerta a nuevas combinaciones. No pasó mucho tiempo antes de que alguien probara añadirle un chorrito al pastel… y la discusión cultural quedó servida.

Lo cierto es que la dupla pastel-kétchup se volvió tan popular que hoy se ha convertido en un ritual navideño. Para muchos, simboliza la unión entre la tradición y la modernidad culinaria. Para otros, demuestra que la gastronomía está viva, evoluciona y se adapta al gusto de cada familia.

En las casas puertorriqueñas, esta conversación se repite año tras año, entre risas, recomendaciones y advertencias cariñosas. Que si “sin kétchup sabe mejor”, que si “el pastel lo pide”, que si “eso no se le echa”.

Pero hay algo en lo que todos coinciden, pocas experiencias son tan nuestras como sentarse en la mesa con un buen pastel caliente y ese debate que nunca muere.

Al final, más allá del team con o sin kétchup, cada bocado cuenta una historia de identidad, creatividad y sazón boricua. Porque, en Puerto Rico, los pasteles se defienden con orgullo.



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