En medio de una fiesta, cuando la música suena, la mesa está llena y las copas no paran de circular, surge una duda muy común: ¿se pueden poner las botellas de vino a enfriar en la neverita de cerveza o es mejor dejarlas fuera del hielo? La respuesta corta es sí… pero con intención.
La neverita con hielo no es enemiga del vino, siempre que se use con criterio. Para vinos blancos, rosados y espumosos, colocar la botella en una mezcla de hielo y un poco de agua es una excelente forma de mantener la temperatura ideal durante la celebración.
El agua permite que el frío rodee mejor la botella y evita que el vino se enfríe de manera desigual. Eso sí, no se trata de olvidarlo ahí toda la noche. El objetivo es conservarlo fresco, no “congelar” sus aromas.
En el caso de los vinos tintos, la historia cambia un poco. Estos no deben servirse helados, pero en climas cálidos como el nuestro, dejarlos completamente fuera puede hacer que se calienten de más y pierdan balance.
Una buena práctica es colocar el tinto en la neverita solo por unos minutos, retirarlo y servirlo cuando esté ligeramente fresco, nunca frío al tacto.
Otro detalle importante es el momento. Si el vino ya está a buena temperatura, la neverita funciona mejor como un “mantenedor” que como un método de enfriado extremo.
Y si se va a enfriar desde cero, bastan entre 15 y 20 minutos en hielo para blancos y espumosos, menos tiempo para los tintos.
Al final, más que reglas rígidas, se trata de entender el vino como parte de la experiencia.
Bien enfriado, acompaña la conversación, realza la comida y hace que cada brindis se disfrute más.
Así que sí, la neverita de cerveza puede convivir perfectamente con el vino, siempre que se use con buen gusto y mejor criterio.
