El papa León XIV celebró su primera Navidad como líder de la Iglesia católica con un llamado directo a la conciencia global: frenar la indiferencia y apostar por el diálogo frente a las guerras que siguen castigando a millones de personas.
Desde el balcón central de la basílica de San Pedro, el Pontífice repasó los principales focos de tensión internacional y pidió que la comunidad internacional contribuya a soluciones que privilegien la paz.
Durante el mensaje de Navidad que precede a la bendición “Urbi et Orbi”, el Papa lamentó particularmente el sufrimiento en Gaza, donde —recordó— familias enteras viven aún entre la devastación. También reiteró su preocupación por la guerra en Ucrania y exhortó a las partes a detener el uso de las armas y retomar negociaciones “francas y responsables”, con el acompañamiento de organismos multilaterales.
El Pontífice, de origen estadounidense y con larga trayectoria pastoral en Perú, extendió su mirada a otros escenarios que calificó como “menos visibles, pero igualmente dolorosos”. Mencionó la grave crisis humanitaria en Sudán y Sudán del Sur, la violencia persistente en Mali y Burkina Faso, así como la inestabilidad que continúa afectando a la República Democrática del Congo.
León XIV pidió además que Europa reafirme su vocación solidaria y comunitaria, especialmente ante los desafíos migratorios y sociales. En ese contexto, expresó cercanía con quienes huyen de la pobreza, los conflictos y la persecución, y recordó que las rutas migratorias —tanto por el Mediterráneo como a través del continente americano— siguen cobrando vidas.
El Papa se refirió igualmente a Asia, con llamados específicos a favor de la reconciliación en Myanmar y de la distensión en la frontera entre Tailandia y Camboya. También invitó a los líderes políticos de América Latina a priorizar acuerdos y espacios de diálogo por encima de las divisiones ideológicas.
Más allá del análisis geopolítico, León XIV subrayó que la paz exige cambios concretos en la forma de relacionarse. “La violencia nunca crea futuro”, señaló, al tiempo que insistió en la responsabilidad compartida de los gobiernos y la ciudadanía para construir sociedades más justas.
En esta Navidad, el Papa retomó tradiciones litúrgicas que habían quedado en pausa durante décadas, incluida la misa solemne en la basílica de San Pedro. Los actos se desarrollaron en un ambiente de recogimiento, marcado por el cierre del calendario del Año Santo, que concluirá el 6 de enero con la festividad de la Epifanía.