Diciembre no desordena solo la agenda. También altera los horarios, las comidas, el descanso y esos hábitos que durante el año ayudan al cuerpo a mantenerse en equilibrio. En medio de ese cambio constante, hay un órgano que asume una carga extra casi sin que lo notemos: el hígado.
Cada comida abundante, cada brindis y cada noche corta suma trabajo metabólico. El hígado se encarga de procesar grasas, alcohol, azúcares y toxinas, pero necesita pausas para hacerlo bien. Cuando los excesos se acumulan sin momentos de recuperación, el cansancio empieza a aparecer, aunque no siempre se perciba de inmediato.
Cuidar el hígado en fiestas no significa eliminar celebraciones. Significa reducir el impacto del “todo junto”. Tomar agua incluso cuando no apetece, evitar llegar con ayunos prolongados a cenas copiosas, espaciar los días intensos y priorizar el sueño cuando sea posible son acciones simples, pero efectivas.
El error más común es pensar que el problema es una sola noche. En realidad, es la repetición constante durante semanas. El cuerpo tolera picos, pero no la exigencia continua sin tregua.
Escuchar al cuerpo también es prevención. Sentirse pesado, cansado o sin energía no es “lo normal de diciembre”, es una señal de sobrecarga.
El hígado no distingue fiestas del calendario. Solo responde a lo que recibe cada día.
Disfrutar y cuidarse no son opuestos. Cuando hay equilibrio, las fiestas se viven mejor y el cuerpo llega mejor a enero. Hepalive – Cuida tu hígado.
