El virazón que dio el presidente Joe Biden respecto al indulto de su hijo demuestra, una vez más, lo que son la gran mayoría de los políticos. Yo no lo culpo; ¿qué padre no haría lo mismo? Yo no lo estoy justificando. Simplemente planteo que usted puede llenarse la boca criticando a los demás y, cuando le pasa a usted, entonces quiere otra vara para que le apliquen, una más leniente. Usted haría exactamente lo mismo que Biden si estuviera en las mismas circunstancias, y todo aquel que diga que ama a su hijo, pero que lo dejaría podrirse en la cárcel por sus fallas, es sencillamente un hipócrita que habla por hablar.
Tengo la impresión que Hunter Biden, el hijo del presidente, es senda joyita. El perdón del padre al hijo fue por los delitos “…contra Estados Unidos que haya cometido o pueda haber cometido o en el que haya participado durante el periodo comprendido entre el 1 de enero de 2014 y el 1 de diciembre de 2024″. ¿Por qué un periodo tan extenso, medido y no se limitó a los cargos por los que ya es convicto? Sus cargos están relacionados a declarar falsamente, en la documentación para adquirir un arma de fuego en una tienda, en el año 2018, que no era usuario de drogas.
Su padre acaba de darle el último break y, con un Donald Trump en la presidencia, salivando sangre y buscando venganza, más vale que se ande derechito. Ya no va a tener a papá para protegerlo.
Distintas figuras del Partido Demócrata salieron a criticar al presidente. “La decisión del presidente Biden de indultar a su hijo fue un error. La familia y los aliados de un presidente no deberían recibir un trato especial. Fue un uso indebido del poder, erosiona la confianza en nuestro gobierno y anima a otros a torcer la justicia para adaptarla a sus intereses”, dijo Gary Peters, senador por Michigan. “Aunque, como padre, comprendo sin duda el deseo natural del presidente Joe Biden de ayudar a su hijo indultándolo, me decepciona que haya antepuesto su familia al país. Este es un mal precedente del que podrían abusar presidentes posteriores y que tristemente empañará su reputación”, dijo, por su parte, Jared Polis, gobernador de Colorado. Aunque ambos tienen razón, como Biden, son políticos y dicen las cosas mientras no están en las mismas circunstancias. Al presidente se le había preguntado, el 6 de junio, si descartaba indultar a su hijo. “Sí”, fue su respuesta. ¡Bendito sea Dios! ¿Alguien le creyó? ¿Alguien esperaba que dijera que no lo descartaba estando a cinco meses de las elecciones y siendo aún candidato a la reelección? Recordemos que su renuncia a la candidatura fue el 25 de julio.
Viendo los incidentes del presidente Biden, donde ve personas donde no las hay, o refiriéndose a personas fallecidas como si estuvieran vivas, tampoco podemos descartar que él no haya estado consciente o enterado de lo ocurrido alrededor del indulto. Puede sonar cruel, pero dentro del ejercicio del análisis, y por lo que proyecta de su salud mental, situaciones naturales y entendibles por su edad, siendo el presidente más poderoso del mundo, son cosas que uno también puede pensar y no debe descartar.
Ahora bien, ciertamente el presidente Biden acaba de aguar el field day que le estaban montando a Trump desde el ala demócrata para cuando asuma la presidencia y empiece con sus indultos. El expresidente, durante su campaña, fue igual de controversial, embustero y temerario que en el pasado, con convicciones, y aún así su elección fue más sólida que la del 2016. ¿Cómo creen que viene ese varón a partir de enero? Viene endiosado, entendiendo que puede hacer, deshacer y que nada le pasará. Viene con sed de venganza, con intención de utilizar todo su poder para aplastar a quienes entiende le hicieron daño, y a proteger a cualquier delincuente fiel a él. Así lo hizo saber en la campaña, y fue elegido. Entiende el pueblo estadounidense le ha dado, como dicen por ahí, “licencia para matar”. De hecho, tras su elección, los mercados de valores aumentaron, así que Trump entiende ya superó a Jesucristo en popularidad y apoyo, que solo Dios está por encima de él, y cuidado. Lo expreso de esta manera para dramatizar y que usted entienda bien qué podemos esperar de él estando nuevamente en la Casa Blanca.
Será un cuatrienio muy complicado en la nación porque a Trump le importa él, después él y por último él. ¿La nación? Solo le servirá para lo que le sirva a él.
Habrá que ver cómo desde el Congreso y el Senado pueden ponerle la tapa al pomo.
Volviendo a los demócratas, no sé qué estrategia asertiva podrán desarrollar para neutralizar a Trump, no como candidato en 2028 porque él no puede volver a aspirar, sino como un key player para que le suceda quien le sirva a sus intereses.