Thursday, December 12, 2024
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El fraude nuestro de cada día

En diciembre de 1996 un colega experto en métodos cuantitativos me dijo ufano que el triunfo de Pedro Rosselló por un millón de votos marcaría el principio de una nueva era política. El Partido Nuevo Progresista se convertiría en el partido hegemónico y tomaría las riendas del país como lo hizo el Partido Popular Democrático entre 1940 y 1968. Le respondí sin titubear que eso no era una conclusión sino una hipótesis que debía probarse. Cuatro años más tarde Sila María Calderón ganó con un copo electoral inexplicable para este “genio” de la predicción cuantitativa que no entendía que no todo lo que cuenta puede contarse ni no todo lo que puede contarse cuenta—frase atribuida a Albert Einstein. Los datos nunca han sido los datos para las ciencias.

La nueva etapa política que pronosticó el “cuantitativista” no marcó la hegemonía del PNP sino un nuevo patrón de gobernadores/as de un solo término. Ninguna gobernadora o gobernador ha sido reelecto en el siglo veintiuno. Dos gobernadores del PPD ganaron consecutivamente elecciones en 2000 y 2004, pero el PNP ganó las elecciones de 2004 produciendo un fracasado “gobierno compartido”, recordado más que nada por haber impuesto el IVU y provocado una contracción económica que aún no termina.

El nuevo patrón de alternancia por gobernadores de un solo término se sostuvo. Por ello esperábamos razonablemente que luego de la expulsión de Ricky Rosselló en 2019 el PPD ganaría la gobernación y las cámaras legislativas. Para sorpresa de todos el PNP ganó la gobernación y la comisaría residente y el PPD la legislatura y la mayoría de las alcaldías. La clave de esta sorprendente victoria no estuvo en el giro a la derecha de Charlie Delgado Altieri, ni en su falta de carisma. No, la clave estuvo en un invento llamado JAVA, la Junta Administrativa del Voto Ausente. Antes del conteo del voto de JAVA parecía que el PPD tenía posibilidades de ganar la gobernación y Manuel Natal, del recién creado Movimiento Victoria Ciudadana, lideraba el voto para la alcaldía de San Juan. Pero no fue así, el conteo del voto ausente lleno de controversias produjo victorias milagrosas para Pedro Pierluisi en la gobernación y Miguel Romero en San Juan.

En 2024, una vez más la JAVA parece que se convertirá en el pozo de los milagros para los candidatos legislativos del PNP en San Juan y para el lugarteniente del caudillo madurista del PNP, Tomás Rivera Schatz. En un estilo que causaría envidia a Nicolás Maduro, el faraón de la palma ha amenazado a la presidenta alterna de la Comisión Estatal de Elecciones y a todos los comisionados/as electorales de botarlos y meterlos presos si no siguen las órdenes de un juez leal al PNP de contar votos adelantados sin corroborar la identidad de los votantes.

El sueño de mi colega “cuantitativista” de una hegemonía PNP no llegó por los números, sino por el código electoral de 2020. Las elecciones en Puerto Rico (salvo las de 1980), fueron modelo de democracia y transparencia hasta la aprobación de este código bajo el liderato del faraón criollo. Aprobado unilateralmente en el mismo año electoral, el código de 2020 ha producido unas primarias fallidas que tuvieron que dividirse en dos rondas y una elección general que dilató un conteo de votos dudoso, lento y sin transparencia que produjo un segundo gobierno compartido, que también fue un fiasco como en 2004.

En 2024, ese mismo código electoral ha producido nuevamente un resultado electoral lleno de dudas, lento y sin transparencia. El problema no son la CEE ni los/as comisionados/as electorales. El problema emana de la incompetencia y mediocridad demostradas de la presidenta alterna de la Comisión, la recolección por funcionarios del PNP de votos adelantados sin corroborar y la usurpación masiva de identidades de votantes envejecientes y mentalmente incompetentes para votar. El problema son también los fiscales y jueces del PNP que no actúan ante las denuncias formalmente radicadas o que dictan desde el estrado judicial órdenes de NO verificar identidades en el conteo de votos ausentes, así como los tramposos que llevan cientos de solicitudes de voto adelantado sin verificar y que recusan en masa jóvenes votantes para menoscabar el voto de la Alianza en San Juan. El problema es el fraude institucionalizado por el código electoral de 2020 y la poderosa maquinaria corrupta del PNP conocida en las redes como #PNPOrganizaciónCriminal. El sueño hegemónico del “cuantitativista” se materializa con una democracia de fachada de corte “madurista”. Ciertamente, algunos sueños son pesadillas.



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