Thursday, May 1, 2025
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El futuro del boxeo puertorriqueño en el ring social

¿Qué hay detrás de la decisión de apostarlo todo, hoy en día, en un gimnasio para luego pelear en un ring de boxeo? Más allá del sudor, las madrugadas y los guanteos interminables, habitan preguntas más profundas: ¿qué empuja a un joven a desafiar el dolor, a enfrentar el miedo, a convertir su cuerpo en trinchera y su voluntad en escudo? ¿Cuáles son las motivaciones que, en silencio, nutren el coraje de quien asume el reto monumental de jugarse la salud —o la vida misma— en un deporte que, aunque tiene reglas, nunca ha sido un juego?

Hablar de valentía es poco. Hay algo más visceral, más humano, en quienes encuentran en el boxeo no solo una oportunidad, sino un propósito.

“Simplemente, ser la mejor persona posible a diario”, me dijo Xander Zayas a sus apenas 17 años, en una entrevista realizada en el Gimnasio de Amelia, en Guaynabo, justo antes de su primera pelea profesional en Puerto Rico, allá para el 2020. No hablaba de títulos ni de fama. Hablaba de carácter. De superación. De responsabilidad consigo mismo y con los suyos.

Hoy, a sus 22 años, Zayas se prepara para subir al ensogado en su primer combate de título mundial este verano, ante el actual monarca de la Organización Mundial de Boxeo (OMB) en las 154 libras, Sebastián Fundora.

Y muchos pensarían que el futuro del boxeo boricua descansa en sus manos. Pero no. Ese futuro no puede limitarse a combinaciones explosivas, a golpes certeros o a la devoción por un récord invicto, ni mucho menos a los dones y las habilidades físicas.

El reto del boxeo puertorriqueño no está en crear héroes nacionales, sino en sostener una cultura que sepa formar, proteger y acompañar a sus promesas durante el camino. Promesas que, como Zayas, no solo entrenen para ser campeones, sino que aspiren a comprender lo que representan dentro y fuera del cuadrilátero.

El sacrificio de quienes, en estos días grises, entregan su vida a la cultura boxística ofrece una oportunidad mayor: devolverle al ring y al gimnasio una función social profunda, sin obviar el balance de las luces y las sombras de este ambiente.

La historia del boxeo boricua no puede romperse en dos: un pasado de gloria y un presente que se mida a base de las alegrías del ayer.

Zayas, como Juanmita López, Belisa López de Jesús, Malik Quiñonez y la misma Amanda Serrano —por mencionar solo algunos—, representan una gran oportunidad para convertir el boxeo boricua en un punto de encuentro intergeneracional, donde se fundan las memorias épicas de los grandes de antaño con el manejo responsable de una carrera profesional, un entorno digno y, sobre todas las cosas, un retiro justo.



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