Thursday, May 22, 2025
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Alerta roja: la quemazón en los adolescentes

Lucas (nombre ficticio), un estudiante de 16 años que cursa el undécimo grado de una escuela pública en Puerto Rico ha sido un estudiante activo y versátil. Pertenece a todas las organizaciones estudiantiles y equipos deportivos de su escuela. Sin embargo, en sus calificaciones preliminares de las veinte y treinta semanas, su promedio ha ido en deterioro. Normalmente, era el alma del grupo, siempre activo y dispuesto a participar en clase; ahora, se muestra con poco interés y, a menudo, se le ve cansado y se queda dormido en el salón.

Su familia y sus maestros piensan que su comportamiento es simplemente una fase de la adolescencia, combinándolo con la “vagancia” —en su opinión—y un deseo innato de rebeldía contra las altas expectativas académicas que esperan de él. Constantemente, le regañan y le exigen que tiene que “arrancar”, junto con un constante “ponte pa’ lo tuyo”. En lugar de verificar por qué ha cambiado su comportamiento, asumen que, pronto, superará la etapa y volverá a ser el mismo.

Lo que nadie ha visto es que Lucas ha estado lidiando con una presión inmensa en la escuela y en su casa por mantener su promedio alto y su desempeño en todas las actividades extracurriculares. Además, ha estado ayudando en casa más de lo normal debido a problemas en su familia; así, sacrifica horas de sueño y su tiempo personal. Por ello, siente que no puede hablar de su agotamiento porque teme que lo juzguen o marquen como débil o incapaz de manejar todas sus responsabilidades.

Este escenario muestra cómo el burnout (agotamiento) puede ser malinterpretado fácilmente como pereza o desinterés adolescente. Esto puede llevar a respuestas inadecuadas de los adultos y agravar el problema en lugar de resolverlo.

La adolescencia es percibida, frecuentemente, como una etapa turbulenta y problemática de la vida. Cambios emocionales, desafíos en la escuela y tensiones en las relaciones son comúnmente descartados como parte “normal” del crecimiento. Sin embargo, este enfoque simplista puede ocultar un problema más serio y profundamente dañino: el burnout, o quemazón en las y los adolescentes. Confundir las señales de agotamiento extremo con suposiciones adultas sobre características y conductas generalmente asociadas de esos años puede tener consecuencias duraderas y graves.

Comprender la quemazón en adolescentes

La quemazón es un estado de agotamiento emocional, mental y físico causado por estrés prolongado. En adolescentes, esto suele manifestarse como un declive en el rendimiento académico, desinterés en actividades previamente disfrutadas y cambios significativos en el comportamiento y la salud física, como alteraciones del sueño y la alimentación. A diferencia de la típica rebeldía de la pubertad, esta implica una sensación de desesperanza y desmotivación que no se alivia con descanso o cambios en la rutina diaria.

Estereotipos versus realidades

La tendencia a etiquetar cualquier cambio en el comportamiento adolescente como parte del “ser adolescente” puede ser peligrosa. Este estereotipo minimiza sus luchas y puede prevenir que reciban la ayuda necesaria. Cuando los padres, madres y docentes descartan síntomas como la irritabilidad en exceso o el agotamiento como “fases” normales pierden la oportunidad de intervenir en una etapa crítica.

Consecuencias de ignorar la quemazón

Ignorar la quemazón en los adolescentes y juveniles puede llevar a problemas de salud mental a largo plazo, como depresión y ansiedad. Además, quienes no reciben apoyo adecuado pueden desarrollar problemas de autoestima y dificultades en sus relaciones interpersonales. También, es probable que enfrenten mayores desafíos en su transición a la vida adulta, incluyendo el acceso a la educación superior y la integración en el mercado laboral.

Según ASSMCA y su Consulta juvenil 2018-2020: El uso de sustancias en los escolares puertorriqueños: análisis por áreas de servicio de prevención, en Puerto Rico, “el trastorno en un rango clínico más frecuentemente encontrado en los adolescentes fue problemas depresivos (21.9%), es decir, que tienen un problema serio por lo que posiblemente necesitan atención profesional por su estado de depresión. El trastorno de problemas de ansiedad (6.8%) fue el segundo clasificado en el rango clínico con mayor prevalencia” (Roig Fuertes & Rivera Meléndez, 2020). No todas las acciones responden a estereotipos de la adolescencia; pueden ser trastornos emocionales que, más que ser condiciones preexistentes, pueden ser provocadas por la quemazón.

El caso de Lucas resalta un problema crítico que muchos adolescentes enfrentan y que, a menudo, es malinterpretado. Para evitar que situaciones como la de este se deterioren, es crucial que padres, educadores y otros adultos clave adopten un enfoque más empático y proactivo. Según un estudio presentado en la Revista Europea de Psicología de la Educación, titulado “Intervenciones para reducir el burnout en estudiantes: una revisión sistemática y metaanálisis” (Madigan et al., 2023), existen varias soluciones y estrategias viables que podrían implementar los padres de Lucas o todo aquel que tenga un adolescente en casa:

Reconocimiento y validación: Deben reconocer los signos de burnout y validar los sentimientos de los adolescentes, en lugar de descartarlos como simples caprichos juveniles. Esto incluye tomar en serio cambios en el comportamiento, como la disminución en el rendimiento escolar y la falta de interés en actividades previamente disfrutadas.

Diálogo abierto: Fomentar un entorno donde sientan seguridad para expresar sus preocupaciones sin temor a que se les juzgue. Preguntas abiertas sobre cómo se siente con respecto a sus responsabilidades escolares y extracurriculares pueden ayudar a abrir un diálogo constructivo.

Ajuste de expectativas: Padres y madres pueden ajustar sus expectativas y priorizar el bienestar de sus hijos e hijas sobre sus logros académicos o extracurriculares.

Intervención profesional: Considerar la ayuda de profesionales de la consejería escolar o psicología. Estas personas pueden ofrecer estrategias de manejo del estrés y apoyo emocional.

Promoción del bienestar: Incentivar a participar en actividades que promuevan la relajación y el autocuidado, como pasatiempos o simplemente tiempo libre sin estructura.

El caso de Lucas es un llamado de atención sobre la importancia de entender y abordar el burnout adolescente adecuadamente. Al adoptar estas estrategias, las madres, los padres y educadores no solo ayudarán a Lucas a recuperar su equilibrio y bienestar, sino que también establecerán un precedente positivo sobre cómo manejar el estrés y el burnout en la juventud.

Esta es la tercera columna de la serie Adolescentiens: identidades sentipensantes.

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