Cuando se habla de menopausia, la mayoría piensa en mujeres alrededor de los 50 años que comienzan a experimentar cambios hormonales naturales. Sin embargo, hay féminas que enfrentan este proceso mucho antes de lo esperado.
La menopausia precoz, aunque poco común, impacta física y emocionalmente a quienes la padecen, muchas veces sin previo aviso ni preparación. La misma ocurre cuando una mujer deja de menstruar antes de los 40 años debido a la pérdida de la función ovárica.
El doctor Rodrigo Macaya, ginecólogo y especialista en endocrinología, explicó las claves de una condición que puede aparecer antes de los 40 años y afectar no solo la fertilidad, sino también la salud ósea, emocional y cardiovascular de la mujer.
Desde las causas posibles hasta los tratamientos disponibles, el especialista aborda el impacto que puede tener esta alteración hormonal en la vida de las mujeres jóvenes, e insiste en la importancia del acompañamiento médico y psicológico para enfrentar un proceso que, aunque inesperado, no tiene por qué vivirse en soledad.
—Doctor, ¿qué se entiende exactamente por menopausia precoz?
Cuando la menopausia aparece antes de los 40 años, hablamos de menopausia precoz. Es una condición que se produce cuando los ovarios dejan de funcionar de forma anticipada, lo que interrumpe el ciclo menstrual y genera síntomas similares a los del climaterio, pero en una etapa de la vida en que no se espera.
—¿Es lo mismo que la falla ovárica prematura?
No exactamente, aunque están relacionadas. Si la menopausia ocurre antes de los 30 años, se habla de falla ovárica prematura. Es más infrecuente, pero tiene consecuencias similares y suele requerir un abordaje más complejo, especialmente en lo emocional y reproductivo.
—¿Cuáles son las principales causas?
La más común es idiopática, lo que significa que no logramos identificar una causa clara. Probablemente, esas pacientes nacieron con una menor reserva ovárica, y los óvulos se agotaron antes de tiempo. Pero también existen causas conocidas como cirugías sobre los ovarios, tratamientos como quimioterapia o radioterapia, y enfermedades autoinmunes como lupus o artritis reumatoidea. En mujeres más jóvenes, incluso se puede vincular a trastornos genéticos como el síndrome de Turner.
—¿Qué factores de riesgo aumentan las probabilidades de desarrollarla?
El principal es tener antecedentes familiares de menopausia precoz. También influyen cirugías ginecológicas, tratamientos oncológicos y ciertas enfermedades. Por eso, siempre es importante hacer un seguimiento adecuado en pacientes que han estado expuestas a estos factores.
—¿Cuáles son los primeros signos que podrían alertar de esta condición?
La señal más evidente es la ausencia de menstruación por varios meses en mujeres menores de 40 años. A eso se suman síntomas como bochornos, sudoración nocturna, cambios de ánimo, alteraciones del sueño y sequedad vaginal. En muchos casos, estos signos se confunden con estrés o cambios emocionales, lo que retrasa el diagnóstico.
—¿Cómo se trata la menopausia precoz?
El tratamiento más habitual es la terapia hormonal sustitutiva, especialmente si la mujer no tiene contraindicaciones. El objetivo es compensar la pérdida temprana de estrógenos, que afecta huesos, corazón, piel y cerebro. Mientras antes se inicie el tratamiento, mejores son los resultados. También es importante acompañar a la paciente en el ámbito psicológico, porque esta condición puede golpear muy fuerte, sobre todo si hay un deseo de maternidad no resuelto.
—¿Qué implica esto en términos de fertilidad?
En muchos casos, la menopausia precoz afecta directamente la posibilidad de tener hijos biológicos. Por eso, es fundamental abordar la situación con empatía y ofrecer información clara sobre las opciones disponibles, como la ovodonación. El impacto emocional puede ser muy fuerte, y ahí el acompañamiento médico y psicológico hace toda la diferencia.
—¿Un mensaje final para quienes enfrentan esta situación?
No están solas. Hay tratamientos, acompañamiento y opciones para cada etapa. Lo importante es consultar a tiempo, no minimizar los síntomas y confiar en que se puede vivir esta etapa con plenitud, aun cuando llegue antes de lo esperado.