La revista Annals of Internal Medicine documentó el caso de un paciente que, durante tres meses, eliminó el cloruro sódico y lo sustituyó por sales de bromuro tras consultar a un sistema de IA. Acabó con intoxicación severa: paranoia, alucinaciones, desorientación y una internación de tres semanas, tratada con antipsicóticos e hidratación intravenosa.
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Al replicar consultas similares, el mismo modelo volvió a producir respuestas peligrosas y sin advertencias claras.
El bromuro: un “sustituto” con historia oscura
Las sales de bromuro se usaron en el siglo XX como ansiolíticos y para el insomnio; llegaron a causar entre el 5% y el 10% de las hospitalizaciones psiquiátricas por “bromismo”. La FDA prohibió su uso médico en 1975, pero hoy reaparece en algunos suplementos no regulados.
No es un reemplazo inocuo de la sal: su toxicidad puede provocar desde náuseas y problemas de coordinación hasta cuadros neurológicos graves.
Cómo se manifestó la intoxicación
El paciente llegó a urgencias convencido de que un vecino lo había envenenado, rechazaba beber agua y mostraba síntomas paranoides y psicóticos. Con diagnóstico de intoxicación por bromuro, requirió manejo psiquiátrico y soporte intravenoso.
Se recuperó, pero el caso evidencia lo rápido que una “recomendación” mal fundamentada puede comprometer la salud.
Por qué la IA no es tu médico
Un chatbot puede sonar convincente, pero no evalúa tu historia clínica, no confirma dosis ni contraindicaciones y puede inventar respuestas plausibles que son falsas. A diferencia de un profesional, no aplica criterios diagnósticos ni te advierte de riesgos reales.
Sirve para informarte y preparar preguntas, no para indicar tratamientos o dietas extremas.
Más allá de la salud, la IA complica la detección de phishing, facilita desinformación y deepfakes, y abre debates éticos aún sin regulación clara. Incluso voces líderes del sector reconocen que existe hype y riesgos si se adopta sin cautelas.
Qué hacer antes de cambiar tu alimentación
Las decisiones sobre nutrición, suplementos o medicación deben pasar por personal sanitario. Si una “dieta” propone eliminar un nutriente esencial o reemplazarlo por compuestos poco comunes, detente y consulta. Verifica fuentes, revisa permisos de apps y desconfía de atajos milagrosos.
Si usas IA, úsala para entender conceptos, no para autotratarte.
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La tecnología puede ayudar, pero sin criterio clínico puede hacer daño. Este caso lo deja claro: seguir al pie de la letra recomendaciones sanitarias de un chatbot puede costarte la salud.