En la industria del entretenimiento, cada vez es más evidente cómo celebridades que llevan años en el ojo público parecen desafiar el paso del tiempo. Este fenómeno, impulsado por los avances en la medicina estética y los tratamientos de belleza, se ha convertido en una tendencia notable.
El uso del bótox se ha convertido en una práctica común para mantener una apariencia juvenil. Esta neurotoxina, que se inyecta en pequeñas dosis para relajar temporalmente los músculos faciales, es fundamental para suavizar arrugas y líneas de expresión, como las “patas de gallo” o las que aparecen en la frente.
Varias celebridades, muchas de Hollywood, han recurrido a este tipo de tratamientos para refrescar su imagen y combatir los signos de la edad. Si bien el bótox ofrece resultados rápidos y notorios, su creciente popularidad ha generado un debate sobre los estándares de belleza poco realistas y ahora, la pregunta de si, más allá de lo estético, afecta la comunicación.
¿Por qué el bótox afecta a las emociones?
Basándose en un artículo de Raquel Peláez para ABC, una creadora de TikTok llamada Blanca Guilera, quien se hizo bastante viral al hablar de la teoría de que el bótox, al causar parálisis muscular, no solo elimina las arrugas, sino que también afecta la expresividad facial. Esta falta de expresividad tendría un efecto secundario y es no poder comunicar emociones con los gestos, se reduce la habilidad para reconocerlas en otras personas.
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Las frentes “estiradas” se vuelven incapaces de contraerse, los ojos que no provocan arruga alguna al entornarse o bocas que sistemáticamente sonríen cuando hablan, generan una confusión no verbal en la comunicación con otros.
Esta argumento, Peláez lo respaldó a partir de una investigación de la Universidad de Irvine, donde se midió la actividad cerebral en diez mujeres de entre 33 y 40 años a las que se le había inyectado la toxina botulínica para inducir parálisis temporal del músculo responsable de fruncir el ceño, más conocido como músculo glabelar.
Los científicos registraron la actividad cerebral de las voluntarias y al analizar los resultados, se dieron cuenta de que las inyecciones habían provocado cambios en la actividad de la amígdala, una región cerebral clave para reconocer e interpretar las emociones; y el giro fusiforme, que se encarga de reconocer los rostros.
@blanca_guilera ¿El botox va acabar con la empatía? 🧐 Tenía que compartiros este artículo que leí en el ABC escrito por la periodista Raquel Peláez 📝 #Curiosidades