En Puerto Rico, periódicamente resurge el anexionismo con viejas y fracasadas soluciones disfrazadas de “respuestas” a los problemas del país. La más reciente es la propuesta de remilitarizar nuestro país. Líderes del PNP han empezado a argumentar que el retorno de más bases y tropas estadounidenses está justificado por la seguridad nacional, la creación de empleos y el crecimiento económico. No obstante, este discurso solo es un espejismo. Detrás de esas palabras grandilocuentes, se esconde una estrategia política de un movimiento agotado y sin propuestas concretas, que intenta presentar la militarización como un avance.
La falsa promesa de los empleos militares
El principal argumento de los estadistas es la generación de empleos. Sin embargo, la experiencia a nivel mundial y a lo largo de la historia muestra que los empleos civiles relacionados con instalaciones militares generalmente no contribuyen a mejorar la movilidad social ni al desarrollo sostenible. La mayoría de estos trabajos en las bases son de baja remuneración, como limpieza, mantenimiento, servicios de alimentos o apoyo básico para las tropas estadounidenses. No son empleos altamente calificados ni promueven la innovación ni fortalecen la economía productiva del país.
Incluso en muchas partes del mundo donde se han establecido bases militares, se ha visto un patrón inquietante: un aumento en la prostitución, la explotación sexual y la violencia contra mujeres y comunidades vulnerables. Puerto Rico no será diferente. Aceptar nuevas bases militares bajo el argumento de crear ‘empleo” solo trae trabajos precarios, más prostitución, tráfico sexual y serios problemas sociales, no oportunidades reales para nuestras familias. ¿Qué harán las comunidades cuando los soldados estadounidenses de Kentucky, ebrios y con un aire de arrogancia y superioridad, empiecen a amenazar y a violar los derechos civiles y humanos de las familias mientras buscan “señoritas”? ¿Qué hará la policía insular cuando soldados estadounidenses empiecen a pelear con los boricuas, dañar propiedad y violar nuestros derechos civiles? Nada.
Una economía ficticia y dependiente
Otra falacia relacionada con los llamados a remilitarizar es la creencia de que la presencia militar garantiza el desarrollo económico. Sin embargo, esto no es cierto. El dinero que se gasta en operaciones militares generalmente se destina a gastos inmediatos para soldados y contratistas, pero no conduce a la creación de industrias locales fuertes, innovación tecnológica o una infraestructura económica sostenible.
En resumen, cuando Washington decide desplazar sus tropas, los beneficios previstos se esfuman rápidamente. Lo que persiste es la contaminación ambiental, las comunidades desplazadas y la huella de un modelo económico ilusorio. Considerar la militarización como motor de desarrollo implica aceptar la inestabilidad como destino, depender de intereses extranjeros y abandonar la construcción de un modelo de país sustentado en nuestras capacidades reales.
La memoria histórica de Vieques y Culebra
Puerto Rico ha experimentado en el pasado una fuerte militarización. Durante años, la Marina de Estados Unidos ocupó vastas áreas en Vieques y Culebra para realizar bombardeos y ejercicios militares, causando contaminación, enfermedades, terror y represión. La respuesta de la comunidad fue definida: organización, resistencia y lucha.
La victoria de Vieques en 2003, tras años de protestas, desobediencia civil y presión internacional, mostró que los puertorriqueños no aceptan pasivamente la militarización de su territorio. Lo mismo ocurrió en Culebra en los años 70, cuando la comunidad logró desalojar a la Marina. Estas victorias no solo fueron contra el poder militar, sino también a favor de un estilo de vida diferente: uno que prioriza la salud, el medio ambiente y la dignidad nacional por encima de los intereses bélicos de una potencia extranjera.
Volver a solicitar más bases militares es una traición e implica un insulto a esa memoria colectiva. Es tratar de borrar las luchas que nos dieron dignidad y que nos enseñaron que el futuro de Puerto Rico no consiste en convertirnos en una base militar, sino en construir un desarrollo propio.
El trasfondo político del PNP
¿Por qué insiste el PNP en la remilitarización? La razón es simple: es una estrategia política, no económica. El PNP sabe que su plan de anexión ha perdido apoyo, que Washington permanece indiferente ante Puerto Rico y que su discurso de “estadidad ya” suena cada vez más vacío. Frente a esta pérdida de fuerza, optan por la militarización para parecer relevantes en el ámbito geopolítico.
Desde la perspectiva del anexionismo, cuanto más bases militares y tropas haya en Puerto Rico, más difícil será para Estados Unidos ignorarnos. Sin embargo, esta lógica evidencia la debilidad de su propuesta: no buscan dignidad ni crecimiento auténtico, sino apenas obtener relevancia mediante la presencia de militares, sin importarles las consecuencias nefastas para el país. Es un enfoque de subordinación colonial, no de avance.
Un callejón sin salida para el país
La militarización no solucionará los problemas de pobreza, desigualdad, apagones, vivienda o desempleo. Tampoco logrará un sistema de salud universal, fortalecerá la educación pública ni impulsará industrias innovadoras. Es, en definitiva, un callejón sin salida. Cuanto más se invierta en ella, más se retrasará el debate real sobre cómo Puerto Rico puede construir un modelo económico justo, próspero y soberano.
Los puertorriqueños debemos analizar cuidadosamente la remilitarización y entenderla como lo que realmente es: una estrategia de un partido derrotado y en declive que no tiene otro plan que ofrecer. El PNP busca que sigamos en un modelo colonial donde somos simplemente un componente militar al servicio de otra nación. Aunque lo llaman seguridad y desarrollo, en realidad representa dependencia y estancamiento.
El único camino: dignidad y soberanía
Frente a esta ilusión, la respuesta debe ser definitiva: Puerto Rico no quiere ni necesita más bases militares ni mayor presencia de soldados extranjeros en su suelo. Lo que realmente necesita es un proyecto nacional que confíe en su gente, su tierra, su cultura y en su capacidad de avanzar con soberanía.
La historia nos ha demostrado que resistir la militarización es tanto posible como esencial. Vieques y Culebra son ejemplos claros de que la dignidad colectiva prevalece sobre los intereses militares de una potencia extranjera. Hoy, ante las nuevas voces que promueven el anexionismo militarista, debemos recordar esas victorias y reafirmar que el futuro de Puerto Rico se basa en la libertad, la justicia social y el desarrollo propio, no en fusiles ni bases militares.
La remilitarización es un callejón sin salida. La soberanía es el único camino viable para nuestro país.