Lo que comenzó como una conferencia internacional para reforzar el alto el fuego en Gaza terminó convirtiéndose en una vitrina del poder político de Donald Trump. Con más de una veintena de líderes mundiales reunidos en el balneario egipcio de Sharm el Sheij, el presidente de Estados Unidos se llevó todo el protagonismo al firmar, junto a sus homólogos de Egipto, Turquía y Catar, un documento que define las bases del nuevo plan de paz para el enclave palestino.
El anfitrión de la cumbre, el presidente Abdel Fattah el-Sisi, llamó la propuesta la “última oportunidad para alcanzar una paz duradera” en Oriente Medio y reiteró la necesidad de una solución de dos Estados. Trump, por su parte, habló de una “oportunidad única” para dejar atrás los conflictos que han marcado a la región durante décadas.
Durante la jornada, los líderes internacionales se alinearon uno a uno para saludar a Trump, quien estuvo acompañado por su yerno y asesor Jared Kushner y por el enviado especial Steve Witkoff, ambos figuras clave en la negociación del alto el fuego. La ceremonia fue cuidadosamente diseñada para proyectar al mandatario estadounidense como el rostro central del acuerdo, en una escena de diplomacia cuidadosamente coreografiada.
El presidente Benjamín Netanyahu no asistió al encuentro, oficialmente por motivos religiosos, aunque fuentes diplomáticas apuntaron a presiones regionales para evitar su presencia. Sí participó el líder palestino Mahmud Abás, quien defendió la creación de un Estado palestino independiente como parte integral del proceso.
Qué contiene el plan
El Plan de Paz de Trump contempla una transición política en Gaza administrada por un comité de tecnócratas palestinos sin afiliación partidista, bajo supervisión internacional y con el desarme progresivo de Hamás. Egipto y Jordania se encargarían del entrenamiento de una nueva fuerza de seguridad palestina, mientras una misión multinacional —respaldada por una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU— se ocuparía de tareas de estabilización en el terreno.
Además, el plan prevé una conferencia internacional de reconstrucción en noviembre, con una meta estimada de $53,000 millones para recuperar la infraestructura destruida y restaurar servicios esenciales como agua, energía y vivienda.
Contexto y próximos pasos
La cumbre de Egipto se celebró poco después de que Hamás liberara a los 20 rehenes israelíes vivos restantes e Israel excarcelara a cientos de prisioneros palestinos, en los primeros pasos del alto el fuego auspiciado por Washington, Doha y Ankara.Trump aseguró que la segunda fase del plan “ya comenzó”, mientras el canciller egipcio Badr Abdelatty advirtió que el éxito dependerá del “compromiso continuo de Estados Unidos” para ejercer presión sobre las partes y liderar el despliegue internacional.
Los desafíos son múltiples: garantizar el cumplimiento del cese de hostilidades, establecer un gobierno transitorio legítimo y movilizar los fondos necesarios para la reconstrucción. En el escenario diplomático, el acuerdo también redefine las alianzas regionales, con Irán fuera de la cumbre y países como Turquía, Egipto y Catar reforzando su rol como mediadores.