Thursday, November 21, 2024
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La renuncia de Biden

Donald Trump finalmente obtuvo el jueves lo que siempre aspiraba de la Convención del Partido Republicano, y que no logró en el 2016 ni en el 2020 —ser proclamado como un “verdadero héroe estadounidense” por Hulk Hogan, con una serenata de Lee Greenwood y vitoreado por un estadio lleno de republicanos convencidos de que la victoria es inevitable.

Coronó su momento de triunfo con una diatriba de 92 minutos que estableció un récord moderno de duración para este tipo de mensajes. El discurso comenzó con un esfuerzo por reformularse a sí mismo como una figura unificadora antes de transformarse en una versión ligeramente suavizada de su típica actuación en un mitin de este tipo: acusó a los demócratas de buscar “destruir” a la nación, prometió lanzar “la operación de deportación más grande en la historia de nuestro país” y afirmó que de ser reelegido podría acabar con la inflación, establecer la paz mundial y curar el cáncer.

Sin embargo, a pesar de toda su extravagancia, es poco probable que la noche tuviera un gran impacto a largo plazo en la campaña: las convenciones generalmente no tienen ese tipo de efecto, excepto en la medida en que presentan a un nuevo candidato al público, y Trump es, a estas alturas, una figura que no necesita presentación.

De hecho, el evento de mayor trascendencia política se estaba desarrollando a unas 900 millas al este, en Rehobeth, Delaware, donde el presidente Joe Biden reflexionaba sobre su destino político mientras se recuperaba de un brote de COVID-19.

En el piso de la convención, los delegados sonrientes agitaban carteles que proclamaban “Fire Joe Biden”. Es posible que Nancy Pelosi haya logrado esa tarea por ellos.

Biden es conocido por tomarse su tiempo para tomar decisiones: en el 2015, por ejemplo, retrasó repetidamente su decisión antes de optar por no retar a Hillary Clinton por la nominación demócrata.

Pero la presión sobre él para que se retire de la contienda, que comenzó con su tambaleante desempeño en el debate del mes pasado, aumentaba cada hora mientras los republicanos celebraban en Milwaukee. Según una nueva encuesta publicada la semana pasada por The Associated Press, aproximadamente dos tercios de los demócratas querían que se retirara.

La expresidenta de la Cámara de Representantes y algunos de sus aliados más cercanos, desempeñaron papeles principales mientras los demócratas trataban de convencer a Biden de que cediera. En privado, Pelosi habló con Biden y presentó datos de encuestas que indicaban que no podía ganar, una conversación que rápidamente se hizo pública y reconocida por su portavoz.

Para el momento que Trump pronunció su discurso en la convención, los principales demócratas predecían a los periodistas que Biden abandonaría la carrera, tal vez tan pronto como el fin de semana.

La Casa Blanca y los funcionarios de la campaña se mantuvieron firmes en sus negaciones de que se estuviera preparando tal medida. Si Biden decidía no postularse, la vicepresidenta Kamala Harris sería la gran favorita para convertirse en la candidata demócrata, aunque a nadie le quedaba claro si eso se lograría por medio de endosos o mediante una votación en la convención demócrata.

A diferencia del presidente, Harris, de 59 años, ofrece a los demócratas la posibilidad de un camino a seguir, sin la carga de los temores públicos sobre la edad avanzada y el deterioro cognitivo.

La línea de ataque republicana contra Harris ya está clara. Si se convierte en la candidata, tratarán de presentarla como una izquierdista radical, una liberal de California desconectada de los estadounidenses comunes. Y tratarán de hacerla responsable de las políticas fronterizas de la administración, que se encuentran entre los mayores puntos débiles políticos de los demócratas.

En su campaña de 2020, Harris enfrentó el problema político opuesto: luchó por persuadir a los votantes de las primarias de que era lo suficientemente progresista y, en última instancia, se vio atrapada entre Biden, que apeló a los demócratas moderados, y los senadores Elizabeth Warren y Bernie Sanders, que tenían más prestigio con la izquierda del partido.

Como candidata demócrata, Harris tendría varias oportunidades tempranas y de alto perfil para persuadir a los votantes moderados de su aceptabilidad. Eso comenzaría con su elección de un compañero de papeleta: las especulaciones se han centrado en varios gobernadores demócratas, incluidos Roy Cooper de Carolina del Norte, Andy Beshear de Kentucky y Josh Shapiro de Pensilvania.

Luego vendría la convención, donde los demócratas podrían, si así lo desean, destacar los antecedentes de Harris como fiscal.

En las inusuales circunstancias de las primarias de 2020, ensombrecidas por el asesinato de George Floyd a manos de la policía en Minneapolis, la experiencia de Harris como fiscal de distrito contaba como una desventaja, al menos para los activistas demócratas. Sin embargo, por lo general, la experiencia como abogada y fiscal es una ventaja para un político. Con los republicanos tratando de jugar con los temores de los votantes a potenciales olas de criminalidad, enfatizar las credenciales de Harris en esa área sería una estrategia obvia.

La convención republicana destacó la unidad del partido detrás de Trump, pero hizo relativamente poco para establecer una agenda política, dejando amplias oportunidades que una campaña demócrata podría explotar.

Los oradores de la convención tocaron los elementos básicos de la guerra cultural: las repetidas referencias a mantener a las mujeres trans fuera de los deportes femeninos provocaron constantemente aplausos, por ejemplo. Pero, aunque el público en gran medida se pone del lado del Partido Republicano en ese tema, no ha sido una prioridad para la mayoría de los votantes y no ha ayudado a los candidatos republicanos fuera de los distritos conservadores confiables.

Trump, en su discurso, hizo énfasis en el tema de la inmigración; tema que, más que cualquier otro, ha definido su carrera política. Hasta ahora, no ha pagado un precio político por abogar por redadas masivas sin precedentes de personas en el país sin autorización legal. Sin embargo, los demócratas confían en que los votantes rechazarán la idea a medida que escuchen más sobre ella.

Y aunque los problemas en la frontera es uno de los mayores flancos débiles que tendría que atender cualquier candidato demócrata, junto con la inflación, los demócratas pueden decir correctamente que ambos problemas están siendo atendidos y que la situación está mejorando.

El número de cruces fronterizos ilegales se ha desplomado desde el anuncio de Biden en mayo de nuevas políticas más estrictas en cuanto a la concesión de asilo, y la tasa de inflación ha disminuido lo suficiente como para que la Reserva Federal comience a recortar las tasas de interés en septiembre.

Más allá de eso, la reunión republicana a menudo parecía extrañamente desconectada de algunos de los temas más importantes del día. Trump, por ejemplo, no solo nunca mencionó la palabra aborto en su discurso, sino que evitó todo el tema.

Harris ya se ha convertido en una de las principales voces del partido en materia de derechos reproductivos, y si se convierte en la candidata, es probable que el tema ocupe un lugar destacado en su campaña.

Los republicanos también tenían poco que decir sobre el cambio climático más allá de una promesa repetida de eliminar los esfuerzos de la administración Biden para convertir a Estados Unidos a vehículos eléctricos. Trump y su compañero de fórmula, el senador J.D. Vance de Ohio, describieron eso como un esfuerzo para salvar a la industria automotriz de la destrucción. Pero en un momento en que el desempleo está en mínimos casi históricos, la manufactura está en auge y las compañías automotrices compiten para llevar nuevos vehículos eléctricos al mercado, ese caso puede ser difícil de argumentar.

La nostalgia por un Estados Unidos del pasado ha jugado un papel muy importante en el ascenso de Trump, pero también ha demostrado tener un atractivo limitado: nunca ha estado cerca de ganar la mayoría de los votos.

Las posibilidades de los demócratas dependerán entonces de si pueden persuadir a los votantes de que sus políticas se adaptan mejor a los Estados Unidos del futuro. Esa será una tarea mucho más fácil ahora que el presidente en funciones ya no es su candidato.

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