El exvicepresidente estadounidense Dick Cheney, considerado una de las figuras más influyentes y controvertidas de la política moderna de Estados Unidos, falleció a los 84 años, según confirmó su familia en declaraciones citadas por CNN.
Cheney, quien sirvió como vicepresidente de George W. Bush entre 2001 y 2009, fue pieza clave en la definición de la política de defensa y seguridad tras los ataques del 11 de septiembre. Su visión neoconservadora y su apoyo a la invasión de Irak marcaron profundamente el rumbo de la política exterior estadounidense durante la primera década del siglo XXI.
Un estratega de poder
Conocido por su carácter reservado y su influencia tras bastidores, Cheney fue descrito por analistas como “el vicepresidente más poderoso de la historia moderna”. Desde la Casa Blanca impulsó medidas que ampliaron el poder ejecutivo y establecieron nuevas estrategias de inteligencia y seguridad nacional bajo el paraguas de la “guerra contra el terrorismo”.
Antes de llegar a la vicepresidencia, había ocupado cargos clave:
- Secretario de Defensa (1989-1993) bajo George H. W. Bush, durante la Guerra del Golfo.
- Jefe de Gabinete de la Casa Blanca (1975-1977) durante la presidencia de Gerald Ford.
- Y más temprano, congresista por Wyoming entre 1979 y 1989.
Años de enfermedad y retiro
Cheney sufrió problemas cardíacos durante gran parte de su vida adulta. Tras varios infartos, se sometió a un trasplante de corazón en 2012, que describió como “el regalo de la vida misma”. En sus memorias y apariciones públicas recientes, se mantuvo activo y crítico del rumbo de su partido, en especial del expresidente Donald Trump, a quien llamó “una amenaza para la república”.
En los últimos años, Cheney se distanció del Partido Republicano tradicional. Respaldó públicamente a su hija Liz Cheney, excongresista por Wyoming y crítica de Trump, y en las elecciones de 2024 llegó a votar por la demócrata Kamala Harris, según confirmó entonces su entorno cercano.
La vida política de Cheney también inspiró la película “Vice” (2018), dirigida por Adam McKay y protagonizada por Christian Bale, quien ganó el Globo de Oro por su interpretación del exvicepresidente. La cinta retrató su ascenso al poder y su papel en la guerra de Irak, consolidando su imagen como una de las figuras más influyentes —y polémicas— de la historia reciente de Estados Unidos.
Su legado combina poder político, polémicas decisiones y una defensa férrea de la autoridad presidencial. Las políticas de detención e interrogatorio de sospechosos de terrorismo durante su mandato generaron críticas de organizaciones de derechos humanos, pero también definieron un periodo crucial de la política de seguridad estadounidense.