Una buena relación intrafamiliar, como prevención a casos de abuso o maltrato de menores, nace no solo desde el hogar, sino también de las redes de apoyo de un núcleo familiar y un reconocimiento del entorno social.
Tanto la psicóloga clínica familiar Aysha Concepción Lizardi como la trabajadora social forense Freeda Jusino Rivera, ambas con más de 20 años de experiencia en atención a familias y menores, coincidieron en que lo primordial es evitar una disciplina violenta y fomentar, según la psicóloga, una disciplina preventiva.
Desde la perspectiva psicológica, Concepción Lizardi, quien fundó, en 2001, la organización Familias CAPACES para trabajar con familias en comunidades vulnerabilizadas, abundó que provee, a los padres, herramientas para impartir instrucciones “positivas y consistentes”. Entre las estrategias que enseña, aborda una comunicación afectiva y efectiva, manejo de conflictos y de estrés, autoestima y orientación para reconocer y denunciar casos de maltrato o violencia.
“Algo bien importante para nosotros es que conozcan qué es el maltrato infantil. No saben que lo que están haciendo es maltrato”, compartió Concepción Lizardi a Metro Puerto Rico.
Jusino Rivera, catedrática en la Escuela Graduada de Trabajo Social del Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico y especializada en casos de abuso sexual infantil, también destacó que personas cercanas, como vecinos, maestros o doctores, reconozcan e informen a las autoridades si hay sospechas de maltrato o negligencia, y abogó por evitar la “mano dura” en el hogar.
“No hay estudios empíricos que te digan que una galleta a tiempo es remedio, eso no existe. Nosotros lo hemos querido romantizar con el adultismo, de que las niñeces le pertenecen a los adultos”, planteó en llamada a este medio.
Por su parte, la psicóloga recalcó que no necesariamente todos los abusos sean perceptibles como el físico, que se manifiesta con hematomas o lesiones visibles. Pero se puede notar la falta de supervisión, una reducción en el estado de ánimo, notas bajas, peleas o discusiones frente a los menores y desavenencias en familias o de pareja, ofreció Concepción Lizardi. Las querellas se pueden someter al Departamento de la Familia (DF) o a la Policía u otra autoridad, hasta de manera anónima.
Bajo la Ley 57 de 2023, los menores están protegidos contra abuso o maltrato y desglosa las distintas tipologías de maltrato, recordó la psicóloga clínica.
Según datos de la Administración de Familias y Niños (Adfan) del DF, en 2024 se registraron 6,189 casos de maltrato a menores, lo más alto desde 2018. En ese período de siete años, hubo un promedio de 5,275 casos al año, y en cada uno, la negligencia es el tipo de abuso más común, seguido usualmente por negligencia emocional, maltrato físico, negligencia educativa y médica, abuso sexual y explotación.
Por otra parte, las estadísticas del Departamento de Justicia, entre 2016 y 2023, identificaron un promedio de 315 casos de abuso sexual o maltrato de menores por año. Pero la Oficina de Servicios para Niños del Departamento de Salud y Servicios Humanos de los Estados Unidos publicó que, entre 2019 y 2023, hubo 4,365 incidencias promedio anuales y la tasa en el último año arrojó que casi nueve de cada 1,000 niños sufrieron un caso de abuso o maltrato.
Entre 2018 y 2023, la madre era la perpetradora mayor, según las estadísticas de Adfan, salvo en 2024, cuando la relación del maltratante en la mayoría se clasificó como desconocido. Jusino Rivera aportó que la figura materna suele ser la más común porque, en hogares monoparentales, es quien tiene custodia, mientras que el padre cuida al menor en menos días.
“Es un dato que yo te puedo decir que viene desde los últimos 50 años. […] Si está con la mamá, más incidentes van a ocurrir, incluyendo accidentes físicos, porque es una mamá que tiene que cuidar, que tiene que criar, a lo mejor no es un solo niño lo que tiene a su cargo, que tiene que cocinar, tiene que venir del trabajo, muchos factores”, amplió.
Concepción Lizardi criticó también que esta adjudicación mayor a la madre responde a una sociedad patriarcal, en la que se le impone a la mujer el cuidado de los niños. “[El cuidado de niños] les toca a todos, no a las madres. Le toca al que engendra, al abuelo, vecino, que puede apoyarnos”, subrayó.
