El triunfo de Zohran Mamdani como alcalde demócrata de Nueva York no sólo va contra la corriente del nuevo proyecto capitalista nacional autoritario del trumpismo sino que parece un anticipo de un futuro que comienza a emerger.
La victoria de Mamdani con poco más de un millón de votos que representan 50.4% de los votantes no parece ser un mero golpe de suerte. En otra carrera por la alcaldía de Minneapolis, Omar Fateh, hijo de emigrante, de ascendencia musulmana y miembro de la legislatura estatal, al igual que Mamdani, llegó segundo en la votación, también contra otro contrincante demócrata.
Emerge así una fuerza socialista dentro del partido Demócrata, liderada por el senador Bernie Sanders y la congresista puertorriqueña Alexandria Ocasio Cortez.
El ascenso del “socialismo” Demócrata se da en contextos de grandes ciudades y de la movilización de nuevos votantes jóvenes. No digo que el partido Demócrata esté dando un giro al socialismo, no me malentienda, digo que el ala socialista del partido Demócrata comienza a repuntar en ciertos contextos.
El proyecto político neoliberal iniciado por Ronald Reagan y Margaret Thatcher ha llegado a su término—completado su ciclo dirían algunos economistas seguidores de Nikolái Kondrátiev. El neoliberalismo se globalizó luego de la estrepitosa caída del socialismo soviético, el “comunismo”. De la mano del fundamentalismo de mercado neoliberal el capitalismo dominó incluso en los países comunistas como China y Vietnam que reformaron sus sistemas y transitaron a un híbrido conocido como “socialismo de mercado”. Los reductos del antiguo “comunismo” quedaron en Corea del Norte, Cuba y Laos.
El colapso de un proyecto socialista internacional no fue sólo económico sino ideológico. La lógica que anteponía socialismo y democracia, que siempre fue disparatada, ahora completaba la ecuación equiparando democracia con libre economía. La noción de que socialismo era igual a dictadura y capitalismo a democracia no compaginaba con las dictaduras capitalistas latinoamericanas que dominaron la región en los ochenta. No obstante, en Estados Unidos y Puerto Rico socialismo se equiparó al comunismo y al autoritarismo o dictadura. Tanto es así que hay puertorriqueños que porfían que Rusia sigue siendo comunista(¡!).
El proyecto político neoliberal que triunfó en los noventa con la creación de la Organización Mundial del Comercio (OMC) sigue confrontándose con versiones de socialismo democrático en toda América Latina sin lograr avances. Los ciclos de gobiernos de derecha neoliberal fundamentalistas de mercado, seguidos por gobiernos de izquierda democrática social-reformistas, mantienen un vaivén que no resulta en avances sostenidos de desarrollo económico y político. La democracia sigue siendo frágil en América Latina.
En Estados Unidos los desafectos del capitalismo neoliberal—trabajadores desplazados, blancos pobres, fundamentalistas evangélicos—eligieron a Donald Trump esperando cambios económicos beneficiosos, cierre de fronteras y restablecimiento del estilo de vida estadounidense tradicional. El discurso “anti-establishment” (populista de derecha) de Donald Trump le ganó una primera elección en 2016 y una segunda en 2024; curiosamente ambas contra candidatas mujeres.
En este segundo término, llamado Trump 2.0, se ha desarrollado una política capitalista nacional autoritaria que pretende desmantelar el Estado benefactor y establecer un laissez-faire que favorece a una oligarquía billonaria. Esa oligarquía billonaria pretende alcanzar una supremacía económica mundial controlando nuevos recursos (tierras y minerales raros), recursos que pueden escasear (agua, combustibles fósiles), y las tecnologías de inteligencia artificial.
Trump 2.0 favorece una libertad económica y empresarial a expensas de las redes socioeconómicas que aseguran la seguridad social de los trabajadores asalariados, envejecientes, minorías y poblaciones pobres. Propone recortes a gastos sustantivos a Medicaid, beneficios de Seguro Social por discapacidad y suplementario (SSDI, SSI) subsidios de alimentos (SNAP y WIC), educación, investigación médica, y otros servicios, mientras propone recortes contributivos para la oligarquía billonaria.
Es en este contexto que el trumpismo, el capitalismo nacional autoritario, “resucita” el “socialismo”. No se trata del socialismo Soviético, ni del comunismo, ni del chavismo, o el castrismo. ¡No se engañe! Se trata de un repunte del estado benefactor. Se trata de restaurar la vida digna de los trabajadores, las clases medias, los envejecientes y los pobres. El lema central de Mamdani y de los “socialistas” Demócratas es “affordability”, “asequibilidad”.
Para que la plutocracia puertorriqueña abanderada de la “libertad económica” trumpista lo entienda: hablo de una socialdemocracia al estilo escandinavo—Islandia, Dinamarca, Finlandia, Noruega y Suecia—países con mejores indicadores económicos que Estados Unidos y reconocidos como “democracias plenas” según The Economist Intelligence Unit. Tras los sucesos de enero de 2021, Trump y el movimiento MAGA degradaron a Estados a la categoría de “democracia imperfecta” en este índice. Paradójicamente, la avaricia y el desdén autoritario de Trump y su oligarquía de billonarios frente al liderazgo Woke y el “populacho” que los respalda han abierto la puerta al regreso del “socialismo” demócrata estadounidense del siglo veintiuno, como alternativa para rescatar la democracia y la justicia social.
