Durante mucho tiempo, ChatGPT reinó casi sin rivales en el universo de los asistentes de inteligencia artificial. Pero la calma terminó: Gemini 3, el nuevo modelo de Google, llegó pisando fuerte y puso a Sam Altman, CEO de OpenAI, en modo “supervivencia”.
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Tan en serio va la cosa que la compañía declaró un “código rojo”, lo que significa, literalmente, que todo se detiene excepto el trabajo para mejorar ChatGPT.
La decisión fue comunicada a través de un memo interno filtrado por The Wall Street Journal, y refleja un momento de inflexión en la batalla por el trono de la IA generativa.
Gemini 3: la chispa que incendió la competencia
El 13 de noviembre, Google presentó Gemini 3, su modelo más avanzado hasta la fecha. ¿La reacción? Inmediata. En pocos días, varios benchmarks de la industria lo ubicaron por encima de ChatGPT en velocidad, comprensión y razonamiento.
Y si eso no bastaba, ejecutivos como Marc Benioff, CEO de Salesforce, lo probaron y declararon públicamente que ya no volverán a usar ChatGPT.
Además, las cifras también meten presión: Gemini pasó de tener 450 millones de usuarios mensuales en julio a 650 millones en octubre. Aunque ChatGPT sigue fuerte con 800 millones de usuarios semanales, la tendencia ya no es tan cómoda como antes.
Todo por ChatGPT: OpenAI pausa otros proyectos
Ante este escenario, Altman decidió algo drástico: detener otras iniciativas estratégicas para poner todo el músculo en ChatGPT. El mensaje interno fue claro: hay tres frentes donde deben mejorar sí o sí:
- Velocidad y fiabilidad en las respuestas.
- Personalización más avanzada, adaptada a cada usuario.
- Mayor capacidad para resolver tareas complejas y responder preguntas variadas.
Incluso se trasladaron temporalmente equipos internos hacia este “modo guerra”, y se establecieron reuniones diarias de seguimiento. Para entender la gravedad: antes ya habían declarado un “código naranja”… ahora el “rojo” es su última carta.
¿Y qué proyectos quedan en pausa?
Entre los afectados están varios que habían generado altas expectativas: un asistente llamado Pulse, agentes de IA especializados en salud y compras, y la integración de publicidad en ChatGPT. Todos quedaron congelados. La prioridad es una sola: no perder la delantera ante Google.
¿David contra Goliat tecnológico?
Aunque OpenAI no es precisamente pequeña, su músculo financiero no compite con el de Alphabet (la matriz de Google). La empresa de Altman atraviesa una etapa de fuerte inversión en infraestructura y no tiene el colchón de efectivo casi infinito que sí disfruta su rival.
Aun así, la historia demuestra que OpenAI sabe moverse bajo presión. Y si bien la amenaza de Gemini 3 es real, declarar muerto a ChatGPT sería, por ahora, apresurado.
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Como en toda buena rivalidad tecnológica, la próxima gran jugada podría estar a la vuelta de la esquina. El ring está armado, y el combate por el futuro de la IA sigue más vivo que nunca.
