Saturday, December 27, 2025
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De propósitos individuales a compromisos colectivos: lo que Puerto Rico necesita replantearse al cerrar el 2025


Natalia N. Rivera González

Diciembre suele ser un mes de reflexiones personales. Hacemos listas de logros, fracasos y propósitos que prometemos cumplir cuando llegue el nuevo año. Sin embargo, al cerrar el 2025, vale la pena hacernos una pregunta más amplia y urgente: ¿qué estamos dispuestos a replantearnos como sociedad?

Puerto Rico termina otro año cargando problemas que ya no pueden atribuirse únicamente al paso del tiempo o a circunstancias externas. La precariedad en los servicios esenciales, la desigualdad social, la fragilidad del sistema educativo y el deterioro de la salud emocional colectiva no son asuntos nuevos, sin embargo, sí cada vez más visibles. Aun así, seguimos abordándolos desde la lógica del esfuerzo individual, como si la solución dependiera únicamente de que cada cual “resuelva como pueda”.

Desde el trabajo directo con comunidades y familias en contextos vulnerables, estas realidades dejan de ser estadísticas y se convierten en historias concretas. Niños que viven en inestabilidad desde edades tempranas, adultos agotados emocionalmente y profesionales del cuidado que sostienen sistemas frágiles con recursos limitados. Todo esto ocurre mientras normalizamos el cansancio social y celebramos el sacrificio como si fuera una virtud incuestionable.

Esta narrativa resulta cómoda, pero peligrosa. Nos hace creer que los problemas sociales se resuelven con motivación personal, cuando en realidad requieren compromiso colectivo, voluntad política y estructuras que sostengan el bienestar humano. No se trata de negar la responsabilidad individual, sino de reconocer que nadie prospera en un sistema que no cuida a los suyos.

Cerrar el año debería invitarnos a algo más que nuevos propósitos individuales. Debería empujarnos a repensar qué tipo de país queremos ser en el 2026. ¿Uno que continúe delegando el bienestar al esfuerzo personal, o uno que se atreva a construir redes de apoyo reales, accesibles y sostenibles?

Hablar de compromisos colectivos implica asumir responsabilidades compartidas. Implica exigir políticas públicas que prioricen la niñez, la educación integral y la salud emocional. Implica también reconocer el valor de quienes cuidan, educan y acompañan procesos humanos complejos, y dejar de tratarlos como piezas reemplazables dentro de sistemas sobrecargados.

El cierre del 2025 nos ofrece una oportunidad valiosa: pasar del discurso a la acción consciente. Más allá de las resoluciones personales, necesitamos acuerdos sociales claros que apunten al bienestar común. Como joven y trabajadora social licenciada, anhelo que el 2026 no nos encuentre repitiendo las mismas conversaciones, sino construyendo respuestas distintas.



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