Ayer, nuestro periódico Metro publicó cifras alarmantes sobre el aprovechamiento académico en nuestras escuelas públicas y la cantidad de estudiantes que tendrían que repetir sus grados. Son 8,727 niños y jóvenes los que vuelven al grado del año pasado ya que reprobaron tres o más materias. Si bien es cierto que el número es menor al del año anterior, la cifra le pone los pelos de punta a cualquiera.
Pero esto no se queda ahí. La nota de Metro detallaba más sobre el “aprovechamiento” de nuestros estudiantes del sistema público para el año escolar que concluyó en mayo. Hubo un total de 50,585 notas “F” y la materia con más fracasos fue matemáticas, seguido por las clases de español e inglés. Y si dividimos aún mas las notas “F” del año escolar 2023-2024, por materia, la cosa se pone peor. En la escuela elemental, las notas de F fueron principalmente en español. En la intermedia fue inglés y en la escuela superior fue matemáticas. ¡Casi na’!
Las cifras publicadas por Metro sobre la cantidad de “colga’os” y “F’s” en el año escolar que concluyó en mayo, nos debe alarmar pero no sorprender. Además de todos los problemas que enfrenta el sistema educativo, público y privado, el wake up call tiene que ser para los padres o tutores porque tienen que meterse de lleno en la vida escolar de sus menores, sí o sí. No tendremos resultados distintos si le seguimos echando la culpa al sistema, maestros, directores y a todo el mundo menos a nosotros mismos.
Claro que hay que fiscalizar al sistema. Claro que hay maestros mediocres. Claro que hay directores deficientes en sus desempeños.. Claro que algunas escuelas, por su diseño escolar y administrativo, no funcionan. Claro que la agencia está demasiado descentralizada y los recursos no llegan al salón de clases. Claro que la realidad en las escuelas no representan el multibillonario presupuesto de la agencia. Y claro que la burocracia administrativa se está comiendo la ejecución de los buenos planes para el sistema escolar.
Pero ello no implica que exoneremos de toda culpa a otro componente importante, nosotros los papás, mamás o tutores. Enajenarnos de la vida estudiantil de nuestros niños y jóvenes debe ser un delito. Nos encanta, como sociedad, echarle la culpa al gobierno o a otros, y no mirar que los problemas colectivos empiezan en muchas ocasiones en nuestros propios hogares. El gobierno no es el culpable de todo.
Los adultos tenemos que ir ocasionalmente a las escuelas de nuestros hijos e hijas, hablar con sus maestros y maestras, directores escolares, acercarnos a los empleados no docentes para conocer todo sobre el plantel en el ellos pasan la mayor parte del día, verificar las libretas, ayudar a hacer los proyectos, conocer a sus amistados y procurar actividades extracurriculares productivas. En fin, tenemos que ser parte fundamental en la vida escolar de nuestros menores y no delegarlo todo, como si fuera casi un acto de emancipación.
Y ojo, la situación en las escuelas privadas es igual que en las públicas. Así que, cuando hablemos del sistema escolar, incluyamos a todas las escuelas.
La semana próxima cuando empiecen a reabrir las escuelas para el año escolar 2024-25, recordemos e internalicemos que a la escuela vamos todos, sí todos. De lo contrario, seguiremos viendo los mismos resultados tristes que acabamos de leer. ¿Qué usted cree?