Tenía 11 años cuando las elecciones del 1988, el primer proceso electoral que recuerdo con consciencia. Vengo de una familia muy vinculada a la política partidista y aquel proceso me marcó. Escuchaba que el gobernador de entonces, candidato a la reelección, quería convertir a Puerto Rico en una República Asociada, separarnos de los Estados Unidos, que su campaña era financiada por el comunismo cubano e íbamos directitos a la pobreza si revalidaba en la posición. Hasta un debate memorable televisivo, organizado por el candidato de la oposición (PNP) y en el que se apareció inesperadamente el gobernante (PPD), ocurrió entonces alrededor de ese tema.
Las elecciones del 1988 las ganó el gobernador popular. No llegó la República Asociada, no nos separamos de los Estados Unidos, pero sí, hoy somos más pobres que entonces, bajo el mismo estatus político.
Hoy, 36 años después de aquella elección, el debate parece todo un déjà vu, con la distinción de que el ataque del PNP va dirigido al candidato de una alianza independentista que, por primera vez en la historia moderna, representa un peligro electoral para los partidos que han gobernado la isla desde el 1952. La otra diferencia es que el mundo es otro. En aquel momento la teoría era más fácil de comprar por parte del electorado, no solo por el menos acceso a la información y la ignorancia que podría predominar en un sector de la población sobre los procesos políticos mundiales, sino porque estábamos ante un planeta convulso con la tensión que existía entre dos potenciales mundiales que amenazaban con irse a una guerra mundial en cualquier momento, etapa histórica conocida como la Guerra Fría. Hoy el mundo no es un asomo de lo que era entonces. Los países, lejos de aislarse unos de otros, son más interdependientes, los negocios multinacionales son vistos con normalidad y las relaciones económicas entre la mayoría de los países, salvo con los Estados Unidos de Trump y la Rusia de Putin, se dan con bastante cordialidad.
Por esto, el discurso de que si gana Juan Dalmau la gobernación, llegará el comunismo y la independencia, es difícil de tragar y solo tiene como consecuencia inmediata ver memes en las redes sociales o leer la emociones más floridas de los sectores más extremistas de los partidos políticos.
Los hechos son claros. El PNP ha tenido seis gobernadores y no ha logrado traer la estadidad. El Partido Popular ha tenido otros seis y no ha logrado desarrollar ni por un centímetro el ELA. Es un hecho también que ambos partidos han utilizado fondos públicos para cabildear por sus agendas ideológicas en Washington y no han logrado el objetivo final.
Es un hecho que Puerto Rico es una posesión de los Estados Unidos desde 1898, tanto asi que Donald Trump planteó una vez hacer un canje entre Puerto Rico y Groenlandia, o vendernos después de la devastación del huracán María. En otra ocasión, la excandidata presidencial demócrata, Hillary Clinton, exhibió el poder absoluto de la metrópoli en una conversación privada con el exgobernador Aníbal Acevedo Vila advirtiéndole que ellos aquí podrían hacer lo que quieran, narra el exlíder popular en uno de sus libros.
Por lo tanto, declarar la independencia el 3 de enero una vez juramente un nuevo gobernador, es una película de ficción. El proceso tendría que involucrar activamente a los Estados Unidos como lo seria con la estadidad o una modalidad del ELA. ¡Ah, que nos la podrían dar rápidamente! Entonces, ¿queremos pertenecer a un país que no nos quiere? ¿el miedo es a la contestación?
Otro temor es al “qué dirán” de nosotros en la comunidad internacional. ¿en serio nos importa la opinión del otro? ¿so pena de qué?
Creo que, a 48 días de las elecciones, debemos de dejar de repetir el pasado como si fuera una película de Back to the Future y conversar sobre los problemas reales del país, siendo el principal, nuestro desarrollo económico. Metro publicó ayer que Puerto Rico tiene una economía tan estancada como la de Haití en el Caribe, según el Fondo Monetario Internacional. Eso es sin Maduro ni Ortega gobernando. Es bajo la bandera americana y con el PNP/PPD al poder.
Discutamos los planes económicos de los candidatos, cuestionemos si son ejecutables, si serán aprobados por la Junta de Control Fiscal que gobierna de facto y que, a partir de ahí, el país decida por el mejor, sin importarnos si en Singapur, Ucrania o Colombia pensarán bien o mal de nosotros. Es nuestro futuro y a nosotros nos pertenece.