El Primero de Mayo es el Día Internacional de la clase trabajadora. Por tanto, creo importante que definamos quiénes la componen. Son las personas asalariadas, quienes dependen de recibir un salario para sobrevivir, es decir, para poder cubrir los costos de la vida. Estos costos de vida incluyen el pago de vivienda, de salud, de alimentación, de transportación y otros. Nada de esto se nos da al nacer, sino que dependemos de tener los medios económicos para poder adquirirlo. La mayoría de la población tiene la necesidad de trabajar.
De hecho, una parte importante del trabajo necesario para que muchas familias puedan sobrevivir no se compensa. Este tipo de trabajo recae mayormente sobre las mujeres. Por ejemplo, el trabajo doméstico de limpieza, cocinar, las tareas de acompañamiento, la asistencia y los cuidados —que ha dejado de prestar el gobierno como parte del programa neoliberal y por la crisis fiscal— son necesarias, además, para poder estar en condiciones de ir a trabajar cada día. Son tareas socialmente necesarias.
Así que, la gran mayoría de la población es integrante de la clase trabajadora. Sin embargo, la clase trabajadora lleva décadas bajo ataque: los despidos masivos de la Ley 7, la falta de paga por hacer trabajo socialmente necesario, estancamiento de los salarios de las y los empleados públicos, desmantelamiento de sus organizaciones sindicales a través de la privatización y la reducción de protecciones y empeoramiento de las condiciones laborales y la inseguridad de empleo causadas por la Reforma Laboral del Partido Nuevo Progresista de 2017.
Por eso y mucho más, salimos a la calle hoy, desde las 9:00 a.m. frente a la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras, desde donde marcharemos hasta la Junta de Control Fiscal en Hato Rey. Sigamos luchando por una sociedad en la que todos los seres humanos tengan asegurada una vida plena.