Durante los pasados meses, el presidente del Senado, Thomas Rivera, del Partido Nuevo Progresista, ha presentado medidas legislativas específicamente dirigidas a sustituir el criterio médico por el suyo, en claro menosprecio de la ciencia. La primera medida radicada en esta sesión legislativa por Rivera fue la —ahora ley— que le permite a los profesionales de la salud dejar de hacer sus funciones y de cumplir con sus obligaciones legales, por creencias religiosas, sin importar que la vida o la salud de un ser humano esté en riesgo.
También, Rivera presentó, junto a la senadora del partido Proyecto Dignidad, una medida para que —contrario a la ciencia y a las mejores prácticas de la medicina— un cigoto (la unión de un óvulo con un espermatozoide tras la fecundación) sea una persona jurídica. Es decir, que, para Rivera, un cigoto, que es solo una célula, posee los mismos derechos que una persona. Esto se aleja completamente de la ciencia y de la investigación científica.
También, Rivera, junto a la senadora de Proyecto Dignidad, radicó una medida para interferir con la práctica de la medicina y para prohibirle a médicos a ofrecer ciertos tratamientos y servicios de salud a los menores de edad. Mediante el Proyecto del Senado 350, Rivera pretende sustituir el criterio de un médico por el suyo y prohibirle a un doctor a ofrecerle cuidados de salud a menores solo porque son de la comunidad LGBTQ+. Según Rivera, los médicos no están capacitados para darle tratamientos hormonales a menores, sin embargo, no ofrece razones científicas para esto. La única razón es el odio y el discrimen hacia la comunidad LGBTQ+.
Los tratamientos hormonales, además de ser reversibles, salvan las vidas de la juventud LGBTQ+. El 40% de la juventud LGBTQ+ considera seriamente el suicidio y el 18% intenta suicidarse. Necesitan protección y acceso a cuidados de salud. No sigamos permitiendo que la Legislatura sustituya el criterio médico por el suyo, especialmente cuando es por prejuicio y discrimen.